Cualquier teoría sobre la naturaleza humana, o lo que es lo
mismo, sobre la mente, debe resolver el siguiente dilema:
O bien la conciencia es el producto de la maquinaria bioquímica
subyacente en los miles de millones de conexiones neuronales del interior
del cerebro humano o bien consiste en una dimensión espiritual que funciona de
forma independiente de las leyes del cuerpo.
Dicho de otro modo, o bien aceptamos que sólo somos un animal
con un cuerpo gobernado por un montón de neuronas y de hormonas o creemos que
lo humano no se agota en lo físico y hay que acudir a un alma o espíritu que
opera con leyes independientes a las de la materia. Uno está obligado a enfrentarse a la disyuntiva de aceptar que los
rasgos que nos parecen más específicamente humanos como la generosidad, la
bondad, o el amor, así como el egoísmo o la crueldad proceden de nuestra maquinaria neurológica o,
en cambio, aceptar que hay algo más.
El problema es que lo que de verdad está en juego es el papel de
la responsabilidad moral y su relación con la libertad.
Si aceptamos que nuestra mente es el producto de nuestro
cerebro determinando nuestra
conducta deberá revisarse el concepto de
libre albedrío y también el de responsabilidad moral. El hombre aparece despojado
de su capacidad de decisión y la estructura social que nos distingue del resto
de los animales acabaría desmoronándose. No parece que esta idea cale con facilidad
en muchos intelectuales.
De cualquier manera se habrá de resolver la cuestión de la
responsabilidad moral humana, porque el dilema al que nos enfrentamos se puede
formular también de esta otra forma (que Pinker en su obra “La tabla rasa”
atribuye a Hume):
“O bien nuestros actos están determinados, en cuyo caso no somos
responsables de ellos, o bien se deben al azar, en cuyo caso no somos
responsables de ellos”
Buena entrada, Miquel.
ResponderEliminarMuy interesante, por cierto, la cita de Hume en el libro de Pinker. A ver si encuentro el libro en internet para leerlo.
Un saludo.
Hola Samu.
EliminarEl libro de Pinker es, en mi opinión, una de las obras más importantes del presente siglo. En él, se cita esta frase como la guillotina de Hume, pero al consultar en la red no aparece la cita que menciono. En este mismo blog, tienes una reseña del libro bajo la etiqueta de libros.
De cualquier manera, la frase me parece muy interesante, y en el libro "Tiempo, memoria y libre albedrío" hay una reflexión sobre esta cuestión, en la que intento ofrecer una salida a esta paradoja.
Un saludo
Un tema espinoso. En efecto, los avances de la ciencia cognitiva podrían llevar a algunos a concluir que los humanos somos poco más que máquinas genéticamente programadas en las que la libertad y la responsabilidad no tienen lugar. Eso equivaldría a decir que los humanos no somos humanos. Obviamente no estoy de acuerdo, y pienso que, alcanzado un nivel de complejidad neuronal, el hombre adquiere consciencia de sí mismo, y es capaz de tomar decisiones más o menos autónomas. Un tema imprescindible, desde luego. Saludos.
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