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domingo, 25 de junio de 2017

UNA CERTEZA Y UN MISTERIO

Tengo una certeza que me permite entender la esencia de la vida y que constituye una sólida base para construir el conjunto de conocimientos y opiniones que tengo sobre la naturaleza del ser humano y su lugar en el mundo. Esta certeza es la  idea derivada de la teoría darwiniana de la evolución según la cual el hombre es un animal como los demás que se ha forjado tras millones de años de peripecias evolutivas  sometidas a selección natural.

Con este punto de partida es más fácil entender la importancia del sexo y de la selección de pareja en el comportamiento humano de cualquier tiempo y de cualquier lugar, los potente lazos sentimentales  en la familia y no en la tribu, la búsqueda de notoriedad dentro del grupo para mejorar los recursos y la mezcla de egoísmo  y cooperación con que el cerebro humano logra gestionar las necesidades que tiene como animal.  Pueden buscar excepciones, pero el potente apego entre una madre y su hijo solo es explicable admitiendo una naturaleza humana con fuertes raíces en su pasado evolutivo. También así comprendo mejor el importante papel del padre en la crianza o la hondura del sentimiento amoroso y de todos los vínculos de sangre.

Como los demás animales somos arrojados al mundo sin ningún derecho natural y es la cooperación entre individuos y la necesidad de la defensa social la que nos obliga a cumplir unos deberes y nos permite reclamar unos derechos que mejoren nuestro bienestar.

Nuestra aventura evolutiva nos llevó a un aumento de la inteligencia gracias a una extraordinaria complejidad cerebral que hizo posible la aparición de  sociedades donde la esperanza y la calidad de vida se incrementaron notablemente, lo cual  deberíamos  reconocer  y agradecer. Esta complejidad cerebral, trajo consigo la aparición  de un  sentimiento religioso  que aliviara la soledad y la angustia frente a la furia de una naturaleza que lucha desprovista de sentido. Así surgieron líderes que con su charlatanería prometían incluir al clan en un plan cósmico, proporcionando también unidad y estabilidad en grupos  cada  más amplios que resistieron mejor el paso del tiempo. Hasta que apareció  la ciencia,  que con su método permite extraer información y orden del entorno de manera eficaz, y veraz, y  ha logrado desarmar al hombre frente a un ambiente cruel y un universo ciego y sin propósito. La ciencia no encuentra ninguna finalidad y avanza inestable con tecnologías ajenas al futuro.

Pero también tengo un misterio.¿Qué necesidad había de que la materia se transformara en conciencia y reflexionara sobre sí misma? ¿Por qué el hombre tiene que sufrir ante la llegada de la muerte y el retorno al abismo de la nada? ¿Por qué tanto dolor y tanta angustia en su lucha por la supervivencia? Los filósofos siempre se han preguntado de manera precisa: ¿por qué el ser y no la nada? Puede que exista un enigma que no tenga nada que ver con la tecnología porque no tiene nada que ver con la materia. Puede que ese enigma suponga el único hilo que nos mantenga atados a Dios.


Tengo la certeza de que la evolución de la materia es un hecho pero  es un misterio el porqué esta materia se ha hecho sensible y consciente.