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domingo, 17 de diciembre de 2017

MEMORIA

MEMORIA

La vida no es más que un complejo proceso de guardar información para que no se desintegre con el paso del tiempo. La replicación de un mensaje genético está en el mismo origen de la primera célula. Memorizar información haciendo copias es lo que ha hecho la vida desde sus comienzos. Ha progresado mucho por la sencillísima razón de que la eficacia es lo que prevalece. La selección natural de lo que funciona es la elegante idea que nos permite comprender la esencia de la vida. Nosotros estamos en las mismas, haciendo hijos.
También cada uno retiene en su cerebro los momentos más emocionantes que le acompañaron en su trayecto vital; se resiste a perder ese misterioso hilo que lo ata a su pasado antes de que las neuronas comiencen a flaquear. Pero este tipo de memoria es muy frágil, y extrañamente privada.


jueves, 30 de noviembre de 2017

NOVIEMBRE


Desde que comencé mi andadura en este blog, hace ahora justo siete años, me propuse publicar una entrada al mes como mínimo. Lo he podido cumplir sin tratar nunca de fútbol, ni de política ni de sexo, lo cual da una idea de las aspiraciones de llegar a un público muy amplio.
En este noviembre no he tenido ganas de escribir nada. Un mal mes lo tiene cualquiera. No diré más.


martes, 31 de octubre de 2017

HOMO DEUS. Yuval Noah Harari


Aunque ya hace tiempo que leí el libro Homo Deus de Yuval Noah Harari, continúan revoloteando en mi cerebro algunas de las ideas que allí expone este historiador israelí. Simplemente me voy a limitar a recomendar este importante ensayo donde se analizan las consecuencias de los extraordinarios avances de la biotecnología y la inteligencia artificial.
Antes de acabar este siglo puede producirse la mayor revolución de la historia de esta especie que comenzó su andadura hace casi 100.000 años y que puede dar un salto cualitativo en la concepción de la mente y en la comprensión de la esencia del ser humano. Una inquietante invitación a la reflexión sobre la naturaleza del hombre y el futuro que puede depararle a las próximas, y quien sabe si últimas, generaciones de Homo sapiens.


domingo, 17 de septiembre de 2017

SENSACIONES

El suave y limpio tacto de las sábanas de la infancia. El sonido de un grillo incrustado en medio de la serenidad de una noche estival. El entusiasmo adolescente con que se afronta una mañana de excursión con amigos. La sal de la mar pegada a tu piel. La luz de la luna iluminando tu mejor noche. La profunda humedad de la boca de aquella guapísima joven. El erotismo desbordante en la mirada de aquel baile. La extraña visión de la cara de tu amante que se embellece por el líquido vidrioso de sus lágrimas satisfechas. La ilusión frente a la próxima película que pueda abrirte el mundo. El roce en la mejilla de la débil lluvia de un día gris de otoño. Unas relajantes risas de sobremesa que ignoran por completo todos los miedos. Correr detrás del culo desnudo de un hijo tuyo. 

Estas y otras sensaciones parecidas se reunirán un día en un punto del cerebro para ser transportados a un soporte digital y alcanzar así la inmortalidad. O puede que eso no pase nunca y se pierdan para siempre; en este caso, estas palabras serán lo único que quede de aquellas sensaciones que una vez  tuvieron lugar en la mente de un hombre ilusionado e inocente.


jueves, 31 de agosto de 2017

NOCHES DE AGOSTO

Mientras la Tierra viaja atada al Sistema Solar surcando el infinito, aquí, en las costas mediterráneas todavía se ha podido disfrutar de la plácida belleza de una noche de agosto. Como cada año, hay escenas que se repiten a lo largo de las décadas, y en cualquier verbena se ha visto a  una pareja de jubilados bailando un bolero entregados a su oxidado amor. Una pareja de jóvenes amantes abandonan la plaza del pueblo para descubrir la esencia del mundo en el interior de un coche. Una hermosa niña practica delante de la orquesta un gracioso baile de la canción del verano mientras un inocente de cuatro años, en brazos de su padre,  graba en su memoria el perfume de esa noche. Si te has tumbado  boca arriba en la arena de la playa habrás podido deleitarte contemplando una lluvia de estrellas con un pasodoble de fondo musical. En plena revolución digital, los jóvenes todavía pueden escuchar la melodía inconfundible de Paquito el Chocolatero mientras saborean una leche merengada y persiguen con la mirada a la adolescente que baila con su abuelo en el centro de la plaza. Cualquier puerto emite un olor salado que  le recuerda a un anciano aquel barco que no cogió. En cualquier paseo marítimo, puedes cruzarte con una revuelta de hormonas adolescentes con el móvil en la mano retando al futuro; pero también con un inteligente ingeniero de mediana edad que no ve una digna salida a su vida cuando la música le hace recordar amores pretéritos y  sueños rotos de juventud. En un chiringuito frente al mar, un grupo de antiguos jóvenes recuerdan sus secretos inconfesables de adolescencia y ríen y mienten con el gin-tonic en la mano.


Como cada verano, la brisa del mar te ofrece serenos placeres y acude a rescatarte renovando el aire que respiras, por eso estas noches mediterráneas tienen un valor incalculable, y  conviene tener en cuenta  que la flecha del tiempo solo viaja en una dirección. En ninguna otra época del año el cerebro se vuelve tan sensible a la importancia de la búsqueda de la felicidad como en estos últimos días de vacaciones. Sientes nostalgia por los días que han ido cayendo sin remedio. Se acerca septiembre y te das cuenta de la calidad y la serenidad de estas  espléndidas noches de agosto. Cada uno sabrá si ha sido capaz de vivirlas como se merecían.

jueves, 6 de julio de 2017

Cita de Cioran. Breviario de podredumbre

La imaginación concibe sin esfuerzo un porvenir en el que los hombres gritarán a coro: «Somos los últimos: cansados del futuro, y aún más de nosotros mismos, hemos exprimido el jugo de la tierra y despojado los cielos. Ni la materia ni el espíritu pueden seguir alimentando nuestros sueños: este universo está tan seco como nuestros corazones. Ya no hay sustancia en ninguna parte: nuestros antepasados nos legaron su alma harapienta y su médula carcomida. La aventura toca a su fin; la conciencia expira; nuestros cantos se han desvanecido; ¡he aquí que ya luce el sol de los moribundos!».

Cioran, E. M.. Breviario de podredumbre . 

TODO PARA NADA

TODO   PARA   NADA

domingo, 25 de junio de 2017

UNA CERTEZA Y UN MISTERIO

Tengo una certeza que me permite entender la esencia de la vida y que constituye una sólida base para construir el conjunto de conocimientos y opiniones que tengo sobre la naturaleza del ser humano y su lugar en el mundo. Esta certeza es la  idea derivada de la teoría darwiniana de la evolución según la cual el hombre es un animal como los demás que se ha forjado tras millones de años de peripecias evolutivas  sometidas a selección natural.

Con este punto de partida es más fácil entender la importancia del sexo y de la selección de pareja en el comportamiento humano de cualquier tiempo y de cualquier lugar, los potente lazos sentimentales  en la familia y no en la tribu, la búsqueda de notoriedad dentro del grupo para mejorar los recursos y la mezcla de egoísmo  y cooperación con que el cerebro humano logra gestionar las necesidades que tiene como animal.  Pueden buscar excepciones, pero el potente apego entre una madre y su hijo solo es explicable admitiendo una naturaleza humana con fuertes raíces en su pasado evolutivo. También así comprendo mejor el importante papel del padre en la crianza o la hondura del sentimiento amoroso y de todos los vínculos de sangre.

Como los demás animales somos arrojados al mundo sin ningún derecho natural y es la cooperación entre individuos y la necesidad de la defensa social la que nos obliga a cumplir unos deberes y nos permite reclamar unos derechos que mejoren nuestro bienestar.

Nuestra aventura evolutiva nos llevó a un aumento de la inteligencia gracias a una extraordinaria complejidad cerebral que hizo posible la aparición de  sociedades donde la esperanza y la calidad de vida se incrementaron notablemente, lo cual  deberíamos  reconocer  y agradecer. Esta complejidad cerebral, trajo consigo la aparición  de un  sentimiento religioso  que aliviara la soledad y la angustia frente a la furia de una naturaleza que lucha desprovista de sentido. Así surgieron líderes que con su charlatanería prometían incluir al clan en un plan cósmico, proporcionando también unidad y estabilidad en grupos  cada  más amplios que resistieron mejor el paso del tiempo. Hasta que apareció  la ciencia,  que con su método permite extraer información y orden del entorno de manera eficaz, y veraz, y  ha logrado desarmar al hombre frente a un ambiente cruel y un universo ciego y sin propósito. La ciencia no encuentra ninguna finalidad y avanza inestable con tecnologías ajenas al futuro.

Pero también tengo un misterio.¿Qué necesidad había de que la materia se transformara en conciencia y reflexionara sobre sí misma? ¿Por qué el hombre tiene que sufrir ante la llegada de la muerte y el retorno al abismo de la nada? ¿Por qué tanto dolor y tanta angustia en su lucha por la supervivencia? Los filósofos siempre se han preguntado de manera precisa: ¿por qué el ser y no la nada? Puede que exista un enigma que no tenga nada que ver con la tecnología porque no tiene nada que ver con la materia. Puede que ese enigma suponga el único hilo que nos mantenga atados a Dios.


Tengo la certeza de que la evolución de la materia es un hecho pero  es un misterio el porqué esta materia se ha hecho sensible y consciente.

domingo, 28 de mayo de 2017

UN DÍA APACIBLE

Un estupendo y soleado día de primavera se asoma ya a la ventana y te invita  a un despertar lento. Erik Satie y su piano despacioso se confunden con el aroma del café y de una magdalena recién salida del horno. Sin prisas leo el periódico. Sin prisas acudo al supermercado para preparar el fin de semana que queda por delante. Una terraza y unas cervezas junto al mediterráneo mientras contemplo el juego distraído de mis hijos. Un exquisito plato de arroz frente al mar.
La lectura de un libro y un extenso paseo por una playa todavía fuera de temporada. Más juegos en una tarde larga de un sábado. Una ducha y el aroma anisado de un paisaje reconocible preceden a una cena delicada y ligera. Una copa en un local con encanto y una música de jazz. Una conversación interesante. Una luz adecuada y buenas noches. Con suerte, incluso podré sumergirme en un sueño extraño que me haga descender a los más profundos rincones del inconsciente.
No es fácil que uno pueda aún encontrarse con uno de estos relajados días de mayo por los que merece la pena seguir. Yo todavía puedo imaginarlos. Un día estilizado y apacible.

miércoles, 19 de abril de 2017

CARNE

La humanidad es un montón de carne. Carne que mata y que muere. Carne estúpida. Carne herida. Ensangrentada. Que sufre, que lucha, que llora. Sangre, sudor y lágrimas.
La historia de la humanidad, como la historia de la vida, es una historia de violencia cruel por acaparar recursos, por sobrevivir y reproducirse, por aguantar en el tiempo en un mundo inútil y despiadado. Poder y sexo. 
Somos fragmentos de materia gobernados por una masa blanda de quilo y medio rellena de genes, hormonas y neurotransmisores que nos hacen eficaces en la misión de sobrevivir. Y esto es así porque en un momento de la evolución unos curiosos primates bípedos adquirieron las extravagantes propiedades de la emoción y el lenguaje. Con ellas se hicieron inteligentes y sociables, y consiguieron comunicarse y cooperar con otros fragmentos de materia hasta que, en la actualidad, han extendido unas redes que impregnan todo el planeta y lo cubren de un abrumador manto de amor y de horror.
Cuando apareció la conciencia, origen de todos los  misterios, este enigmático animal se sintió miembro de una especie singular que comprende y domina el mundo, pero también se acompañó de sensaciones de angustia, desasosiego y dolor. El autoengaño y las más variadas ilusiones y religiones intentan, sin éxito, mitigar el sufrimiento y resolver el misterio, pero este animal está programado para levantarse cada mañana y cumplir sus obligaciones a las órdenes de su maquinaria genética. En ocasiones este impulso genético le permite tener la ilusión de creerse feliz, se percibe fuerte y respira profundamente exhibiendo su poder. Pero la mayoría de las veces tiene que esforzarse para seguir. Por eso se empeña cada día en resistir. Y así sigue ciego su camino hacia el sinsentido y el vacío. Su historia es una extraña lucha por conquistar territorios, por controlar  un lugar en este bello planeta que gira indiferente hasta que el silencio oscuro lo devuelva a la nada.
Puede que el futuro esté reservado para un nuevo tipo de materia y que otro tipo de seres inteligentes, más metálicos, fríos, y con mayor capacidad para manejar datos, conquiste otros planetas o galaxias. Puede que encuentren algún sentido a la inmensidad del cosmos, puede que atrapen el Tiempo, o que actúen guiados por otros inalcanzables y desconocidos sueños.

Pero, de momento, el ser humano no es más que carne y sangre que se pudre en el suelo para formar parte del ciclo de la materia instalado en la Tierra.

lunes, 13 de marzo de 2017

TECNOLOGÍAS

No es lo mismo utilizar el teléfono móvil para pagar la cuenta en un restaurante que para elegir el plato que vas a comer. Tampoco es lo mismo que una aplicación te reconozca una canción tras unos pocos segundos  que el hecho de que componga una sinfonía sin que se aprecie la diferencia respecto a una de Mozart. Que la tecnología informática nos ayude a elegir la carretera para ir a nuestro destino es diferente a que nos ayude a decidir la carrera que estudiar o la esposa con quien casarnos. Existen dispositivos tecnológicos que van más allá de ser un asunto mecánico, ya que parecen comprender y simular el funcionamiento de nuestro cerebro.

La revolución digital ya ha cambiado nuestra vida cotidiana, y los cambios que nos esperan para las próximas décadas son impredecibles: excitantes, o terroríficos. Pero será la unión de estas tecnologías con la biotecnología lo que producirá una revolución cultural sin precedentes al cambiar el concepto que el hombre tiene de sí mismo y socavar los principales cimientos sobre los que se sustentaban nuestros esquemas cognitivos. La esencia misma de la naturaleza humana, fruto de las reflexiones filosóficas de varios milenios puede llegar a su punto más crítico

Pero, permítanme que vuelva al hombre con quien empezó todo, que no es otro que Charles Darwin. Cuando el naturalista inglés elaboraba su teoría sobre la evolución, tuvo muchas dudas en publicar sus ideas por el temor de que hiciera tambalear la sociedad en la que vivía. En su principal libro proponía un mecanismo para explicar el origen de las especies, y aportaba muchas pruebas y convincentes argumentos a favor de su teoría de la evolución; pero la autentica revolución conceptual era la idea de que el ser humano era un integrante más del mundo viviente, un animal más, con un comportamiento más complejo que los demás animales, pero desprovisto de una entelequia psíquica que lo gobierne de manera libre y sin ataduras biológicas. Darwin ya advirtió de las implicaciones que tendría para la psicología del futuro sus ideas sobre el origen del hombre.
Casi dos siglos después, sus ideas dominan las ciencias de la vida, y nadie duda del lugar central que ocupan en la biología. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de las humanidades. Nuestro sistema jurídico y político flota sobre la idea de un ser humano que se despoja de su naturaleza animal y se erige como un individuo responsable, racional y dotado de un libre albedrío que infunde sentido a su vida. Pero esta idea no tendrá nada que hacer cuando se vea socavada por las tecnologías concretas e imparables que nos invadirán en las próximas décadas y que nos conectarán con las máquinas.
Las ciencias de la vida se han dado cuenta de que los organismos vivos cumplen las mismas leyes universales que el mundo físico, de que las barreras que separan el mundo viviente y el resto de la materia se desmoronan. La última consecuencia de la teoría darwiniana es que los organismos funcionan como algoritmos bioquímicos, abriendo de esta manera las puertas a su conexión con los ordenadores. La fusión de las nuevas tecnologías digitales con la biotecnología nos llevará a la mayor revolución cultural de la historia de la humanidad. El alma y la individualidad podrían pasar a ser conceptos anticuados y difusos junto a muchas de nuestras creencias religiosas y culturales.

Hace casi cien mil años unos primates africanos sufrieron unas mutaciones que cambiaron el modo de desplazarse y  aumentaron notablemente sus conexiones neuronales y las posibilidades de comunicarse con sus semejantes. El aumento de su capacidad cerebral hizo que aprendieran a cooperar y a intercambiar información. La conexión de las mentes formando complejas estructuras sociales supuso su mayor logro. Construyeron ciudades, máquinas, dinero y dioses; trasladaron su información en forma de escritura  y se convirtieron en una especie singular que se apoderó del planeta y miró hacia otros mundos.

En el presente siglo, puede que asistamos a cambios de la misma trascendencia que los que originaron nuestra especie, pero a una velocidad incomparable. La revolución digital puede hacer que la mente humana se fusione con la materia inorgánica procedente de los ordenadores, amplificando enormemente la capacidad de procesar e intercambiar datos. El transhumanismo vaticina una nueva y decisiva revolución cognitiva en la que el humano trascenderá nuestras capacidades biológicas hasta límites insospechados. Nadie puede vislumbrar si ese futuro traerá el caos en la tierra o la conquista de otras galaxias. Nadie puede saber si se aplacarán sus viejas angustias existenciales.


Puede que al final, sólo le servirá para dejarse caer en el vacío del cosmos.

jueves, 2 de febrero de 2017

LA PRIMERA VEZ

Hubo una primera vez que tuve la sensación de acceder a un paisaje enorme, a un espacio puro, abierto e inconmensurable. En el fondo de mi memoria todavía están los recuerdos de muchas primeras veces.

La primera vez que cogí de la mano a una novia adolescente en la oscuridad de una sala de cine, y sus primeras caricias. Aquel primer beso robado en un ascensor. La primera vez que lloré al ver una de mis  películas preferidas. El primer abrazo a mis padres tras una larga ausencia. Mi primer viaje cruzando el mar en busca de la mujer ideal y el entusiasmo ante cualquier viaje donde creí que allí empezaría todo. La primera vez que escuché aquella canción que tantas veces me haría temblar de gusto. El primer contacto con los labios de una mujer guapa y deseada. La primera noche, cualquier primera noche. Aquel primer baile provocador dedicado a mí con una mirada inequívoca. La primera página de un libro prometedor.  La primera vez que les vi la piel rosada y los ojos a mis hijos, o la primera vez que les vi caminar.

Disfruté de estos placeres con una inocencia excitante precedida por la ignorancia necesaria para que la imaginación volara sin límites. Puede ser que los instantes de felicidad haya que buscarlos  en esos momentos de inocencia y de ignorancia, en la casilla de salida de cualquier juego con grandes expectativas de disfrutarlo.


Ahora, sentado en una terraza junto al mar, espero el primer trago de una cerveza y el primer bocado de un exquisito arroz mediterráneo. No está mal. Aunque no es lo mismo.

sábado, 28 de enero de 2017

UN SUEÑO


Esta mañana me he despertado sin prisas. Todavía retenía un sueño en los labios. Una cara conocida, hermosa, serena, limpia. Sus gestos, suaves, silenciosos, de una generosidad inverosímil, de una bondad idílica. Un cuerpo menudo y perfectamente acabado sale de la ducha, se cubre con una toalla y pasea su espléndida piel a pocos metros de mi mirada. Una boca inocente y húmeda se acerca y conecta. Un beso explosivo y profundo, entregado y cómplice. Aparece la conciencia, flotando. El beso, podría ser el título del sueño, un sueño con forma de mujer procedente de misteriosas combinaciones fundidas en el inconsciente. El recuerdo me comprime el tórax de puro placer. Permanezco en la cama intentando rescatar la experiencia, atraparla. Hago un esfuerzo para evitar que estos fragmentos del sueño se diluyan con el paso de los minutos; no quiero que desaparezcan de mi memoria. Por esto, para sacarlos de mi cerebro he querido escribirlos, pero es imposible describirlos

domingo, 15 de enero de 2017

LA LA LAND

Como cualquier lector del blog sabe, fui un apasionado consumidor del cine del siglo pasado. No puedo decir lo mismo del cine reciente, solo hay una entrada dedicada al cine del siglo XXI,. Pero ahora les voy a recomendar una película que acaba de estrenarse. Se llama “La ciudad de las estrellas (La la land)”, de Damien Chazelle. No voy a intoxicarles con ninguna información, ni con ninguna opinión, aunque no puedo evitar decirles que está protagonizada por Ryan Gosling y Emma Stone en absoluto estado de gracia.
Pues eso, les aconsejo que pasen por el cine lo antes posible, y que se dejen  llevar por la emoción, el baile, la música y el genuino cine americano.