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miércoles, 17 de julio de 2013

FELICIDAD (II)


Dolor, miedo y conciencia de la muerte son los tres componentes de la infelicidad que propuso el profesor Jordi Agustí en unas conferencias realizadas en Tarragona en octubre de 2010 organizadas por Tercera Cultura. Creo que analizar estos factores desde una perspectiva evolucionista es la mejor manera de acercarse a entender el concepto de felicidad.
Para cualquier animal, el primer componente de la felicidad es la ausencia de dolor. El programa genético con el que nacen les impulsa a mantener el medio interno dentro de un intervalo óptimo para mantener sus estructuras en el tiempo y perpetuar así, sus genes. Cualquier alteración del equilibrio homeostático interno generará dolor del cual todo cerebro intenta huir, de la misma manera que cualquier intervalo óptimo del medio interno será asumido por el organismo como un estado placentero.
Además, algunos animales son capaces de anticipar situaciones futuras, apareciendo la sensación de miedo cuando se previenen sensaciones de dolor, es decir, futuros ataques que amenacen el bienestar o la supervivencia. Por tanto, la ausencia de miedo sería el segundo componente de la felicidad.
En el caso de los humanos, el máximo miedo se corresponde con la conciencia de la muerte que es la aniquilación total del organismo. El hombre tiene la certeza, al menos de momento, de la temporalidad de nuestro destino y de los que comparten nuestros intereses genéticos. También aquí se pueden añadir algunos casos de empatía que nos acercan emocionalmente a otros seres humanos.  Este miedo supremo, propio de la especie humana sería pues, el tercer factor que condiciona la felicidad.

Por tanto, la felicidad estará asociada a momentos de ausencia de dolor, - de ahí la importancia que le solemos dar a la salud-, de ausencia de miedo -no hay nada como la tranquilidad y la seguridad-, y de una sensación de lejanía de la muerte -aunque nunca estamos libres de ella, hay momentos donde uno cree que el tiempo no está tasado y es casi la eternidad lo que le queda por delante-.

En el ser humano, estas situaciones se dan sobre todo en edades donde el cuerpo está en su máximo esplendor, uno visita poco al médico y tiene miedo de pocas cosas y además intuye sublimes conquistas en el mundo en el que le ha tocado vivir.  Por tanto, es como si la naturaleza nos haya ofrecido sensaciones de felicidad máxima para aquellas situaciones donde el cuerpo se siente joven, sano y valiente. Y se experimentan sobre todo en las situaciones previas a las que uno espera la recompensa, es decir en la antesala de la felicidad. De ahí la frase de Punset “ la felicidad está en la sala de espera de la felicidad”.
Los organismos con reproducción sexual han sido fuertemente seleccionados para el sexo, y los que lo encuentran aburrido, no tienen muchas posibilidades de pasar el filtro de la selección natural. En el caso de los humanos, debido a las particulares condiciones en las que evolucionaron,  hizo que apareciera un fuerte sentimiento de apego por la pareja sexual, al menos durante unos años, que es el periodo que suele tardar la crianza de la prole. Este sentimiento, que denominamos amor, es el que mayor sensación de placer proporciona, y por tanto la anticipación de dicho placer, es decir, la ilusión de conquista, la lucha por la pareja para la reproducción es la que mayor sensación de júbilo proporciona, una autentica explosión hormonal que le hacen creer a uno un ser inmortal insensible al dolor y al miedo. Y lo contrario, la angustia del desamor, el miedo a la pérdida del ser amado ocasiona fuertes sentimientos de desasosiego y tristeza y una fuente inagotable de conflictos.  No hay más que revisar el arte, en cualquiera de sus manifestaciones, para darnos cuenta de cuál ha sido el motor que ha movido nuestra historia.

Tener el máximo estado de bienestar -ser feliz- es útil para el proceso de selección sexual, la eterna lucha de los hombres por las mujeres. Es en ese campo de batalla donde se han forjado la mayoría de las ilusiones por las que los humanos se han movido. Es en esta incansable lucha por conquistar fragmentos de ADN  donde se explican los deseos humanos que han construido nuestros mejores sueños. Que otra cosa es el poder, si no es la lucha por conseguir el mayor número de recursos para conseguir el mayor número de mujeres, aunque el ser humano haya sido capaz de desvincular el sexo con la reproducción- característica auténticamente exclusiva de nuestra especie-. ¿Qué es el dinero?,  Aristóteles Onassis , experto en  dinero, y en mujeres, dijo: “Si no existieran mujeres, todo el dinero del mundo dejaría de tener sentido”.
Todo esto porque los seres vivos buscamos un estado interno agradable, es decir, sentirnos  a gusto, con el cuerpo y con el mundo.  La selección natural nos ofreció para ello la ilusión de ser felices. Por lo menos durante algún tiempo.

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