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miércoles, 17 de julio de 2013

CUALQUIER DÍA DE MEDIADOS DE JULIO


(Como he hablado de la felicidad en mis últimas entradas y estamos en estas fechas, he decidido colgar un breve texto que escribí a principios de los 90 sobre aquellos días en que los veranos eran interminables en estas playas del Mediterráneo)
 
 

Puede haber días más elegantes o más finos que estos días del mes de julio, pero es difícil imaginárselos, si salen buenos, más completos y extensos. 

Un sol redondo detrás del mar en calma anuncia a primeras horas de la mañana un espléndido saludo a un día de primera clase. El aire está limpio y la naturaleza mantiene toda su armonía  El sol aún no ha cuajado y una suave brisa te puede acariciar la piel si tienes la suerte de pasear por una de estas tranquilas playas mediterráneas. 

Un agradable almuerzo  y leer el periódico en cualquier sombra pueden ser disfrutados sin ninguna velocidad, mientras se acerca el mediodía. Ya en la playa, el sol escampa todo su poder por tu carne pero un baño diluirá su energía mientras conversaciones sobre lo cotidiano te alejan de cualquier tragedia. 

Un buen plato de paella, o de arroz al horno supone un auténtico deleite en cualquier terraza; hay buen apetito tras el baño y los sentidos están todos abiertos de par en par. Como no es un artículo gastronómico no hablaré, aunque lo merezca, del melón, que por estos días y en estas zonas están en todo su esplendor y plenitud. La sobremesa puede ir acompañada de una partida de cartas, yo prefiero el truc, pero puede sustituirse por una relajante siesta. 

A media tarde puede ser momento para otra visita a la playa. Puedes escuchar  buena música, leer una apasionante novela o disfrutar de una agradable compañía. Puedes perder la noción del tiempo con unos juegos en el agua; el  momento ha sido creado para la dicha y todos los poros de la sensibilidad estás preparados para recibirla. Arena, sol, mar y TÚ. Es muy difícil que la tristeza se siente a tu lado. 

El sol se vuelve rojizo y se marcha a iluminar otras partes del mundo, para volver a salir mañana con idéntica majestuosidad. Si eres un niño puedes jugar al fútbol hasta que los mosquitos hagan acto de presencia o tu madre te obligue a dar una ducha para cenar. Si ya lo fuiste, puedes pasear en bicicleta, o hacer ejercicios físicos más intensos pero no menos placenteros. Mientras, una maravillosa luz perfumada te permitirá recuperar viejos aromas que creías olvidados. 

Una enorme ducha te relaja, te refresca y tu cuerpo sabe que todo funciona bien, y que el día aún está lejos de terminar. Estás preparado para una deliciosa cena, compartida con gente querida. 

Después un helado y un breve paseo que te conducirá a olores salados a yodo marino que te recuerdan viejos barcos y puertos donde iniciaste lejanos viajes soñados. 

La temperatura aquí parece la inventada por la evolución para que el hombre celebre la naturaleza. Una sensación de bienestar se apodera de tu interior mientras las cigarras cantan y algún búho grita desde su vuelo. Largas tertulias con las estrellas adornando el cielo te llevarán por divertidas y ocurrentes conversaciones hasta altas horas de la madrugada, esto depende de tus obligaciones al día siguiente;  en cualquier caso merece la pena pasar un poco de sueño y apreciar lo que vale la pena estar vivo, y la enorme pena que es morir.  

Si comprendes que estos días están tasados y que no duran siempre;  si no andas distraído en otras prisas y caprichos, entonces entenderás que estos días, perfectos y baratos, son un regalo de la confitería divina y que DIOS no necesita más argumentos para expresarse. Solo cabe que el AZAR te obsequie con algún extra que sea una explosión de vida y de fiesta para todos tus sentidos, y que ya no olvidarás. 

Y...espera a que mañana una nueva luz llegue hasta tu cama.

 

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