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jueves, 23 de febrero de 2023

CALMA

 Por las mañanas me despierto despacio, abro los ojos suavemente, como un animal, y escucho el leve rumor de las olas. El resto es silencio, solo silencio. Ya no vivo en una ciudad. Tampoco las ciudades son como antes, que tenían el aroma de los sueños. Y yo, yo tampoco soy el de antes.

Queremos ser cruciales para la gran familia humana, lograr el status que te permitirá la conquista anhelada, que te hará dominar tu entorno y ocupar el lugar privilegiado para el que has sido elegido. Vivimos pendientes de la opinión ajena, siempre reclamando su atención, como una flor hace con el sol. Pero llega el día en que te das cuenta en que eres uno más, un pedazo de carne en la gran cadena evolutiva, un soma intrascendente del reino animal que, durante un tiempo se creía especial. Al final nada importa. El universo no necesita a nadie. Una vez superadas tus pasiones más salvajes, solo te queda aceptar que la mejor forma de participar en esta carrera de relevos es evitar el miedo y el dolor. Desde ahí buscar la belleza en la verdad, en la serenidad, en la calma

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