CINE DE RISA
Según
el neurobiólogo Robert Provine, la risa es un “balbuceo lúdico, instintivo, contagioso,
estereotipado y de control subconsciente —o involuntario— que raramente se
produce en soledad”. Es por esto que la risa es más placentera cuando se
comparte, cuando se contagia. Las neuronas espejo, que nos ayudan a ponernos en
el lugar del otro, se activan cuando oímos risas invitándonos a unirnos, sobre todo en presencia de personas
de nuestro agrado
La risa es
también la expresión compartida de alivio, de ausencia de miedo, una señal de
confianza hacia los demás eliminando cualquier atisbo de agresividad. Pero ante
todo es un comportamiento social, reforzamos nuestros afectos cuando nos
reímos, porque la risa es una manifestación de nuestra intención de mantener
lazos de unión con los demás.
Así pues, la soledad no es buena compañera de la risa; de ahí
la exclamación de Cioran “Todo el mundo me exaspera, pero me gusta reír, y no
puedo reír solo”.
Por esto se
disfrutaba tanto en las salas de cine cuando prácticamente toda la sala
compartía la carcajada. Pocas cosas hay más contagiosas que un niño riendo
tiernamente ante una pantalla. Y por esto, durante mi niñez, las comedias se
llamaban películas de risa. Durante esa época, en televisión se ofrecía a
menudo, “momentos de cine cómico”, y era frecuente encontrar a varios niños
vecinos, compartiendo merienda y risas sentados en el suelo frente al televisor
de cualquier casa.
Desde los
primeros tiempos del cine mudo los cómicos han buscado el entretenimiento
provocando la risa con toda clase de gags absurdos repletos de tartas y de golpes.
Harold Lloyd, Buster Keaton, Charles Chaplin, Oliver y Hardy, se convirtieron
en los principales nombres del cine en sus inicios.
Cuando el
cine se hizo sonoro, aumentó sus posibilidades para la comedia y, en un
principio, se apoderó de la palabra el genio de Groucho Marx. Aunque las
películas con sus hermanos no envejecieron muy bien, entorpecidas sobre todo
por unos números musicales que interrumpen el ritmo, quedan muchas de sus
secuencias para la lista de los disparates más provocadores de risa que dejó el
cine clásico.
Entre ellas
destaca Sopa de ganso, de1933, una alocada
comedia que la crítica acoge ahora como una de las mejores películas de los hermanos
Marx, y también del genero de la comedia. Sin embargo supuso tal fracaso de
taquilla en su momento que la
Paramount les rescindió el contrato, obligándolos a marcharse
a Hollywood; ficharon por la MGM
y protagonizaron nada menos que Una noche en
la ópera y Un dia en las carreras.
Sopa de ganso, trata, es un decir,
de un estado llamado Freedonia donde eligen como presidente a Groucho. En sus 70
minutos de duración contiene una larga cantidad de momentos muy divertidos,
desde el numero de los tres sombreros hasta la que considero la cumbre del gag:
la secuencia de los espejos donde Groucho, con gorro de dormir, camisón, bigote
y cigarro se sitúa delante de un inexistente espejo. Imagino que ya la habrán
visto, de lo contrario, les aconsejo que busquen la secuencia, o la película. Los hermanos disparan todo tipo de
armas, contra todo tipo de enemigos y contra la señora Dumont, blanco perfecto
para el afilado verbo de Groucho.
Para
terminar, una anécdota que no sé si conocerán: una ciudad del estado de Nueva
York llamada Fredonia protestó por la utilización en el film de Freedonia para
dar nombre a un estado. Los Marx contestaron, “Cambien el nombre de su ciudad,
perjudica nuestra película”
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