Un hombre sin ilusión es como una chatarra
inútil vagando por un universo inútil. Necesita agarrarse a alguna idea, a
alguna motivación para dejar de parecer un objeto errático.
Venimos equipados de serie para jugar a ser felices mientras crecemos; después, la edad y el esplendor de un cuerpo inocente, fuerte y bello te hacen sentirte inmortal, con una misión que cumplir. La ilusión te desborda y esperas lo mejor. Aun añoras a aquel adolescente que, desde la cubierta de un barco, contemplaba un horizonte al que se unía un cielo con asombrosos colores y un excitante futuro por descubrir.
Venimos equipados de serie para jugar a ser felices mientras crecemos; después, la edad y el esplendor de un cuerpo inocente, fuerte y bello te hacen sentirte inmortal, con una misión que cumplir. La ilusión te desborda y esperas lo mejor. Aun añoras a aquel adolescente que, desde la cubierta de un barco, contemplaba un horizonte al que se unía un cielo con asombrosos colores y un excitante futuro por descubrir.
Durante unos años, la búsqueda de sueños e
ilusiones te mantienen en pie, y algunos dicen encontrar un sentido a la vida.
Pero nos comportamos de forma automática y ciega guiados por motivaciones
seleccionadas por la evolución durante millones de años. De todas formas, con
un poco de suerte, puede que te hayas bañado alguna vez en un río de emociones
que te hicieron vibrar, sonreír e incluso llorar de alegría. Y puede que la
brisa marina haya acariciado tu cuerpo mojado y salado en una calurosa tarde de
julio compartido con un rostro bronceado y espléndido. Pero el tiempo lo absorbe todo y acaba arrojándote
a la soledad de tu conciencia. Entonces debes buscar en cualquier rincón una
belleza sublime a la que aferrarte. Solo
así te mantendrás vivo.
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