De nuevo un mes de julio está a punto de desaparecer.
De nuevo el sabor del
melón, del marisco, de la cerveza muy fría, de nuevo chiringuitos tras interminables sesiones de piscina y playa. De nuevo la textura de la brisa marina al atardecer. De
nuevo paseos en bicicleta por paisajes abiertos al mar, con cielos
inconmensurables y limpios, con música especialmente hábil para rescatar momentos
de otros meses de julio, largos e intensos. De nuevo el olor de la higuera, el
de la hierba recién cortada, el de las cremas solares con aroma de coco, y el
puro olor del mar.
De nuevo, la sensación de que el tiempo vuela.
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