Mientras
la Tierra viaja atada al Sistema Solar surcando el infinito, aquí, en las
costas mediterráneas todavía se ha podido disfrutar de la plácida belleza de
una noche de agosto. Como cada año, hay escenas que se repiten a lo largo de
las décadas, y en cualquier verbena se ha visto a una pareja de jubilados bailando un bolero entregados
a su oxidado amor. Una pareja de jóvenes amantes abandonan la plaza del pueblo
para descubrir la esencia del mundo en el interior de un coche. Una hermosa
niña practica delante de la orquesta un gracioso baile de la canción del verano
mientras un inocente de cuatro años, en brazos de su padre, graba en su memoria el perfume de esa noche.
Si te has tumbado boca arriba en la
arena de la playa habrás podido deleitarte contemplando una lluvia de estrellas
con un pasodoble de fondo musical. En plena revolución digital, los jóvenes
todavía pueden escuchar la melodía inconfundible de Paquito el Chocolatero
mientras saborean una leche merengada y persiguen con la mirada a la
adolescente que baila con su abuelo en el centro de la plaza. Cualquier puerto
emite un olor salado que le recuerda a
un anciano aquel barco que no cogió. En cualquier paseo marítimo, puedes
cruzarte con una revuelta de hormonas adolescentes con el móvil en la mano
retando al futuro; pero también con un inteligente ingeniero de mediana edad
que no ve una digna salida a su vida cuando la música le hace recordar amores
pretéritos y sueños rotos de juventud. En
un chiringuito frente al mar, un grupo de antiguos jóvenes recuerdan sus
secretos inconfesables de adolescencia y ríen y mienten con el gin-tonic en la
mano.
Como
cada verano, la brisa del mar te ofrece serenos placeres y acude a rescatarte renovando
el aire que respiras, por eso estas noches mediterráneas tienen un valor
incalculable, y conviene tener en
cuenta que la flecha del tiempo solo
viaja en una dirección. En ninguna otra época del año el cerebro se vuelve tan
sensible a la importancia de la búsqueda de la felicidad como en estos últimos
días de vacaciones. Sientes nostalgia por los días que han ido cayendo sin
remedio. Se acerca septiembre y te das cuenta de la calidad y la serenidad de
estas espléndidas noches de agosto. Cada
uno sabrá si ha sido capaz de vivirlas como se merecían.