No sé si algún día escribiré con la absoluta libertad que me merezco sobre la estupidez. Sin importarme el juicio del imbécil, del tonto malo que solo destaca en su mediocridad y en su capacidad de mentirse a sí mismo. La estupidez humana suele ir acompañada de una gran dosis de autoengaño, el cual es un rasgo del ser humano que no se ha tenido en cuenta lo que debería y que merece una reflexión aparte.
El estúpido se
pasa el día buscando argumentos que llenen su cabeza hueca. Con bastante poco,
alimentan su ego y salen a taladrar la cabeza a alguna víctima inocente. Porque
el estúpido es, además, muy pesado. Siempre insiste. Le suele gustar ser protagonista, y llamar
la atención. ¡Con que asombrosa naturalidad parecen disfrutar de los eventos
sociales sin importarles la apestosa carga de inmoralidad que llevan encima! Su
estupidez es producto de sus elevadas limitaciones afectivas debido a que fueron
malparidos y luego malcriados. Porque además, suelen ser feos. Feos de alma. Feos
de cojones. Es muy habitual en los putos
feos creerse más listos. Dicen que tuvieron que ser más listos para poder
sobrevivir. Como si hubiera una selección natural de los más listos en la actualidad.
No creo que se reproduzcan más, pero, los feos ya no se mueren de feos, al
contrario, viven bien, acaban situándose bien. Muchas veces se colocan de
maestros. También en la universidad, faltaría más. O de periodistas. O de políticos.
Los pueden encontrar en cualquier profesión. Todos se caracterizan porque hacen
muy mal su trabajo; pero ellos se creen que son los mejores en lo suyo. Su poca
lucidez la utilizan para buscar argumentos falaces que refuercen su estima y
puedan dormir por la noche. Son capaces de destrozar todo lo que tocan pero pronto
aparecen silbando como si ellos no tuvieran nada que ver. Al momento ya tienen
el argumento para buscar un culpable y pregonar su receta que solucionaría el
destrozo sin ser consciente de que lo acaban de provocar. Si polemizas con
estos memos los puedes aniquilar en pocos minutos, porque tienen su capacidad
de raciocinio muy limitada, pero pronto se alejan, huyen buscando refugio desde el que vomitar a otro
sus bobadas. Porque también son bobos. Y babean, y les gusta enjabonar a alguien de vez en cuando
y así consiguen que les escuche, pero los memos lo confunden con la generosidad. Pero como son envidiosos y acomplejados, tardan poco en volver a sacar su estúpida lengua venenosa.
Por suerte hay camioneros, farmacéuticos o
mecánicos que hacen bien su trabajo. Vendedoras que te venden un buen pan. O
camareros que te sirven con amabilidad la cerveza. Gente con clase. No mucha. Puede que mañana piense otra cosa.
EXTRAORDINARIO, NI MAS NI MENOS..............
ResponderEliminar"El Grado de la Estupidez Humana, Está Muy Por Encima de Su Grado de Capacidad de Raciocinio"
ResponderEliminarJ.Q. Mol