Con permiso de Samu voy a extraer de su blog ”Que vida
esta” esta cita de Schopenhauer que aparece en su entrada “El absurdo”. De un pesimismo duro y
contundente. No me atrevo a añadir ni una palabra más.
martes, 23 de julio de 2013
CITA DE SCHOPENHAUER
miércoles, 17 de julio de 2013
CUALQUIER DÍA DE MEDIADOS DE JULIO
(Como he hablado de la felicidad en mis
últimas entradas y estamos en estas fechas, he decidido colgar un breve texto
que escribí a principios de los 90 sobre aquellos días en que los veranos eran
interminables en estas playas del Mediterráneo)
Puede haber días más elegantes o más
finos que estos días del mes de julio, pero es difícil imaginárselos, si salen
buenos, más completos y extensos.
Un sol redondo detrás del mar en calma
anuncia a primeras horas de la mañana un espléndido saludo a un día de primera
clase. El aire está limpio y la naturaleza mantiene toda su armonía El sol aún no ha cuajado y una suave brisa te
puede acariciar la piel si tienes la suerte de pasear por una de estas
tranquilas playas mediterráneas.
Un agradable almuerzo y leer el periódico en cualquier sombra
pueden ser disfrutados sin ninguna velocidad, mientras se acerca el mediodía.
Ya en la playa, el sol escampa todo su poder por tu carne pero un baño diluirá
su energía mientras conversaciones sobre lo cotidiano te alejan de cualquier
tragedia.
Un buen plato de paella, o de arroz al
horno supone un auténtico deleite en cualquier terraza; hay buen apetito tras el
baño y los sentidos están todos abiertos de par en par. Como no es un artículo
gastronómico no hablaré, aunque lo merezca, del melón, que por estos días y en
estas zonas están en todo su esplendor y plenitud. La sobremesa puede ir acompañada de una
partida de cartas, yo prefiero el truc, pero puede sustituirse por una
relajante siesta.
A media tarde puede ser momento para otra visita a la
playa. Puedes escuchar buena música,
leer una apasionante novela o disfrutar de una agradable compañía. Puedes
perder la noción del tiempo con unos juegos en el agua; el momento ha sido creado para la dicha y todos
los poros de la sensibilidad estás preparados para recibirla. Arena, sol, mar y
TÚ. Es muy difícil que la tristeza se siente a tu lado.
El sol se vuelve rojizo y se marcha a
iluminar otras partes del mundo, para volver a salir mañana con idéntica
majestuosidad. Si eres un niño puedes jugar al fútbol hasta que los mosquitos
hagan acto de presencia o tu madre te obligue a dar una ducha para cenar. Si ya lo
fuiste, puedes pasear en bicicleta, o hacer ejercicios físicos más intensos
pero no menos placenteros. Mientras, una maravillosa luz perfumada te permitirá
recuperar viejos aromas que creías olvidados.
Una enorme ducha te relaja, te refresca y
tu cuerpo sabe que todo funciona bien, y que el día aún está lejos de terminar.
Estás preparado para una deliciosa cena, compartida con gente querida.
Después un helado y un breve paseo que te
conducirá a olores salados a yodo marino que te recuerdan viejos barcos y
puertos donde iniciaste lejanos viajes soñados.
La temperatura aquí parece la inventada
por la evolución para que el hombre celebre la naturaleza. Una sensación de
bienestar se apodera de tu interior mientras las cigarras cantan y algún búho
grita desde su vuelo. Largas tertulias con las estrellas adornando el cielo te
llevarán por divertidas y ocurrentes conversaciones hasta altas horas de la
madrugada, esto depende de tus obligaciones al día siguiente; en cualquier caso merece la pena pasar un
poco de sueño y apreciar lo que vale la pena estar vivo, y la enorme pena que
es morir.
Si comprendes que estos días están
tasados y que no duran siempre; si no
andas distraído en otras prisas y caprichos, entonces entenderás que estos
días, perfectos y baratos, son un regalo de la confitería divina y que DIOS no
necesita más argumentos para expresarse. Solo cabe que el AZAR te obsequie con
algún extra que sea una explosión de vida y de fiesta para todos tus sentidos,
y que ya no olvidarás.
Y...espera a que mañana una nueva luz
llegue hasta tu cama.
FELICIDAD (II)
Dolor, miedo y conciencia de
la muerte son los tres componentes de la infelicidad que propuso el profesor
Jordi Agustí en unas conferencias realizadas en Tarragona en octubre de 2010
organizadas por Tercera Cultura. Creo que analizar estos factores desde una
perspectiva evolucionista es la mejor manera de acercarse a entender el
concepto de felicidad.
Para cualquier animal, el
primer componente de la felicidad es la ausencia de dolor. El programa genético
con el que nacen les impulsa a mantener el medio interno dentro de un intervalo
óptimo para mantener sus estructuras en el tiempo y perpetuar así, sus genes.
Cualquier alteración del equilibrio homeostático interno generará dolor del
cual todo cerebro intenta huir, de la misma manera que cualquier intervalo
óptimo del medio interno será asumido por el organismo como un estado
placentero.
Además, algunos animales son
capaces de anticipar situaciones futuras, apareciendo la sensación de miedo
cuando se previenen sensaciones de dolor, es decir, futuros ataques que amenacen
el bienestar o la supervivencia. Por tanto, la ausencia de miedo sería el
segundo componente de la felicidad.
En el caso de los humanos, el
máximo miedo se corresponde con la conciencia de la muerte que es la aniquilación
total del organismo. El hombre tiene la certeza, al menos de momento, de la
temporalidad de nuestro destino y de los que comparten nuestros intereses
genéticos. También aquí se pueden añadir algunos casos de empatía que nos acercan
emocionalmente a otros seres humanos.
Este miedo supremo, propio de la especie humana sería pues, el tercer
factor que condiciona la felicidad.Por tanto, la felicidad estará asociada a momentos de ausencia de dolor, - de ahí la importancia que le solemos dar a la salud-, de ausencia de miedo -no hay nada como la tranquilidad y la seguridad-, y de una sensación de lejanía de la muerte -aunque nunca estamos libres de ella, hay momentos donde uno cree que el tiempo no está tasado y es casi la eternidad lo que le queda por delante-.
En el ser humano, estas
situaciones se dan sobre todo en edades donde el cuerpo está en su máximo
esplendor, uno visita poco al médico y tiene miedo de pocas cosas y además
intuye sublimes conquistas en el mundo en el que le ha tocado vivir. Por tanto, es como si la naturaleza nos haya
ofrecido sensaciones de felicidad máxima para aquellas situaciones donde el
cuerpo se siente joven, sano y valiente. Y se experimentan sobre todo en las
situaciones previas a las que uno espera la recompensa, es decir en la antesala
de la felicidad. De ahí la frase de Punset “ la felicidad está en la sala de
espera de la felicidad”.
Los organismos con
reproducción sexual han sido fuertemente seleccionados para el sexo, y los que
lo encuentran aburrido, no tienen muchas posibilidades de pasar el filtro de la
selección natural. En el caso de los humanos, debido a las particulares
condiciones en las que evolucionaron,
hizo que apareciera un fuerte sentimiento de apego por la pareja sexual,
al menos durante unos años, que es el periodo que suele tardar la crianza de la
prole. Este sentimiento, que denominamos amor, es el que mayor sensación de
placer proporciona, y por tanto la anticipación de dicho placer, es decir, la
ilusión de conquista, la lucha por la pareja para la reproducción es la que
mayor sensación de júbilo proporciona, una autentica explosión hormonal que le
hacen creer a uno un ser inmortal insensible al dolor y al miedo. Y lo
contrario, la angustia del desamor, el miedo a la pérdida del ser amado ocasiona
fuertes sentimientos de desasosiego y tristeza y una fuente inagotable de
conflictos. No hay más que revisar el
arte, en cualquiera de sus manifestaciones, para darnos cuenta de cuál ha sido
el motor que ha movido nuestra historia.
Tener el máximo estado de
bienestar -ser feliz- es útil para el proceso de selección sexual, la eterna
lucha de los hombres por las mujeres. Es en ese campo de batalla donde se han forjado
la mayoría de las ilusiones por las que los humanos se han movido. Es en esta
incansable lucha por conquistar fragmentos de ADN donde se explican los deseos humanos que han
construido nuestros mejores sueños. Que otra cosa es el poder, si no es la
lucha por conseguir el mayor número de recursos para conseguir el mayor número
de mujeres, aunque el ser humano haya sido capaz de desvincular el sexo con la
reproducción- característica auténticamente exclusiva de nuestra especie-. ¿Qué
es el dinero?, Aristóteles Onassis ,
experto en dinero, y en mujeres, dijo:
“Si no existieran mujeres, todo el dinero del mundo dejaría de tener sentido”.
Todo esto porque los seres
vivos buscamos un estado interno agradable, es decir, sentirnos a gusto, con el cuerpo y con el mundo. La selección natural nos ofreció para ello la
ilusión de ser felices. Por lo menos durante algún tiempo.
sábado, 13 de julio de 2013
FELICIDAD (I)
“ A este
mundo hemos venido a dos cosas: a ser felices y a hacer felices a los demás “.
Semejante
perla podría haber salido de un
bondadoso católico convencido de que Dios nos ha puesto en el mundo con
estas dos finalidades. El deber procedente del mandato divino nos indica cual
es el objetivo que debemos cumplir para obrar bien y ganarnos su bendición. Pero lo cierto es que la frase se la escuché a un convencido ateo, militante de izquierdas, que conversaba tranquilamente con un atento oyente en mitad de una acera. Era un bienintencionado progresista que continúa echando de menos su juventud de finales de los 60 teñida de hipismo y buenas intenciones de paz y amor. También estos idealistas consideran que los humanos somos unos perfectos seres a los que la naturaleza ha dotado de una bondad infinita y que es la cultura la que nos corrompe y nos dificulta llegar a tan generosos fines. Puede que Rousseau haya tenido parte de culpa.
Tanto el catolicismo
como la izquierda más radical dan por supuesto una hipotética esencia humana
que nos deja libres para que podamos elegir el futuro camino hacia un paraíso
de acercamiento entre los humanos, o incluso entre todos los seres vivos. Las
dos ideologías cuentan con un más o menos declarado dualismo en el que cabe un
alma, que tiene poco de natural, que
viene sin mucho equipamiento de serie, es decir, somos al nacer una inocente
tabla rasa que la educación va llenando de ideas más o menos acertadas. Por tanto, es la “sociedad” la que nos impide
ver nuestro sitio en el mundo y nos impide conseguir esta justicia divina o
social en la que todos vivamos como camaradas, o como hermanos. En ambos casos se nos insta a luchar
por tan distinguidos ideales. Ambos casos necesitan de parecidos esfuerzos
evangelizadores.
Una sencilla
ojeada al mundo natural rechazaría inmediatamente esta idílica visión del reino
animal. No parece que los animales
tengan una especial misión de hacer feliz a nadie, y mucho menos en el caso de
depredadores. Si de humanos hablamos, la cosa no mejora mucho. No parece que la
historia de la humanidad esté rebosante de ejemplos donde los seres humanos nos
otorguemos nobles dosis de felicidad los unos a los otros. Más bien parece que
nuestra historia está llena de ejemplos donde las pasiones y los deseos “egoístas” de los
lideres han encendido el motor de las revoluciones y han movido el destino de
los pueblos.
Imaginemos
estos ejemplos:
Dos socios
comprensivos y solidarios que acaban de tener suerte en los negocios. Pónganles
una importante suma de dinero en medio para repartir equitativamente, sobre
todo si no han hecho un esfuerzo similar.
Dados dos
amigos leales y eternos, pónganles una bella y tentadora mujer justo en medio.
Dos amigos
ambiciosos y “generosos” representantes de la Iglesia o del Partido. Pónganles
una importante cuota de poder por la que luchar.
En todos los
casos actuarán motivados por su pasión más animal, sin mucho margen de libertad
para la razón. No creo que salga su
bondad a relucir repartiendo felicidad y siguiendo el loable mandamiento que
inicia este escrito; aunque serán perfectamente capaces de acudir al autoengaño
más relajante para adornar su conciencia y creerse que en el fondo su actuación
es más que correcta.
La frase “la mayoría de los políticos actúan movidos por
servir al pueblo de manera desinteresada” la pueden reservar para tertulias
televisivas, pero no creo que corran buenos tiempos para defenderla; y estos
años atrás las concejalías de Urbanismo y las de Asuntos Sociales no eran igual
de atractivas. Aunque nos intentaran
vender que venían al mundo de la política a eso, a hacernos felices.
Cuando se
habla de personas con parentesco familiar, con intereses genéticos comunes, es
más frecuente encontrar conductas altruistas, y hay teorías biológicas al
respecto. Sin embargo, la naturaleza humana permite tal variabilidad conductual
que encontraremos excepciones para todos los gustos; pero cuando se provoca
infelicidad a miembros de una misma familia siempre van acompañados de un
desgarramiento de la conciencia mucho más difícil de soportar que cuando no se
ven implicados padres, hijos o hermanos.
Con esto no
quiero decir que el hombre sea malvado por naturaleza. Simplemente, que a este
mundo no hemos venido a ser felices. Ni a procurar felicidad a los demás, como
pretendía aleccionar el tranquilo transeúnte del que les hablo. Pero seguiremos
con el tema.
jueves, 11 de julio de 2013
TIEMPO (II)
Un ser vivo está hecho de tiempo. Crece y se organiza a lo
largo del tiempo en constante interacción con su entorno del que extrae orden,
es decir, información.
La vida se instaló en este planeta cuando unas moléculas consiguieron
replicarse y permanecer a lo largo del tiempo. Hacer muchas copias, no todas
idénticas, y seleccionar las que mejor
funcionan, ésta es la lógica del mecanismo darwiniano que explica como la vida
prosperó a lo largo de su aventura evolutiva. Así consiguieron los genes llenar
el espacio y permanecer en el tiempo. En
un cierto momento, algunos seres vivos desarrollaron cerebros que permitían adaptarse
mejor porque tenían memoria de lo que sucedía en un ambiente que cambia rápidamente.
La información guardada en el ADN se complementa con la de la neuroquímica
cerebral. Pero el cerebro, además de recordar, analiza, compara y realiza abstracciones
capaces de inventar soluciones para los problemas a los que se enfrenta, y es
muy útil compartir información. Así conseguimos desde hace unos diez mil años
acumular información fuera de nuestros cuerpos, en forma de libros. Un cerebro
pudo aprender de algo que escribió otro que murió muchos años atrás. Las
canciones de amor pueden estar codificadas en forma de genes, de neuronas, o de
palabras.
En la actualidad, en la llamada sociedad de la información, ésta
se consigue y se comparte de forma instantánea a través de Internet. Los
humanos cuelgan en la red cualquier ocurrencia de manera obsesiva para que
tenga entidad más allá de su propio cuerpo. Incluso los científicos lanzan mensajes interestelares con la
esperanza de aliviar nuestra soledad cósmica. Siempre con la finalidad de luchar contra el
tiempo.
La persistencia de la
información a lo largo del tiempo es la obsesión del proceso vital.
Pero, en realidad, es el tiempo el mayor de los enigmas.
Captar la esencia de lo que significa un millón de años o un solo segundo no
está, aún, al alcance del ser humano. Es
el tiempo el que construye la singularidad de un cerebro. Es el tiempo el que
todo lo deshace.
lunes, 8 de julio de 2013
"LA TABLA RASA" DE STEVEN PINKER
Steven Pinker en su imprescindible obra “La tabla rasa” combate tres dogmas que han dominado las ciencias sociales
de los últimos años y que se han extendido más allá del ámbito académico impregnando creencias
éticas y políticas.
1.-“El hombre es una tabla rasa”, es decir, la mente no tiene características innatas y todo el conocimiento procede exclusivamente del aprendizaje, y por tanto de la cultura.
2.- “El buen salvaje”, hipótesis de Rousseau según la cual el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo corrompe.
3.-“El fantasma en la máquina”, o sea, la creencia de que existe un alma que toma decisiones sin tener en cuenta sus bases biológicas.
1.-“El hombre es una tabla rasa”, es decir, la mente no tiene características innatas y todo el conocimiento procede exclusivamente del aprendizaje, y por tanto de la cultura.
2.- “El buen salvaje”, hipótesis de Rousseau según la cual el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo corrompe.
3.-“El fantasma en la máquina”, o sea, la creencia de que existe un alma que toma decisiones sin tener en cuenta sus bases biológicas.
Pinker
rechaza la idea de que una base biológica de nuestro comportamiento
suponga una amenaza contra la dignidad y los valores humanos y señala
la necesidad de establecer puentes que unan la biología y la cultura. En el libro propone
los siguientes:
1.- La psicología cognitiva, según la cual el mundo mental se puede asentar en el mundo físico
mediante los conceptos de información, computación y retroalimentación
Según esta teoría, denominada teoría computacional de la mente
es posible explicar los recuerdos, los deseos, las creencias sin invocar a ningún
“fantasma en la maquina”.
2.- Las neurociencias cognitivas, nuestro mundo interior no es más
que actividades fisiológicas de los tejidos cerebrales. El dualismo de
Descartes no parece que goce de ningún prestigio en las neurociencias actuales.
3.- La genética conductual, que estudia la influencia de los
genes en nuestra conducta. El estudio de gemelos univitelinos ha demostrado que
algunas características mentales, y algunas enfermedades tradicionalmente
reservadas a explicaciones ambientales tienen un componente genético
importante.
La importancia de los genes en la organización del cerebro ha
empezado a ser puesta de manifiesto en los últimos años y creo que continuará
aumentando a medida que la genética molecular vaya creciendo.
4.- La psicología evolucionista, que pretende estudiar la
historia filogenética y las funciones adaptativas de la mente. Al igual que el
corazón o los ojos, la mente se desarrolló para solucionar problemas en la
historia evolutiva de nuestros ancestros.
No sorprende que estas cuestiones sean objeto de numerosos y acalorados debates.