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miércoles, 20 de mayo de 2020

VIRUS Y CAOS



Día 20 de mayo. Día 68 del estado de alarma.

Los biólogos sitúan a los virus en la frontera de la vida porque no son células, y además, solo realizan una de las tres  funciones de los seres vivos. No se nutren ni se relacionan, pero son capaces de reproducirse eficazmente cuando penetran en una célula huésped. Así, como cualquier ser vivo, los virus se replican y esparcen sus copias por este mundo; y también como cualquier ser vivo, siguen la implacable lógica darwiniana de que cualquier cosa que se reproduce con éxito en un determinado contexto, es capaz de permanecer en el tiempo. Si este coronavirus no hubiera tenido este éxito reproductor, habría pasado desapercibido como pasó con otros virus que fueron abortados por la comunidad científica en tiempos recientes. Nada nuevo.
Creced y multiplicaos, he ahí uno de los primeros mandatos del Génesis después de que se haya hecho la luz. Y eso hacen todos los seres vivos. Vivir es atrapar orden a partir del exterior, generar entropía – por cierto, uno de los conceptos clave para entender el fenómeno de la vida- creando desorden en el entorno. Los humanos, con nuestra complejidad biológica y social, creamos mucho orden a costa de generar mucho deterioro ambiental. Pues bien, este virus también ha sido capaz de vencer a toda la biotecnología del planeta y replicarse con facilidad, a costa de los demás, dejando todo su entorno completamente deteriorado. Junto a la crisis sanitaria, ha provocado un caos en nuestra vida económica, social y política. Siguen los científicos, pero también los políticos, y los economistas y los sociólogos, y los comunicadores, y los tertulianos de cualquier pelaje, lanzando proclamas de los que nos viene cuando en realidad solo sabemos que no sabemos prácticamente nada sobre cómo será el futuro del covid-2, o covid19. Continuamos sin saber exactamente como este virus ha podido generar tanto caos en todo el planeta en el siglo XXI.
Las comunidades ahora están en un proceso de desescalada en distintas fases: fase 0, fase 1, pero también fase 0,5. También he oído fase 1.5. Los horarios, por edades, por deportes, por número de habitantes, por zonas sanitarias, uff. Aforos al 30%, al 40%, o al 50%. Vacunas y antivirales por todos lados y a todas horas. Los imprescindibles test, que deberían haber sido la clave desde el principio, continúan sin ser habituales en un centro médico, ni siquiera en las personas con altas probabilidades de estar contagiadas. Compras de mascarillas que no funcionan. Estafas de chinos. Muchas normas para las mascarillas, pero mucha gente circula sin ellas. El estado de alarma, o se debería llamar de excepción, es constitucional, o no lo es. Rebajas no, o si pero sin aglomeraciones. Las terrazas, si pero no. Las playas, he leído que en fase dos, cita previa, drones, parcelas de edad, sin juegos y sin boca a boca. Mi añorada playa de Canet aparecía hoy cuadriculada. Economía frente a sanidad. Manifestaciones, escraches, caceroladas, ira política, bandos. 
Veo mucha gente saliendo sin miedo, intenta vivir con cierta despreocupación. Pero el virus ha dejado a todo el planeta inmerso en la incertidumbre y el caos.


sábado, 2 de mayo de 2020

DESPERTAR SIN PRISAS


Día 2 de mayo. Día 50 de confinamiento

Los niños ya pueden salir a la calle, aunque solo una hora. Mis hijos, ajenos a la excepcionalidad del momento que están viviendo, agradecen que su sueño no sea interrumpido cada mañana, y yo procuro que nada perturbe su tranquilidad, su nueva rutina. Me gusta observarlos cuando duermen mientras la luz ya asoma por la ventana.
Siguen cayendo los días. Todos comienzan con un momento que resume la esencia de todas las cosas, el vínculo más natural, el amor más sencillo y puro.
Percibir de cerca el olor intenso que únicamente hacen los hijos cuando se acaban de despertar. Mirarles la cara desde muy cerca. Besarles mucho, besos largos y hondos que solo se hacen a los hijos cuando están medio dormidos. Despertar cuando la naturaleza que llevas dentro te indica que ya has soñado bastante. Sin despertador, sin prisas.