Este americano hijo de un trabajador de correos, nació en Nueva York en 1913 y se crió dando brincos por las calles de Harlem. Trabajó en el circo y durante la segunda guerra mundial en espectáculos para las tropas estadounidenses. En 1946, le descubre un cazatalentos de Hollywood y le propone para su debut cinematográfico en un excelente film negro, Forajidos de Robert Siodmak junto a Ava Gardner. El resultado no pudo ser más prometedor, y tres años después vuelve a rodar con el mismo director otro gran film: El beso de la muerte.
Dotado de una poderosa musculatura animal y una sonrisa amplia y enérgica aprovechó su experiencia como acróbata circense para el cine de aventuras y junto a su amigo y compañero en el circo Nick Cravat hizo clásicos de este género como El halcón y la flecha de J. Tourneur y El temible burlón de nuevo con Siodmack, Trapecio de Carol Reed precisamente sobre el mundo de los trapecistas que Burt conocía bien.
También probó con éxito el melodrama De aquí a la eternidad de Fred Zinemann donde protagonizaría en la playa junto a Deborah Kerr una de las escenas eróticas más famosas de la época; el western con títulos como Veracruz y Apache, las dos dirigidas por Robert Aldrich, y Los que no perdonan de John Huston; el drama religioso El fuego y la palabra, de Richard Brooks, con el que consiguió un Oscar de la Academia y un Globo de Oro; o el drama carcelario con El hombre de Alcatraz de John Frankenheimer. Con este director hizo otras películas interesantes, como Siete días de mayo y El tren.
Siendo una de las estrellas más cotizadas de Hollywood, comienza también a intervenir en films de comprometidos directores europeos. Destacan sus trabajos en El gatopardo del director Luchino Visconti, adaptación del clásico de la literatura italiana y Novecento de Bertolucci, donde se narra la historia de los primeros años del siglo XX en Italia. Ya en su etapa más madura realizó una excelente interpretación en Atlantic City de Louis Malle, junto a una joven y atractiva Susan Sarandon.
Dotado de un físico atlético y de una elevada estatura fue durante muchos años un galán rudo y duro, pero con una sonrisa simpática e inocente que le hacían ser víctima del destino. En sus últimos años interpretó personajes distinguidos y complejos que le valieron el reconocimiento de la crítica mundial más exigente. Fue el ejemplo claro de estrella autodidacta que se hace a si misma a fuerza de tenacidad para convertirse en un prestigioso actor versátil y una de las figuras más importantes del cine del pasado siglo.
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Llegó a debutar como director con El hombre de Kentucky (1955) El hombre de la medianoche (1974) y contar con su propia productora que lo independizaba de los magnates de la industria de Hollywood, y dio oportunidades a directores noveles como Sidney Pollack o John Frankenheimer, entre otros.
Aquejado de problemas de salud se aisló en su Nueva York natal junto a su tercera esposa, la productora televisiva Susan Martin. Un ataque al corazón acabó con su vida en 1994
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