La teoría de la evolución por selección
natural abrió la luz que nos permitió entender la extraordinaria diversidad de
seres vivos que pueblan nuestro planeta. A partir de esta sólida base, la psicología evolucionista trata de explicar
el comportamiento y los sentimientos humanos como respuestas adaptativas a su
entorno de hace unos millones de años.
Por su parte, la neurociencia está abriendo el cerebro buscando una
respuesta a los enigmas que han inundado la filosofía desde sus orígenes. No
parece que ahí dentro haya nada más que neuronas y una compleja maquinaria bioquímica. Sin embargo, continúa el misterio, continúa allí,
en lo más hondo. ¿Por qué?
Por otro lado, la mecánica cuántica está
buscando universos paralelos y dimensiones que a nuestra mente le cuesta
intuir. Puede que se realicen en un
futuro viajes interestelares que en la
actualidad no podemos ni imaginar. Puede que la ciencia del futuro sea capaz de
desentrañar la última esencia de la materia que existe en el Universo y entender el significado del tiempo, el mayor
de los enigmas. Puede que también descubra muchos secretos del funcionamiento
cerebral que hoy nos parecen inabordables. Pero… puede que siga ahí la pregunta: ¿por qué?
¿Por qué surgió en la evolución un cerebro que
ha tenido que soportar cantidades infinitas de sufrimiento y de angustia a lo
largo de su corta historia evolutiva? ¿Por qué apareció la mente, capaz de
preguntarse por el sentido de la vida, si es que lo tiene? ¿Por qué la ciencia
es capaz de encontrar leyes que describen el funcionamiento del mundo, no solo del
que es capaz de percibir a través de los sentidos y le resulta útil para su
supervivencia, sino del mundo subatómico y del intergaláctico? ¿Era necesaria
la aparición de nuestra especie en nuestro pequeño planeta para posteriormente
desaparecer en la inmensidad de un cosmos oscuro y ciego? ¿Son preguntas
pertinentes para una mente como la del
Homo Sapiens de inicios del siglo XXI? ¿Existen misterios insondables que
trascienden a nuestra capacidad de conocer?
Aspiramos a entender el Universo y sus reglas
sobre el espacio y el tiempo para dominarlo con la tecnología. Pero también intentamos
conectar con los dioses para mejorar y alargar nuestro paso por aquí.
Acudimos a un Dios para soportar la ansiedad que supone abrir los ojos a un
mundo hostil en el que la crueldad y el horror que ha tenido que sufrir la
humanidad han sido, a menudo, provocadas por los hombres. Y, a pesar de todo,
también el hombre es capaz de inventar futuros esperanzadores, soñar paraísos
prósperos y dichosos y aferrarse al anhelo de felicidad.
Pero… ¿por qué?
"¿Por qué?" no es una pregunta bien definida. A veces significa una cosa, a veces otra, y no siempre está claro que tenga que tener una respuesta. Otra cosa es que nuestro cerebro nos impulse a formularla y a sentirnos mal si no la respondemos; eso ha tenido notables beneficios evolutivos, pero no tiene mucho sentido asumir por las buenas que la pregunta siempre tenga sentido.
ResponderEliminarEs algo parecido a nuestra percepción del espacio: tenemos la intuición de que el espacio es euclídeo, lo que es una muy buena aproximación a la topología del entorno que biológicamente nos interesa, pero no tiene por qué corresponder, con una necesidad a priori, a la estructura del universo en su conjunto o de todas sus partes. Pues lo mismo con los "porqués": no podemos descartar que vivamos en una especie de "burbuja aristotélica" (en vez de "euclideana"), en la que lo normal es que haya porqués y podamos encontrarlos, pero quizá fuera de esa burbuja no los haya, ¿por qué tenemos que suponer que sí?
Hola Jesús.
EliminarMe alegro de que comentes en mi blog. En realidad, los porqués hacen referencia a una serie de dudas que me inundaron después de ver la película "Interestelar" y asomarme a mirar las estrella desde mi balcón. Tú mismo dudas en tu última frase sobre el exterior de la burbuja. De cualquier manera, las preguntas tienen un significado de finalidad, desde una posición de humildad a la que nos obliga nuestro fugaz paso por aquí. También tiene que ver con la famosa "¿Por qué existe algo en lugar de nada?" que es una pregunta que hacéis los filósofos a menudo. En fin, son unas reflexiones sobre si hay lugar para la duda, más allá de lo que nos puedan decir las reglas que gobiernan nuestro mundo.
Me gustaría que comentaras, si dispones de tiempo y ganas, sobre algunas entradas sobre teoría evolutiva del conocimiento o sobre el libre albedrío que hay en el blog. Son todas las entradas muy cortas en extensión. Un saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarAl final todas esas dudas del hombre son el trasfondo de superar la mortalidad, la gran tragedia de la inteligencia humana, en cuanto se es consciente de nuestra limitada existencia. Es por esa amargura y miedo a la muerte por lo que hombre ha construido todo un mundo de filosofía, pensamiento y religión, destinado a mitigar el miedo que nos produce nuestro final.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Excúseseme, si se considerase que rompo –inoportuno yo– el respetable molde de este ya establecido debate. Pero el tema planteado es de importancia tal que, creo, merece ser iluminado con cuantas otras también esclarecedoras luces tengamos disponibles. Y, como estimo que las luces de mi propia cosecha no alcancen categoría suficiente para merecer el poder preceder a ninguna otra luz aún por llegar, me limito ahora a proponer las tan acreditadas luces siguientes:
ResponderEliminarSe está cerca ya de cumplirse un siglo desde el momento en el que viera la luz pública aquello que escribiera D. José Ortega y Gasset:
– “Una de las máximas desdichas del tiempo es que, al topar las gentes de Occidente con los terribles conflictos públicos del presente, se han encontrado pertrechadas con un utillaje arcaico y torpísimo de nociones sobre lo que es una sociedad, colectividad, individuo, usos, ley, justicia, revolución, etcétera. Buena parte del azoramiento actual proviene de la incongruencia entre la perfección de nuestras ideas sobre los fenómenos físicos y el retraso escandaloso de las ciencias morales”.
Pero, aún con anterioridad, el mismo, Ortega, había escrito y publicado también aquello de:
– “El día que vuelva a imperar en Europa una auténtica filosofía (única cosa que puede salvarla) se volverá a caer en la cuenta de que el hombre es, tenga de ello gana o no, un ser constitutivamente forzado a buscar una instancia superior”.
- - -
Pues bien, parece claro que, durante el transcurso de este siglo acumulado desde aquel referido entonces, la sociedad humana ha progresado espectacularmente en el conocimiento generalizado de la constitución física del cuerpo humano; pero desaparece esa claridad en lo referente al progreso del conocimiento generalizado de la constitución psíquica del hombre; y de ahí la justificación de la existencia de tales “por qué” que nos ocupan. Según mi particular opinión.
Cordial saludo.
Hola.
EliminarEstoy de acuerdo con las brillantes citas que aporta de Ortega y Gasset. Pero he de decirle que creo que en las últimas décadas se están produciendo avances sobre la constitución psíquica del ser humano. En mi opinión, la psicología evolucionista y las neurociencias, entre otras disciplinas, están aclarando algunos aspectos sobre la naturaleza humana que eran difíciles de comprender para la filosofía. Esto no es incompatible con que, puede que de manera inexorable, aún quede un vacío suficiente como para preguntarse por ese fino hilo misterioso que nos conecta con el Universo, o con Dios. Un cordial saludo.
Si intentase justificar aquí cualquiera de los “por qué” que a mí me surgen en relación con este debate, es seguro que me perdería en argumentos comunes que no sabría simplificar con la brevedad que es exigible a un simple comentario. Por ello, paso directamente a exponer mi inquietud referente al conocimiento generalizado de la constitución psíquica del hombre:
ResponderEliminar- Para dar existencia a un individuo por el sistema natural general (no clónico), se necesita reunir un gameto femenino, el “óvulo”, y un gameto masculino, el “espermatozoide.
- La correspondiente Ciencia biológica nos dice que cada uno de ambos gametos, por separado, no constituye un ser vivo –un agente–, sino un instrumento inerte y utilizable a efectos bioquímicos biológicos fecundativos, una vez hayan sido reunidos ellos en condiciones adecuadas.
Entonces, yo me pregunto: ¿Quién dirige, guía e impulsa ambos referidos instrumentos a efectos biológicos fecundativos, cuando todavía no existe ni ADN ni cerebro para el nuevo individuo viviente?
Y como la Ciencia embriológica nos dice qué es lo que ocurre para dar inicio a la fecundación, pero no nos dice quién es ese “quién” de mi pregunta. Pues habré de preguntárselo a la Ciencia filosófica (teológica).
Cordial saludo
José Antonio Chamorro Manzano
No sé si estará de acuerdo con mi visión evolucionista, y creo que no le convenceré, pero yo creo que las estrategias reproductivas han sido seleccionadas durante muchos millones de años. No creo que la filosofía nos aclare este aspecto más de lo que lo hace la biología. Publiqué hace tiempo esta entrada que puede que tenga relación con su último comentario:
Eliminarhttp://memoriasdesoledad.blogspot.com.es/2013/04/imperativo-biologico.html
Miquel: Me satisface compartir con usted su conformidad con el concepto relativo a la evolución biológica. En nuestros actuales días, no sería racional ni razonable el mostrar oposición a la validez del hecho evolutivo que se manifiesta evidente de manera universal: En lo individual –todo ser viviente pasa por ser un zigoto unicelular, que luego podría evolucionar hasta alcanzar un máximo desarrollo específico, corporal y psíquico–; y en lo colectivo –ahí están la diversidad de especies sucesivamente descendientes, todas, del único ancestro común habido a lo largo de los miles de millones de años transcurridos desde que en la Tierra tal ancestro procreó a sus hijos (todos ellos unicelulares e iguales), para que estos procuraran llegar a ser procreadores, y así ininterrumpidamente dieran continuidad a la vida terrena–.
ResponderEliminarDonde sí ha de surgir disparidad de criterios, es en cuanto a los detalles biológicos parciales obtenidos mediante la ciencia o la filosofía. Ambas disciplinas se hallan siempre sometidas a progresivos estudios y posible experimentación, y en grandes lapsos de tiempo se producen y se asumen hipótesis que incluso llegan a contradecir a muchas de las más acreditadas precedentes. Es por ello, por lo que la mente humana se afana incansable por alcanzar hipótesis de carácter existencial universal y carentes de particularismos. Personalmente, siempre temo estar equivocado en lo que afirmo en cuestiones de tanta importancia; así es que siempre agradezco y agradeceré sus atinadas sinceras e instructivas respuestas (De la discusión, nace la luz).
Cordial saludo.
Hola José Antonio.
EliminarTodas las cuestiones de la filosofía se funden en la pregunta¿Qué es el hombre?. Desde mi punto de vista, la psicología evolucionista ofrece un marco para aproximarse, solo aproximarse, a responder a esta pregunta. En mi libro "Tiempo, memoria y libre albedrío" (cuesta un poco más que un café y se lee en una tarde) se encuentran algunas reflexiones personales acerca de la naturaleza humana. De nuevo, gracias por sus aportaciones a este blog. Un saludo.
José Antonio:
ResponderEliminarDices: "La correspondiente Ciencia biológica nos dice que cada uno de ambos gametos, por separado, no constituye un ser vivo –un agente–, sino un instrumento inerte y utilizable a efectos bioquímicos biológicos fecundativos, una vez hayan sido reunidos ellos en condiciones adecuadas.".
Lamento decirte que eso es un error: los gametos (igual, por otro lado, que todas y cada una de las células que forman parte de nuestros organismos) son seres vivos en sí mismos, no tienen nada de "inerte", e incluso pueden vivir independientemente del organismo al que pertenecen, si tienen un ambiente con las condiciones adecuadas (lo que, por otro lado, es lo que hacen todos los organismos). En la mayoría de los seres vivos pluricelulares con reproducción sexual, los gametos constituyen una FASE del ciclo de vida de la especie, ciclo en el que se alternan formas con un solo juego de cromosomas (haplonte), y formas con dos juegos (diplontes).
https://es.wikipedia.org/wiki/Alternancia_de_generaciones
En algunas especies, incluso, es la fase haplonte (es decir, la que corresponde a los óvulos y espermatozoides, o su equivalente en las plantas) la que vive más tiempo, y sólo se desarrolla la fase diplonte en el momento en que se va a producir la fecundación; en la mayoría de los animales, en cambio, la fase haplonte vive relativamente menos tiempo que la diplonte o lo hace en el interior del organismo diplonte (como los óvulos dentro de los ovarios), pero no por eso dejan de ser (los organismos haplontes) seres vivos "de pleno derecho".
Un saludo
Hola Jesús.
EliminarEstoy de acuerdo con sus palabras. Ya hice una reflexión al respecto en la entrada titulada "Imperativo biológico" de este blog que cité en un comentario anterior. Un saludo
Jesús: Agradezco debidamente tu atención dedicada a mi comentario del día 18; así como tu advertencia sobre el error que pudiera conllevar una hipótesis de carácter científico que yo de manera resumida transcribía. Con esa intervención tuya, considero que proporcionas una mayor importancia a este interesante debate y aportas una nueva luz para que los lectores podamos encaminar con acierto consecuentes indagaciones respecto al tema debatido.
ResponderEliminarSeguramente, podría yo reproducir para ti las consideraciones con las que contesté a Miquel en mi comentario que antecede. Pero creo que aún es posible y conveniente el añadir alguna otra consideración relativa al presente caso. Así, la propia experiencia ya nos mantiene en precautoria alerta ante toda hipótesis científica; sabemos que, a la larga, sobre todas ellas pende la amenaza de transitoriedad e inevitable desplazamiento por otras hipótesis nuevas más elaboradas y comprobadas. Basta darse un paseo por el ámbito de internet en búsqueda de hipótesis científicas erróneas u obsoletas, y con ello adquirimos o reforzamos una importante dosis de visión analítica instintiva.
Como ejemplo ahora oportuno y en relación con la hipótesis propuesta por mi y la propuesta por ti, se me ocurre indagar lo siguiente:
- Qué propiedades y funciones reconocen “al ser vivo” quienes sostienen la hipótesis presentada por mí. Y qué propiedades y funciones reconocen “al ser vivo” quienes sostienen la hipótesis presentada por ti.
- Qué propiedades reconocen “a la materia biológica inerte” quienes sostienen la hipótesis presentada por mí. Y qué propiedades reconocen a lo “inerte” quienes sostienen la hipótesis presentada por ti.
- Qué propiedades y efectos reconocen “a la función de vivir” quienes sostienen la hipótesis presentada por mí. Y qué propiedades y efectos reconocen a esa misma función quienes sostienen la hipótesis presentada por ti.
Y como conclusión final útil, queda para mí la enseñanza de que, los errores reconocidos sirven para dar alas al progreso científico acertado.
Atento saludo.
Hola, José Antonio
ResponderEliminarPese a que soy filósofo, no doy excesiva importancia a la tarea de intentar "definir qué es" la vida. Creo que es más sencillo tomar el concepto de "vida" como un cajón de sastre útil para meter dentro ciertos fenómenos naturales que tienen algunas cosas interesantes en común, aunque haya dudas sobre cuáles de esas cosas formarían un conjunto de condiciones "necesarias y suficientes" para definir "la vida". En todo caso, sea como sea, de lo que no hay duda en la ciencia biológica es de que los gametos son células vivas tan vivas como cualquier otra.
Un saludo
Yo creo que la pregunta realmente no es por qué, Miquel; sino para que, ¿para qué tanta lucha y dolor?
ResponderEliminarEn comentarios que anteceden, hemos visto enfrentarse dos hipótesis científicas contradictorias entre sí:
ResponderEliminar– Una que de manera abreviada dice, “La correspondiente Ciencia biológica nos dice que cada uno de ambos gametos (óvulo y espermatozoide), por separado, no constituye un ser vivo –un agente–, sino un instrumento inerte y utilizable a efectos bioquímicos biológicos fecundativos, una vez hayan sido reunidos ellos en condiciones adecuadas”.
– Y otra que también de manera abreviada dice, “los gametos son seres vivos en sí mismos”.
Como no parece que se haya podido armonizar ambas hipótesis y habrán de persistir dudas al respecto, considero que debiéramos dar voz aquí a una autoridad académica. Veamos que dice D. Nicolás Jouve, Dr. en Biología, Catedrático Emérito de Genética. Presidente de CiViCa., en su artículo publicado en:
http://www.investigadoresyprofesionales.org/drupal/content/acerca-de-%C2%BFcu%C3%A1ndo-empieza-la-vida-y-cu%C3%A1l-el-significado-biol%C3%B3gico-del-embri%C3%B3n
Artículo que en uno de los pasajes de su argumentación dice:
…”Antes del cigoto no podemos hablar de vida pues antes de que se forme el cigoto lo que hay son gametos, que no poseen ni la dotación cromosómica ni la información genética suficiente para organizar un organismo ni de forma autónoma ni dependiente del entorno. Un gameto tiene una vida limitada a unas pocas horas, a lo sumo días, y posee una finalidad en sí mismo, la fecundación, pero no puede asignársele entidad de ser vivo”...
Hola José Antonio.
EliminarGracias de nuevo por participar en el blog. Mi punto de vista es el siguiente:
En los ciclos vitales de los organismos con reproducción sexual existen dos fases. Una diploide, con dos juegos de cromosomas homólogos, y una haploide, con un solo juego. En el caso de los animales la fase diploide es la que conocemos como organismos vivos y la haploide se limita a unas células que son los gametos. Éstas, como se reconoce en tu cita del profesor Jouve, tienen vida, aunque tengan su tiempo limitado. Considerar a estos gametos como “seres vivos” con unos determinados derechos o considerarlos como una fase de paso es una cuestión lingüística que no impide que la realidad sea perfectamente conocida por la ciencia. Lo que está claro es que la vida se transmite de generación en generación a través de un hilo ininterrumpido desde hace más de 3.000 millones de años. A partir de ahí, los humanos pueden decidir arbitrariamente las cualidades o derechos que se pueden atribuir a cada entidad, y ahí entramos en problemas diferentes de los que pretendía tratar con la reflexión de la presente entrada.
Un saludo.
El Dr. Jouve es una voz bastante poco autorizada para hablar sobre estos temas, a causa de su potentísimo sesgo ideológico: http://esmateria.com/2013/01/17/un-asesor-cientifico-del-gobierno-defiende-bulos-para-oponerse-al-aborto/
ResponderEliminarSu reflexión, además, generaliza a todas las formas de vida lo que sólo es parcialmente verdad para algunos gametos de algunas especies: en el caso de muchas otras, la fase haploide es justo la que dura más. En el caso de los óvulos, además, no es cierto que "duren poco": de hecho viven muchos años, como individuos genéticamente independientes, dentro de los ovarios, hasta que alcanzan la fase de maduración uno por uno. Y respecto a los espermatozoides, vivirán "poco" en comparación con un adulto, pero viven mucho más tiempo (días) que algunos otros tipos de organismos (horas, e incluso minutos), que no tenemos ningún empacho en considerar organismos vivos.
En definitiva, que considerar que un óvulo o un espermatozoide no son "organismos vivos" es ponerse una venda (normalmente basada en dogmas religiosos) para tapar los ojos.