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domingo, 28 de octubre de 2012

EVOLUCIÓN HUMANA


Fue el bipedismo el que originó una serie de cambios físicos y mentales que nos separaron de los primates y que ocasionaron la cascada de acontecimientos que permitieron la aparición de nuestra especie.

Desarrollamos un pie que permitía sostenernos erguidos, dejando el pulgar de ser oponible, y nuestras piernas se enderezaron.

La pelvis y la cadera cambiaron su forma  y tamaño, y la espina dorsal adopto forma curvada.
El ritmo respiratorio se independizó del  paso, permitiendo la regulación de la respiración y del habla.
La lengua y la faringe se hundieron más abajo y los cambios en la laringe permitieron una gran variedad de sonidos
Quedaron las manos libres para llevar comida y palos, el pulgar oponible, más largo y con mucha movilidad, permitiendo el movimiento de pinza con todos los demás dedos. También se desarrolló una gran sensibilidad en las yemas de los dedos que facilitaron una coordinación motora extraordinaria.
Con las manos plenamente funcionales para el manejo y el transporte de utensilios, se favoreció el aumento progresivo del cerebro y especialmente de la corteza frontal.
Como el canal del parto era más estrecho a causa del bipedismo  el parto se hizo más difícil y los bebes humanos nacieron muy poco desarrollados e indefensos, lo que obligaba a ocuparse de ellos durante mucho tiempo -el cerebro de un bebé es menos de la cuarta parte del cerebro adulto-, favoreciendo la formación de parejas estables.

Los primeros homínidos no disponían de capacidades físicas especialmente adaptativas para el medio en que se desarrollaron, sino que eran, en muchos sentidos, inferiores a muchos animales. No eran especialmente rápidos  ni poseían alas para huir, tampoco eran corpulentos para la defensa o la depredación. No tenían una pigmentación que lo camuflara en su hábitat. Tampoco un caparazón como las tortugas, ni una capa de grasa que lo proteja en los ambientes más fríos; su olfato o su oído no eran especialmente agudos.  
Sin embargo, frente a estas desventajas los homínidos desarrollaron un extenso y complejo sistema nervioso con el cerebro como centro integrador de la relación entre el organismo y el entorno. Gracias a este cerebro el ser humano puede dar respuestas diferentes a una gran variedad de condiciones exteriores. La previsión de acontecimientos futuros, el uso de herramientas, el lenguaje  o el pensamiento religioso irían incorporándose a las capacidades de las distintas especies del género Homo.
  El descubrimiento del fuego y la progresiva habilidad para la caza convirtieron a nuestros antepasados en organismos que dominaban el medio en el que vivían y consiguieron adaptarse con facilidad a él. No solo utilizarán a las demás especies para comer y sobrevivir, sino que se servirán de sus pieles para taparse, colmillos para adornarse o huesos y pieles para producir sonidos que les aportaran ventajas en el cortejo y el apareamiento. El lenguaje como un poderoso instrumento de intercambio de información que facilita el trabajo en grupo marcaría un desarrollo cultural que, definitivamente, le haría creerse dueño de una conciencia que le hacía dominador de la naturaleza y de un  alma que lo conectaba con los dioses. 

La comunidad científica continúa debatiendo sobre el relato pormenorizado de las diferentes especies de homínidos y, aunque algunos detalles continúan cambiando con los años, los protagonistas principales de nuestra historia reciente serian los siguientes:

 Ardipithecus ramidus, vivió hace 4.4 m.a. y parece ser uno de los primeros en bajar del los árboles y aventurarse en el bipedismo. Su conocido fósil, Ardi, representa el momento en el que nuestra rama evolutiva se separó de la de los simios y el inicio de los importantes cambios que vendrían a continuación.



 Australopithecus La muy conocida Lucy (casi 4 m.a.) pertenece a este género, y los científicos le atribuyen con bastante seguridad las características singulares asociadas al bipedismo.
El tamaño del cerebro es similar al de los grandes simios actuales. Vivían en las zonas tropicales de África, alimentándose de hojas y frutos. Existe consenso en que una de las especies de australopitecos dio origen al género Homo en África

hace más de  2 millones de años. Aunque el debate sigue abierto a los detalles.
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Homo habilis (1,9 -1,6 millones) Con un cuerpo parecido a los autralopitecos – brazos largos en relación a las piernas- sin embargo, ya han experimentado una expansión del cerebro (entre 500 y 750 cc.) y se le atribuye la capacidad técnica para  elaboración de las primeras industrias líticas. Son los primeros  que no están ligados a un medio forestal y habrían habitado paisajes con espacios más abiertos. La posición bípeda en las hembras provoca una reducción de la pelvis que tiene como consecuencia un adelanto de los partos (lo cual implica neonatos prematuros, un mayor tiempo dedicado a la crianza y así la necesidad de mantener vínculos sociales fuertes que potencialmente coadyuvan al desarrollo de una cultura.

Homo ergaster (1,75-1 millón de años). Capacidad craneal de alrededor de 800 cc.
 Se estima que es básicamente la versión africana de Homo erectus, del que es antecesor. Algunos especialistas consideran que pueden haber sido una única especie. Es posible que los Homo ergaster pueden haber sido los primeros en establecer relaciones sociales complejas precisamente facilitadas por un protolenguaje oral articulado que se veía acompañado por un gran cerebro capacitado ya para elaborar rudimentarias abstracciones. Puede que incluso pudieran establecer una primitiva teoría de la mente por la cual podría intuir los estados afectivos o "anímicos" de sus congéneres a través de las miradas. Este tipo de capacidades facilitarían la fabricación de armas, la transmisión de habilidades, reconocimiento de huellas, etc., que en definitiva les convertiría en expertos cazadores.
Homo erectus (1,8 millones de años y 300.000 años)  habitaron en Asia oriental. En África se han hallado restos de fósiles afines que con frecuencia se incluyen en otra especie, Homo ergaster.
Era muy robusto y tenía una talla elevada, hasta 1,80 m de medida. El volumen craneal era muy variable, pero fue aumentando paulatinamente desde los 800 hasta los 1200 c.c. Usaba el fuego para cocinar, pues en sus cuevas han encontrado cenizas y carbón vegetal asociados a huesos de animales y a semillas quemadas


Homo antecessor.  Vivió hace 750 a 850 mil años y es una especie fósil perteneciente al género Homo, considerada la especie homínida más antigua de Europa. En la actualidad, aún hay debate sobre su relación con otras especies, pero sus descubridores en la sierra de Atapuerca al frente del español Juan Luis Arsuaga defienden que son antepasados de  H. heidelbergensis y de H. neanderthalensis;


Hombre de Neandertal (Homo neanderthalensis) habitó Europa y partes de Asia occidental desde hace 230.000 hasta hace 28.000 años, se cree que convivió en los mismos territorios europeos con los primeros homo sapiens y puede que se cruzaran con ellos. Tenían un cerebro con mucha capacidad para dominar  los símbolos, enterrar a sus muertos y preguntarse por los misterios que esconde la naturaleza y el cielo. Vivían en cavernas, utilizaban ropa para combatir el frío y cazaban animales; pero desaparecieron por causas desconocidas.

Homo sapiens. Con una capacidad craneal de 1000-1500cc., los fósiles más antiguos de Homo sapiens  proceden del sur de Etiopia. 
Las aportaciones de la genética molecular permiten concluir que toda la humanidad actual tiene una antecesora común que habría vivido en el noreste de África (en territorios que corresponden a los actuales estados de Etiopía y Kenia) hace casi 200.000 años.

Esta fascinante historia está perfectamente contada en el documental "La odisea de la especie"  y en su continuación " Homo sapiens", cuya visión recomiendo a todo aquel que quiera comprender la naturaleza humana.



domingo, 21 de octubre de 2012

BURT LANCASTER


Este  americano hijo de un trabajador de correos, nació en Nueva York en 1913 y se crió dando brincos por las calles de Harlem. Trabajó en el circo y durante la segunda guerra mundial en espectáculos para las tropas estadounidenses. En 1946, le descubre un cazatalentos de Hollywood y le propone para su debut cinematográfico en un excelente film negro, Forajidos de Robert Siodmak junto a Ava Gardner. El resultado no pudo ser más prometedor, y tres años después vuelve a rodar con el mismo director otro gran film: El beso de la muerte.

Dotado de una poderosa musculatura  animal y una sonrisa amplia y enérgica aprovechó su experiencia como acróbata circense para el cine de aventuras y junto a su amigo y compañero en el circo Nick Cravat hizo clásicos de este género como El halcón y la flecha de J. Tourneur y El temible burlón  de nuevo con Siodmack, Trapecio de Carol Reed precisamente sobre el mundo de los trapecistas que Burt conocía bien.

También probó con éxito el melodrama De aquí a la eternidad de Fred Zinemann donde protagonizaría en la playa junto a Deborah Kerr una de las escenas eróticas más famosas de la época; el western con títulos como Veracruz y Apache, las dos dirigidas por Robert Aldrich, y Los que no perdonan de John Huston; el drama religioso El fuego y la palabra, de Richard Brooks, con el que consiguió un Oscar de la Academia y un Globo de Oro; o el drama carcelario con El hombre de Alcatraz de John Frankenheimer. Con este director hizo otras películas interesantes, como Siete días de mayo y El tren.

Siendo una de las estrellas más cotizadas de Hollywood, comienza también a intervenir en films de comprometidos directores europeos. Destacan sus trabajos en El gatopardo del director Luchino Visconti, adaptación del clásico de la literatura italiana y Novecento de Bertolucci, donde se narra la historia de los primeros años del siglo XX en Italia. Ya en su etapa más madura realizó una excelente interpretación en Atlantic City de Louis Malle, junto a una joven y atractiva Susan Sarandon.

Dotado de un fí­sico atlético y de una elevada estatura fue durante muchos años un galán rudo y duro, pero con una sonrisa simpática e inocente que le hacían ser víctima del destino. En sus últimos años interpretó personajes distinguidos y complejos que le valieron el reconocimiento de la crítica mundial más exigente. Fue el ejemplo claro de estrella autodidacta que se hace a si misma a fuerza de tenacidad para convertirse en un  prestigioso actor versátil y una de las figuras más importantes del cine del pasado siglo.

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Llegó a debutar como director con El hombre de Kentucky (1955)  El hombre de la medianoche (1974) y contar con su propia productora que lo independizaba de los magnates de la industria de Hollywood, y dio oportunidades a directores noveles como Sidney Pollack o John Frankenheimer, entre otros.
  De pensamiento liberal, se opuso al macartismo y  participó activamente defendiendo a minorías y apoyó financieramente la creación de grupos liberales. También se declaró contra la guerra de Vietnam y a favor de los homosexuales, incorporándose  a la lucha contra el Sida en 1985, cuando su amigo Rock Hudson adquirió la enfermedad

Aquejado de problemas de salud se aisló en su Nueva York natal junto a su tercera esposa, la productora televisiva Susan Martin. Un ataque al corazón acabó con su vida en 1994

miércoles, 10 de octubre de 2012

LAUREN BACALL


Hija de inmigrantes judíos establecidos en Nueva York, nació en 1924. Ingresó a la Academia Americana de Artes Dramáticas a los 15 años costeándose sus estudios trabajando como modelo y acomodadora en un cine. A los 17 años apareció en la portada de una prestigiosa revista de modas que fascinó a la esposa del director Howard Hawks y la recomendó para que la incluyera, con 19 años, junto al consagrado Humphrey Bogart, de 45 años, en el film Tener o no tener. El film, una de las cumbres del cine negro, la catapultó al estrellato.

El mítico actor no se separaría de esta flaca de mirada penetrante y voz sensual desde el mismo momento en que coincidieron. Al año siguiente se casaron e iniciaron uno de los romances más míticos del cine. Juntos tuvieron dos hijos y protagonizaron algunos de los mejores films negros de la década de los 40, como El sueño eterno de nuevo con Howard Hawks, La senda tenebrosa de Delmer Daves y Cayo Largo de John Huston

En la década de los 50, lejos de encasillarse en el cine negro, protagoniza el drama de temática musical  El trompetista de Michael Curtiz, junto al vehemente Kirk Douglas, las comedias Como casarse con un millonario de Jean Negulesco junto a Marilyn Monroe y Mi desconfiada esposa de Vincente Minnelli con Gregory Peck  o el  melodrama Escrito en el viento de Douglas Sirk con Rock Hudson en la plenitud de su carrera.
Su relación inquebrantable con Bogart acabó con el fallecimiento del actor, que destrozó el corazón de la joven Lauren y la mantuvo alejada de las pantallas durante varios años, aunque interpretó algunas obras en Broadway.
En 1961 se casó con el actor Jason Robards, con quien tuvo un hijo. La unión acabaría 8 años después.

Su regreso al cine se produciría junto a Henry Fonda en 1964 en la divertida "La pícara soltera" de Richard Quine. Dos años después apareció con el atractivo Paul Newman en Harper, investigador privado de Jack Smight.
Fue espaciando los trabajos, entre los que destaca su aparición en los setenta  en Asesinato en el Orient Express, adaptación de la novela de Agatha Christie hecha por Sidney Lumet; y ya en 1990 en la inquietante Misery de Rob Reiner.
Lauren Bacall es una superviviente del cine clásico que aún mantiene en su cerebro la intensidad interior que a una le otorga  la experiencia de haber vivido una historia imperecedera junto al mítico Bogart y haber protagonizado unos cuantos films negros que forman parte de la memoria más luminosa del cine.