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jueves, 11 de julio de 2013

TIEMPO (II)


Un ser vivo está hecho de tiempo. Crece y se organiza a lo largo del tiempo en constante interacción con su entorno del que extrae orden, es decir, información.
La vida se instaló en este planeta cuando unas moléculas consiguieron replicarse y permanecer a lo largo del tiempo. Hacer muchas copias, no todas idénticas,  y seleccionar las que mejor funcionan, ésta es la lógica del mecanismo darwiniano que explica como la vida prosperó a lo largo de su aventura evolutiva. Así consiguieron los genes llenar el espacio y permanecer en el  tiempo. En un cierto momento, algunos seres vivos desarrollaron cerebros que permitían adaptarse mejor porque tenían memoria de lo que sucedía en un ambiente que cambia rápidamente. La información guardada en el ADN se complementa con la de la neuroquímica cerebral. Pero el cerebro, además de recordar, analiza, compara y realiza abstracciones capaces de inventar soluciones para los problemas a los que se enfrenta, y es muy útil compartir información. Así conseguimos desde hace unos diez mil años acumular información fuera de nuestros cuerpos, en forma de libros. Un cerebro pudo aprender de algo que escribió otro que murió muchos años atrás. Las canciones de amor pueden estar codificadas en forma de genes, de neuronas, o de palabras.
En la actualidad, en la llamada sociedad de la información, ésta se consigue y se comparte de forma instantánea a través de Internet. Los humanos cuelgan en la red cualquier ocurrencia de manera obsesiva para que tenga entidad más allá de su propio cuerpo. Incluso los científicos  lanzan mensajes interestelares con la esperanza de aliviar nuestra soledad cósmica.  Siempre con la finalidad de luchar contra el tiempo.
 La persistencia de la información a lo largo del tiempo es la obsesión del proceso vital.
Pero, en realidad, es el tiempo el mayor de los enigmas. Captar la esencia de lo que significa un millón de años o un solo segundo no está, aún, al alcance del ser humano.  Es el tiempo el que construye la singularidad de un cerebro. Es el tiempo el que todo lo deshace.

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