Has alcanzado la cima de tu experiencia pero tu cuerpo deja de
tener el vigor que deseas. La vida la miras, la conversas, la escribes y la
recuerdas, pero no la protagonizas. Tu mente adolescente que siempre confiaba
en el futuro te ha abandonado definitivamente. También debes desprenderte de
tus mejores sueños de juventud y de aquella absoluta belleza que siempre veías
en el horizonte. Solo te queda soportar la nostalgia y despedirte de los
milagros. Resistir con dignidad. Sonreír y derrochar generosidad ante quien lo
merece. Consolarte con tus mejores éxitos y resignarte ante tus fracasos. Pensar
en la despedida. Asumir los próximos
retos con valentía. Disfrutar la
soledad. Y dominar el silencio.
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