Fue el bipedismo el que originó una serie de cambios físicos y mentales que nos separaron de los primates y que ocasionaron la cascada de acontecimientos que permitieron la aparición de nuestra especie.
Desarrollamos un pie que permitía sostenernos erguidos, dejando el pulgar de ser oponible, y nuestras piernas se enderezaron.
La pelvis y la cadera cambiaron su forma y tamaño, y la espina dorsal adopto forma curvada.
El ritmo respiratorio se independizó del paso, permitiendo la regulación de la respiración y del habla.
La lengua y la faringe se hundieron más abajo y los cambios en la laringe permitieron una gran variedad de sonidos
Quedaron las manos libres para llevar comida y palos, el pulgar oponible, más largo y con mucha movilidad, permitiendo el movimiento de pinza con todos los demás dedos. También se desarrolló una gran sensibilidad en las yemas de los dedos que facilitaron una coordinación motora extraordinaria.
Con las manos plenamente funcionales para el manejo y el transporte de utensilios, se favoreció el aumento progresivo del cerebro y especialmente de la corteza frontal.
Como el canal del parto era más estrecho a causa del bipedismo el parto se hizo más difícil y los bebes humanos nacieron muy poco desarrollados e indefensos, lo que obligaba a ocuparse de ellos durante mucho tiempo -el cerebro de un bebé es menos de la cuarta parte del cerebro adulto-, favoreciendo la formación de parejas estables.
Los primeros homínidos no disponían de capacidades físicas especialmente adaptativas para el medio en que se desarrollaron, sino que eran, en muchos sentidos, inferiores a muchos animales. No eran especialmente rápidos ni poseían alas para huir, tampoco eran corpulentos para la defensa o la depredación. No tenían una pigmentación que lo camuflara en su hábitat. Tampoco un caparazón como las tortugas, ni una capa de grasa que lo proteja en los ambientes más fríos; su olfato o su oído no eran especialmente agudos.
Sin embargo, frente a estas desventajas los homínidos desarrollaron un extenso y complejo sistema nervioso con el cerebro como centro integrador de la relación entre el organismo y el entorno. Gracias a este cerebro el ser humano puede dar respuestas diferentes a una gran variedad de condiciones exteriores. La previsión de acontecimientos futuros, el uso de herramientas, el lenguaje o el pensamiento religioso irían incorporándose a las capacidades de las distintas especies del género Homo.
El descubrimiento del fuego y la progresiva habilidad para la caza convirtieron a nuestros antepasados en organismos que dominaban el medio en el que vivían y consiguieron adaptarse con facilidad a él. No solo utilizarán a las demás especies para comer y sobrevivir, sino que se servirán de sus pieles para taparse, colmillos para adornarse o huesos y pieles para producir sonidos que les aportaran ventajas en el cortejo y el apareamiento. El lenguaje como un poderoso instrumento de intercambio de información que facilita el trabajo en grupo marcaría un desarrollo cultural que, definitivamente, le haría creerse dueño de una conciencia que le hacía dominador de la naturaleza y de un alma que lo conectaba con los dioses.
Ardipithecus ramidus, vivió hace
Australopithecus La muy conocida Lucy (casi
El tamaño del cerebro es similar al de los grandes simios actuales. Vivían en las zonas tropicales de África, alimentándose de hojas y frutos. Existe consenso en que una de las especies de australopitecos dio origen al género Homo en África
hace más de 2 millones de años. Aunque el debate sigue abierto a los detalles.
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Homo habilis (1,9 -1,6 millones) Con un cuerpo parecido a los autralopitecos – brazos largos en relación a las piernas- sin embargo, ya han experimentado una expansión del cerebro (entre 500 y 750 cc.) y se le atribuye la capacidad técnica para elaboración de las primeras industrias líticas. Son los primeros que no están ligados a un medio forestal y habrían habitado paisajes con espacios más abiertos. La posición bípeda en las hembras provoca una reducción de la pelvis que tiene como consecuencia un adelanto de los partos (lo cual implica neonatos prematuros, un mayor tiempo dedicado a la crianza y así la necesidad de mantener vínculos sociales fuertes que potencialmente coadyuvan al desarrollo de una cultura.
Homo ergaster (1,75-1 millón de años). Capacidad craneal de alrededor de 800 cc.
Se estima que es básicamente la versión africana de Homo erectus, del que es antecesor. Algunos especialistas consideran que pueden haber sido una única especie. Es posible que los Homo ergaster pueden haber sido los primeros en establecer relaciones sociales complejas precisamente facilitadas por un protolenguaje oral articulado que se veía acompañado por un gran cerebro capacitado ya para elaborar rudimentarias abstracciones. Puede que incluso pudieran establecer una primitiva teoría de la mente por la cual podría intuir los estados afectivos o "anímicos" de sus congéneres a través de las miradas. Este tipo de capacidades facilitarían la fabricación de armas, la transmisión de habilidades, reconocimiento de huellas, etc., que en definitiva les convertiría en expertos cazadores.
Homo erectus (1,8 millones de años y 300.000 años) habitaron en Asia oriental. En África se han hallado restos de fósiles afines que con frecuencia se incluyen en otra especie, Homo ergaster.
Era muy robusto y tenía una talla elevada, hasta 1,80 m de medida. El volumen craneal era muy variable, pero fue aumentando paulatinamente desde los 800 hasta los 1200 c.c. Usaba el fuego para cocinar, pues en sus cuevas han encontrado cenizas y carbón vegetal asociados a huesos de animales y a semillas quemadas
Homo antecessor. Vivió hace
Hombre de Neandertal (Homo neanderthalensis) habitó Europa y partes de Asia occidental desde hace 230.000 hasta hace 28.000 años, se cree que convivió en los mismos territorios europeos con los primeros homo sapiens y puede que se cruzaran con ellos. Tenían un cerebro con mucha capacidad para dominar los símbolos, enterrar a sus muertos y preguntarse por los misterios que esconde la naturaleza y el cielo. Vivían en cavernas, utilizaban ropa para combatir el frío y cazaban animales; pero desaparecieron por causas desconocidas.
Homo sapiens. Con una capacidad craneal de 1000-1500cc., los fósiles más antiguos de Homo sapiens proceden del sur de Etiopia.
Las aportaciones de la genética molecular permiten concluir que toda la humanidad actual tiene una antecesora común que habría vivido en el noreste de África (en territorios que corresponden a los actuales estados de Etiopía y Kenia) hace casi 200.000 años.
Esta fascinante historia está perfectamente contada en el documental "La odisea de la especie" y en su continuación " Homo sapiens", cuya visión recomiendo a todo aquel que quiera comprender la naturaleza humana.