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lunes, 10 de junio de 2013

CINE DE RISA

 
Según el neurobiólogo Robert Provine, la risa es un “balbuceo lúdico, instintivo, contagioso, estereotipado y de control subconsciente —o involuntario— que raramente se produce en soledad”. Es por esto que la risa es más placentera cuando se comparte, cuando se contagia. Las neuronas espejo, que nos ayudan a ponernos en el lugar del otro, se activan cuando oímos risas invitándonos  a unirnos, sobre todo en presencia de personas de nuestro agrado

La risa es también la expresión compartida de alivio, de ausencia de miedo, una señal de confianza hacia los demás eliminando cualquier atisbo de agresividad. Pero ante todo es un comportamiento social, reforzamos nuestros afectos cuando nos reímos, porque la risa es una manifestación de nuestra intención de mantener lazos de unión con los demás.

Así pues, la soledad no es buena compañera de la risa; de ahí la exclamación de Cioran  “Todo el mundo me exaspera, pero me gusta reír, y no puedo reír solo”.

Por esto se disfrutaba tanto en las salas de cine cuando prácticamente toda la sala compartía la carcajada. Pocas cosas hay más contagiosas que un niño riendo tiernamente ante una pantalla. Y por esto, durante mi niñez, las comedias se llamaban películas de risa. Durante esa época, en televisión se ofrecía a menudo, “momentos de cine cómico”, y era frecuente encontrar a varios niños vecinos, compartiendo merienda y risas sentados en el suelo frente al televisor de cualquier casa.


Desde los primeros tiempos del cine mudo los cómicos han buscado el entretenimiento provocando la risa con toda clase de gags absurdos repletos de tartas y de golpes. Harold Lloyd, Buster Keaton, Charles Chaplin, Oliver y Hardy, se convirtieron en los principales nombres del cine en sus inicios.

Cuando el cine se hizo sonoro, aumentó sus posibilidades para la comedia y, en un principio, se apoderó de la palabra el genio de Groucho Marx. Aunque las películas con sus hermanos no envejecieron muy bien, entorpecidas sobre todo por unos números musicales que interrumpen el ritmo, quedan muchas de sus secuencias para la lista de los disparates más provocadores de risa que dejó el cine clásico.

Entre ellas destaca  Sopa de ganso, de1933, una alocada comedia que la crítica acoge ahora como una de las mejores películas de los hermanos Marx, y también del genero de la comedia. Sin embargo supuso tal fracaso de taquilla en su momento que la Paramount les rescindió el contrato, obligándolos a marcharse a Hollywood; ficharon por la MGM y protagonizaron nada menos que Una noche en la ópera y Un dia en las carreras.

Sopa de ganso, trata, es un decir, de un estado llamado Freedonia donde eligen como presidente a Groucho. En sus 70 minutos de duración contiene una larga cantidad de momentos muy divertidos, desde el numero de los tres sombreros hasta la que considero la cumbre del gag: la secuencia de los espejos donde Groucho, con gorro de dormir, camisón, bigote y cigarro se sitúa delante de un inexistente espejo. Imagino que ya la habrán visto, de lo contrario, les aconsejo que busquen la secuencia, o la película. Los hermanos disparan todo tipo de armas, contra todo tipo de enemigos y contra la señora Dumont, blanco perfecto para el afilado verbo de Groucho.

Para terminar, una anécdota que no sé si conocerán: una ciudad del estado de Nueva York llamada Fredonia protestó por la utilización en el film de Freedonia para dar nombre a un estado. Los Marx contestaron, “Cambien el nombre de su ciudad, perjudica nuestra película”

 

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