Abro los ojos
ligeramente. Mi mente todavía retiene un sueño delicioso. El rumor de las olas
no altera el magnífico silencio que llena la habitación. Algún pájaro también
se deja oír. Me despierto lentamente, dejándome tocar por los primeros rayos de
sol que cruzan la ventana.
Abro las ventanas, despacio. Aprecio la quietud del
amanecer frente al mar. Un largo y blanco día de julio comienza a desplegarse
mientras el cielo ya ha escondido las estrellas en su inmensidad. Estiro mi
cuerpo, respiro aire nuevo en un confortable despertar. Un cálido, tranquilo y
feliz despertar.
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