Existe diversidad de opiniones entre los
expertos sobre el asunto de si algunos animales pueden albergar algún grado de consciencia
o no; o sobre la relación entre la consciencia y otras capacidades de la mente
como la inteligencia, la memoria, el pensamiento o las emociones. En cualquier caso, parece exclusiva de
nuestra especie la capacidad del yo de saber que sabe, de reconocerse como un
ente que piensa en su propia muerte y que construye relatos más allá de su
propia existencia en forma de dioses y paraísos.
La consciencia elabora simulaciones en el
espacio y en el tiempo; permite anticiparnos en el tiempo e imaginar el futuro.
A partir de los datos sensoriales almacenados en la memoria construye un futuro
con el propio sujeto como protagonista. Esta función de la consciencia ha
evolucionado con nuestra especie confiriendo claras ventajas en nuestras
necesidades de nutrición (ayudando a planificar la próxima salida a cazar), de reproducción
(encontrar pareja) y de relación (socializarnos con los semejantes o defendernos
de una amenaza)
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