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jueves, 27 de enero de 2022

MONISMO


Desde que vi la serie Cosmos de Carl Sagan a principios de los ochenta soy partidario convencido del monismo materialista, según el cual existe una unidad subyacente en la naturaleza en sus niveles más básicos y admite que el desarrollo evolutivo de los seres vivos pueda dar lugar a los procesos mentales. 

El idealismo sería otro tipo de monismo pero no es fácil explicar cómo la materia es una manifestación del espíritu. 

El materialismo  es una visión de la vida sin necesidad de entes sobrenaturales. Los seres vivos se explican por su asombrosa capacidad de organización pero a un nivel imperceptible para los humanos, a una escala de millones de veces más pequeña que los objetos cotidianos que nos rodean. Las estructuras celulares y las reacciones químicas que allí se producen no pueden ser entendidas si no es gracias a un largo proceso de investigación científica que ha resultado ser la manera más coherente de ordenar nuestras percepciones y  el modo más eficaz de gestionar nuestro entorno.

También la mente encaja en esta visión materialista del universo. 

Ya me gustaría poder ser dualista y creer que los humanos, o su mente, disfrutan  de una categoría especial y única que les acerca a Dios y  les permite encontrar un sentido a nuestro paso por este planeta. Poder asumir que el universo es algo más que un infinito incendio que tiende al equilibrio cruzando miles de millones de años hasta alcanzar la nada termodinámica. No es nada fácil admitir que los seres vivos se comen unos a otros para sobrevivir y en este juego se formaron unos animales que intentan comprender las reglas del mundo donde están atrapados sin ninguna posibilidad de trascendencia.

Microscopios y telescopios para poder escrutar la formación de las galaxias y el secreto más íntimo de la vida, para poder explorar cómo la materia pudo evolucionar y organizarse de tal modo que dio  origen a la experiencia sentida y consciente.