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viernes, 2 de agosto de 2013

PLACERES


Cuando buceo en las aguas de mi memoria encuentro un espacio inconmensurable lleno de deseos, de recuerdos sentidos en soledad, una soledad poblada de sueños. Sobre estos recuerdos construye mi cerebro la ilusión de un yo, de una conciencia singular. A veces me gusta acunarme en algunos de los más placenteros. Aún me acuerdo, eran otros tiempos. Sí, aún consigo recordar algunos placeres…


-Saborear aquellos lejanos labios besados con sabor a fruta

-Aspirar el aroma de césped mojado en un caluroso día de agosto.

-Sentarte en la oscuridad de una sala de cine con la complicidad de aquella inocente novia.

-Pasear por un campo perfumado de azahar buscando la naranja perfecta que contenga el sabor perfecto.

-Contemplar el sol por la ventana mientras el aroma del café saluda un esplendido día de primavera.

-Exponer tu cara a la brisa marina a bordo de un barco que te ayudará a soñar intensos viajes y gloriosas batallas.

 -Abrasarte de pasión junto al mar en brazos de aquella novia prohibida

- Sumergirte en largas noches de fiesta con la sociabilidad por las nubes y con ilusiones desbordadas.

-Conversar con gente inteligente y querida bajo un cielo estrellado en espera de tiempos que llenen de pureza tu alma.

- Practicar deportes que te recuerden que tu cuerpo continua potente y sano, dispuesto para encarar nuevos retos.

-Rodearte de la carne sudada de una nueva amante.

-Disfrutar de  una fresca cerveza y un cigarrillo tras una refrescante ducha y en espera de una cena con buenas expectativas.

-Buscar la belleza definitiva.
 

El tiempo ha sustituido algunos de estos viejos placeres por otros más sosegados pero los diluirá todos cuando mi memoria desaparezca. Dicen que puede que llegue el día en que los recuerdos se puedan grabar fuera del cuerpo; la información neuronal pasará a información digital, en una especie de disco. No sé, no sé…

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