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lunes, 20 de abril de 2020

PANDEMIA. PROGRESO DEL CONOCIMIENTO Y CARÁCTER GLOBAL


Dia 20 de abril. Dia 38 de confinamiento. 

Los de mi generación nunca habíamos visto nada igual. Creíamos tener controlada a la naturaleza. Nos sentíamos, desde nuestra cómoda sociedad del bienestar, invulnerables frente a catástrofes gracias al progreso tecnológico. Ahora, muchos han aprovechado la pandemia para mantener que el coronavirus es producto de nuestro modo de vivir globalizado y capitalista, y que por tanto, deberemos cambiar nuestro modo de vida consumista e insostenible. Se proclama que ya nada será igual, que la humanidad puede desaparecer ante esta o cualquier otra catástrofe que hasta ahora, solo creíamos reservadas a la ficción.

Pero las epidemias han existido siempre, incluso desde la aparición de nuestra especie. Algunos autores sostienen que alguna enfermedad vírica fue una de las principales causas de la desaparición de los neandertales, en cambio, Homo sapiens prosperó con un fuerte sistema inmune. Sin ir tan lejos, en el siglo XIV, la peste se propagó por Asia y Europa causando en algunos lugares, como Florencia, el fallecimiento de casi la mitad de sus habitantes. La conocida gripe española de 1918 provocó una pandemia que causó la muerte de varias decenas de millones en un año, llegando a infectar a la cuarta parte de la población humana.

El desarrollo tecnológico de los últimos decenios, con los avances en transportes de todo tipo, ofrece, sin duda, a los microbios una posibilidad de difusión extraordinaria. Sin embargo, a excepción del SIDA, prácticamente todo el mundo occidental ha vivido durante muchas décadas, despreocupado de cualquier amenaza infecciosa, y las epidemias matan a menos personas que nunca. Y esto ocurre gracias al progreso de la ciencia y la tecnología. Son ellas las que nos salvan de las epidemias, no las que nos conducen a ellas. Es la información lo que les faltó a los neandertales, a los habitantes de Florencia del siglo XIV o a los de principios del siglo XX. La falta de conocimiento y tener explicaciones falsas sobre las enfermedades infecciosas provocaron la mala defensa frente a los patógenos. La simple idea de que las enfermedades contagiosas están provocadas por un microbio y no por dioses o demonios enfadados, y por tanto, que había que prevenir el contacto y no rezar en grupo, es la que inicio el avance de la medicina para el control de pandemias y la que condujo al progreso y a la tecnología de las vacunas, los antibióticos y otras formas de combatir la muerte.

El  principal éxito en la lucha contra los patógenos se produjo con la vacunación global de viruela que llevó a que en 1979, la OMS declarara la erradicación total de la enfermedad. Sin cerrar fronteras ni ceder a nuestros avances tecnológicos, sino con la cooperación científica entre todos los países para una causa común como era la lucha contra la viruela. El progreso del conocimiento y el carácter global del problema son los dos aspectos importantes en la lucha contra cualquier enfermedad infecciosa que puede convertirse en pandemia, que por definición, se trata de una cuestión global. Y son estos mismos aspectos los que serán importantes en nuevos problemas mundiales que pueden suceder en este mismo siglo como la lucha contra la resistencia bacteriana a los antibióticos, el cambio climático, los flujos migratorios o una guerra nuclear.

Estamos pues, ante un problema global que necesita una respuesta global coordinada. Es toda la especie humana la que se enfrenta a un enemigo común: si un virus, con toda su capacidad para replicarse y mutar, infecta a un humano de un rincón del mundo, pone en peligro a cualquier ser humano del planeta. La trinchera que separa a los dos bandos es la piel de cualquier ser humano. Los virus están al otro lado y es el enemigo común a todos los humanos. Por consiguiente, hay que estar preparado científicamente para este escenario con una respuesta sanitaria que afecte a toda la especie. También hay que estar preparado con sociedades con más humildad, libertad y democracia, menos dictatoriales, arrogantes, egoístas y oscuras.

La cuestión clave puede ser la gestión sanitaria, política y económica que coordine a todos los países. La OMS debería jugar un papel crucial en el plano sanitario, pero no sé si es el caso. Pero los Estados Unidos, Europa, China, Rusia o los Países Árabes son los principales actores que deberán proponer autoridades que lideren esta crisis global sin precedentes. En estos líderes está la clave.  No digo en ningún momento que sea fácil.

jueves, 16 de abril de 2020

PRIVACIDAD


Día 16 de abril. Día 34 de confinamiento.

Continúan cayendo los días. Se habla de geolocalización a través de los móviles cuando nos volvamos a desplazar por el exterior. Se intentará conocer las vías de contagio. Hay quien se queja. En realidad, ahora estamos encerrados en casa, y cualquier sitio al que vayamos desde internet puede ser capturado, contabilizado y tratado como un dato más del que disponen para conocernos mejor. Se habla de control de los individuos por parte del Estado. Cualquier cosa que yo haga con este teclado, cualquier página a la que acuda desde la silla en la que estoy sentado puede ser computarizado y pasado por un algoritmo y adivinará muchas cosas sobre mis gustos al consumir, también sobre mi personalidad, mi inteligencia o mis valores morales.

Pero de momento, en estos días de reposo casero encuentro tiempo para escuchar tranquilamente mi música de siempre, y no hay forma de que ningún algoritmo calcule por qué  con cada canción salga un torrente bioquímico en mi cerebro que me lleva a tiempos y lugares que son parte de mi yo más profundo. Últimamente viajo con el pop de hace algunos años: Morrisey, James, Keane y alguno más.  Solo yo sé por qué estos. Y nadie más sería capaz de situar el paisaje sentimental donde se sitúan los acordes de cada canción que escucho mientras unos suaves rayos de sol de primavera reposan con quietud sobre mi piel. Son secretos guardados en misteriosos e inexpugnables rincones de mi cerebro. Esta privacidad es infranqueable, de momento.

domingo, 12 de abril de 2020

CAEN LOS DÍAS


Día 12 de abril. Día 30 de confinamiento.

Caen los días, y no sé si contarlos o descontarlos. Todos son iguales. Es igual que sea la semana de Fallas o de Pascua, es igual que sea sábado o martes. En treinta días he salido dos veces a la calle, de compras.

 No estoy optimista hoy, pero esto no es una guerra. No soy ningún héroe por estar aquí escondido con wifi, nevera llena y sofá; no tengo ningún inconveniente a nivel personal en soportar estos días. Soy de los que no necesita salir de casa para estar bien; cine, música, libros, y sobretodo juego con los niños, así que no tengo problemas de aburrimiento. Los héroes son los que salen a trabajar cada día después de haber visto las noticias, asumiendo un elevado riesgo de contagio. La incertidumbre lo impregna todo y es el principal factor de desequilibrio. No sé cómo vamos a gestionar esta derrota, esta sensación de vulnerabilidad de nuestro mundo que creíamos inquebrantable. 

Aunque fueron sucesos muy graves, no hubo un antes y un después de los atentados del 11 S, ni tampoco a nivel nacional lo hubo con los atentados de Atocha del 11 M, pero sí lo habrá con esta pandemia del coronavirus, que aún tiene que recorrer muchos países en vías de desarrollo donde los muertos serán difíciles de contar. Puede que yo mismo tuviera un exceso de confianza en que la solución vendría pronto de la  ciencia. Mantengo esa confianza, y solamente del conocimiento puede venir la solución, que ha de ser global, pero el precio que vamos a pagar va a ser mucho más alto de lo que creía hace un mes.

miércoles, 8 de abril de 2020

MEMES Y CORONAVIRUS


Día 8 de abril. Día 26 de confinamiento. Aún no se han actualizado las cifras de hoy, pero estarán cerca de 14.000 muertos y de 150.000 contagiados en toda España. Son las cifras oficiales, pero creo que son aproximaciones poco rigurosas por la falta de test masivos que aporten datos más realistas sobre la enfermedad. El panorama sanitario puede que esté comenzando a aclararse, que la famosa curva de contagios empiece a descender y puede que el colapso hospitalario más trágico ya haya pasado, aunque seguramente nos queda una recuperación lenta y prolongada. Pero el panorama político está preparado para hervir. Los seguidores de este blog ya saben que aquí he estado absolutamente al margen de posicionarme políticamente; también ahora lo dejo para otros momentos y otros lugares. Cuestión de carácter. Pero quiero decir algunas cosas que no sé si quedarán claras para todos los lectores.

Aunque ya saben que los hechos son los hechos, las explicaciones que se dan de los hechos se amoldan  a los prejuicios que cada uno tiene y por tanto, las interpretaciones son diversas y encontradas. Pero las opiniones que algunos ladran en las redes sociales me asustan. También el panorama en la televisión es desalentador y circulan muchas ideas que se replican como los virus se replican por los hospitales.

El concepto de “meme” fue introducido hace ya mucho tiempo por Richard Dawkins en un famoso y polémico libro titulado “El gen egoísta”. Se refería a ideas que pueden pasar de un cerebro a otro y de este modo, reproducirse. Con un claro paralelismo con los genes, los memes también se someten a los procesos de variación y selección darwinianas, y son paquetes de información que aparecen con los humanos, y que afectan al comportamiento de las personas produciendo una evolución cultural semejante a la evolución biológica. Aunque la idea de meme no fue bien recibida por muchos científicos y fue duramente criticada por motivos que ahora no vienen al caso, en realidad ha sobrevivido hasta aquí, comportándose realmente ella misma como un meme que ha sido seleccionado y que continua siendo utilizado por los cerebros de muchos autores.  Son como genes, o como virus que se replican y consiguen aumentar el número de copias y permanecer en el tiempo, aunque estas ideas no tienen por qué aproximarse a la verdad fáctica  o a la utilidad social.

En estos tiempos de pandemia, es una cuestión fundamental la de sobrevivir evitando ser contagiado por cualquier tipo de virus. Existen ideas, que pueden considerarse auténticas memeces, que son auténticos  memes, también pasan de cerebro a cerebro reproduciéndose y afectando a la capacidad de ver la realidad y al comportamiento del portador. Las redes sociales consiguen que las bobadas se reproduzcan con mucha eficacia haciendo que el portador de algunos de éstos memes se convierta en un enfermo que cree que lleva la receta mágica para acabar con todos los virus. Es un memo que está convencido de estar en posesión de la verdad cuando en realidad su cerebro huele a podrido porque contiene muchos memes peligrosos que pueden ocasionar una pandemia terrible. Es difícil de contabilizar la cifra de estos memos, pero son muchos.

Pues eso. Voy a ver la cifra diaria de muertos y contagiados por el coronavirus, que también son difíciles de contabilizar.