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miércoles, 30 de julio de 2014

SINCERIDAD

¿Es realmente deseable la sinceridad? Prueben a decir todo lo que piensan sobre su compañero de trabajo, o sobre cualquier pariente suyo, o de su mujer. Prueben a decir todo lo que sabe de su amigo o su novia, o de su ex amigo o su ex novia. Decídase a salir a la calle con un arrebato de sinceridad y diga lo que piensa de ese vecino que está continuamente molestando o de ese señor que viene por el parque con el perro suelto y ensuciando las más elementales normas de urbanidad. Imaginen que a los hombres les diera por ser totalmente sinceros con sus mujeres, y les diera por confesar sus mejores sueños. También, por supuesto, que las mujeres padecieran semejantes ataques de sinceridad.
¿Son aconsejables los comportamientos donde uno se deja llevar por sus sentimientos y sus pasiones? ¿Realmente creen que los hombres deben dejarse guiar  por sus impulsos?
Las relaciones sociales están teñidas de una abrumadora dosis de engaños por todos lados; y de autoengaño, para que el engaño sea más eficaz. Si de relaciones laborales o políticas hablamos, para que les voy a contar. La variedad de virguerías y piruetas que algunos deben hacer para compaginar sus conductas con las bobadas políticas que vomitan en público resulta tragicómica. "Una cosa es trabajar como Papa y otra es creer en Dios" espetó un filósofo durante una conferencia a la que acudí hace muchos años. Echen un vistazo a la actualidad política.

La alarmante cantidad de memeces que se sueltan en cualquier barra de bar o en cualquier reunión de trabajo resultan difíciles de soportar si pierdes el sentido del humor. Solo si tienes suerte encontrarás un interlocutor adecuado que no te hará perder el tiempo. Viajamos por el mundo con la máscara por delante intentando jugar un papel con el que poder sobrevivir de la mejor manera posible, y solo en nuestra intimidad intentamos racionalizar nuestros actos y, en ocasiones, logramos ser conscientes de nuestra farsa.
En los ensayos de autoayuda se repite continuamente el consejo “se tu mismo” y se invita a sacar al exterior nuestra “esencia” más pura, a seguir los consejos que nos dicta nuestro corazón.  Pufs.  El olor sería insufrible. ¿De verdad es aconsejable que el hombre diga siempre la verdad? ¿Qué verdad?
Por mi parte, creo que debería ser más sincero, pero ni tan siquiera me atrevo a decir algunas reflexiones en un blog como éste, que no lee prácticamente nadie. Sería divertido, pero arriesgado; auténticas bombas que sorprenderían a muchos de mis conocidos, en el poco probable caso de que me leyeran.

Pero les prometo que todas las entradas de este blog están escritas desde la soledad y por esto, desde la sinceridad. Pienso lo que escribo, aunque muchas cosas que también pienso, no las escribo. Y por supuesto, tampoco las digo. ¿Y usted?

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