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sábado, 26 de febrero de 2011

TENER CLASE

Llevan la elegancia y la dignidad calada en sus huesos;  emanan sin esfuerzo una  enigmática seducción que procede de la belleza moral que tienen en su naturaleza y que enseñan con la mirada.  Con nobleza y sensatez se dedican a la difícil tarea de respetar a los demás y  hacer bien su trabajo sin mostrar la agresividad que otros  vomitan al entorno. Esta misteriosa fascinación que son capaces de desplegar con cualquier gesto les permite enfrentarse al destino sin contaminar el aire que todos respiramos. Envejecer y sobrevivir embelleciendo el paisaje. En eso consiste tener clase, y no tiene nada que ver con ser un genio, tener dinero, dedicarse a la política o salir en televisión.

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