Me gustan estos
días húmedos, sin sol. Es mediodía y nadie parece tener prisa. Un aura de
invierno deja una débil lluvia que no llega a mojarte. Una luz pálida y
silenciosa se derrama sobre calles medio vacías. El frío, desnudo, cae con calma sobre el cristal de unos coches
inmóviles. Nada se mueve, se oye el
suave silencio de las hojas. Un gato cruza la acera, indiferente, tranquilo,
ajeno. Una dulce paz llena el aire. Respiro, sonrío. Camino y me siento
cómodamente solo.
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