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martes, 27 de agosto de 2013

HACE 25 AÑOS


Hace 25 años yo escuchaba esto:
 


 
 
 
 Muchas de las canciones que se incluyen en estos tres discos (se llamaban LP’s) se grabaron en mi cerebro conectadas a mis pasiones en el verano de 1988. Estos tres discos formaron parte del intenso paisaje emocional  que viví en una tranquila playa mediterránea y no hay nada que pueda rescatar con tanta exactitud la complejidad de las experiencias sentimentales vividas hace tanto tiempo. El tiempo, que todo lo erosiona, aun no ha conseguido diluir los aromas y las sensaciones que inundaron mi mente aquel verano y aún fluyen en mi cerebro  con nostálgica ternura cada vez que escucho estas canciones.
Grabadas en unas cintas de cassette para que pudieran ser transportadas como parte del equipaje, estas canciones se pegaron en mi alma con tanta contundencia que aquel cielo llovido de estrellas, aquellas interminables tardes con la piel salada y  aquellos labios besados con furia vuelven a mi memoria con cada acorde.
¡Que misteriosa fuerza tiene la música para acompañar las pasiones y para resistir el paso de los años!
En un misterioso rincón de mi cerebro -he leído que es en la zona dorsal del córtex prefrontal medial- continua unido de forma enigmática un esplendoroso  atardecer  y una lejana canción de amor, pero solamente mi conciencia es capaz de recordarlo, saborearlo y entenderlo.

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