Día 2 de mayo. Día 50 de confinamiento
Los niños ya pueden salir a la calle, aunque solo una hora. Mis hijos, ajenos a la excepcionalidad del momento que están viviendo, agradecen que su sueño no sea interrumpido cada mañana, y yo procuro que nada perturbe su tranquilidad, su nueva rutina. Me gusta observarlos cuando duermen mientras la luz ya asoma por la ventana.
Siguen cayendo los días. Todos comienzan con un momento que resume la esencia de todas las cosas, el vínculo más natural, el amor más sencillo y puro.
Siguen cayendo los días. Todos comienzan con un momento que resume la esencia de todas las cosas, el vínculo más natural, el amor más sencillo y puro.
Percibir de cerca el olor intenso que únicamente
hacen los hijos cuando se acaban de despertar. Mirarles la cara desde muy
cerca. Besarles mucho, besos largos y hondos que solo se hacen a los hijos
cuando están medio dormidos. Despertar cuando la naturaleza que llevas dentro
te indica que ya has soñado bastante. Sin despertador, sin prisas.
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