Quiero escribir sobre el tiempo y sobre la memoria pero no puedo, es como escribir en el agua. No puedo atrapar la esencia de cada atardecer, no puedo retener la textura del aire en cada reencuentro con estas tardes mediterráneas y no puedo impedir la nostalgia de los juegos en este mismo mar cuando aquel cuerpo juvenil, con el aroma a salitre incrustado en la piel, se creía inmortal, libre y dispuesto a pelear con cada ola para conquistar el paraíso en cualquier puerto. He vivido muchos atardeceres como éste, pero todavía no sabía que la guerra estaba perdida de antemano.
De momento, aun puedo disfrutar contemplando cómo los niños exhiben con inocente entusiasmo su euforia y su alegría en estos atardeceres que representan la gloria del verano.
Estoy emocionada de ver cómo reflejas en cada entrada tus vivencias. Es todo un placer leerte, y disculpa si comente como anónima. Un saludo , y espero ansiosa tu próxima entrega
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