A partir de cierta edad, el tiempo es el bien más preciado, y el silencio la mejor opción. Callar, pero no obedecer, puede ser la mejor forma de rebelarse ante la vejez que se asoma, en la cual el tiempo será tu principal patrimonio.
Ya no estás para malgastar ese patrimonio con cualquier idiota que quiera arrebatarte la paz y el sosiego de tus horas tasadas. Tus últimas energías debes usarlas para defender tu territorio, que solo a ti te pertenece, y compártelo solo con quien te ayude a cumplir tus objetivos que, aún, te harán disfrutar de momentos de suave felicidad.
Tu alma, que se ha construido a lo largo de varias décadas con paisajes, aromas y tontas canciones que hablan de amor, se ha dado cuenta de que está hecha de tiempo. Recuerda las palabras de Pessoa “ la realidad no me necesita” y aprende una única lección: abandona las abundantes lágrimas, y aprovecha el patrimonio de tiempo que aún te queda y que no deberías desbaratar.