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jueves, 29 de diciembre de 2011

PAUL NEWMAN

Nació en Ohio en 1925, en una familia acomodada que tenia un negocio de artículos deportivos. Siendo un niño, actuó en obras teatrales impulsado por su tío, actividad que continuaría durante toda su etapa de estudiante.
Deja los estudios para alistarse a la marina donde su daltonismo le impide ejercer de piloto, una de sus grandes pasiones. La suerte hizo que se librara de una muerte segura durante la II Guerra Mundial. En mayo de 1945 una ligera indisposición del futuro actor le impide estar en un portaaviones que fue atacado por aviones kamikazes donde murieron 346 marineros - entre ellos, todo el contingente del escuadrón de Newman.
Al acabar la guerra estudia Económicas y posteriormente Arte Dramático en Yale. Al acompañar a una amiga a hacer una prueba para la mítica escuela de interpretación Actors Studio, lo aceptaron en otro ejemplo de "suerte Newman". "Se equivocaron e interpretaron mi sincero espanto como una actuación sincera" aseguró Paul.
En 1953 debuta con éxito en Broadway en la obra de teatro Picnic, que le abre las puertas del cine con El cáliz de plata (1954), película duramente criticada por el propio Newman, que consideró la posibilidad de no volver a actuar. Pero dos años más tarde, un papel que tenia que interpretar su malogrado amigo James Dean le supuso su gran oportunidad:  Marcado por el odio de Robert Wise en el que interpretó de manera impecable al boxeador Rocky Graziano, ganando el aplauso de la crítica. Solamente en un año, 1958, estrena cuatro films: La gata sobre el tejado de zinc, película de Richard Brooks  coprotagonizada por Elizabeth Taylor, que adaptaba una obra teatral de Tennessee Williams, y que le valió su primera nominación al Oscar.; El largo y cálido verano de Martin Ritt;  El zurdo de Arthur Penn, espléndido film de culto sobre la vida de Billy el Niño, y Un marido rico de Leo McCarey. 
Newman se convirtió en uno de los actores más importantes de las siguientes décadas. En 1961 protagonizó bajo la mirada de Robert Rossen al inmortal Eddie Felson en  El Buscavidas, una reflexión sobre el fracaso y la soledad. Le siguieron  entre otras: "El Premio" (1963), "El más salvaje entre mil" (1963),la magnífica La leyenda del indomable (1963) de Stuart Rosenberg y la inolvidable Dos hombres y un destino (1969), dirigida por Geoge Roy Hill, película ganadora de cuatro premios Oscar, donde Newman interpretaba a Butch Cassidy y su compañero era Robert Redford en el papel de Sundance Kid. Esta fue la primera y exitosa colaboración con el director George Roy Hill y el actor Robert Redford, trío que repetiría unos años después con mucho éxito en "El Golpe (1973). Trabajó para John Huston en El juez de la horca" (1972) y "El hombre de Mackintosh" (1973), y en el film de catástrofes El coloso en llamas (1974) de John Guillermin. De nuevo con Rosenberg  protagonizó Con el agua al cuello (1975)
Desde finales de 1970, comenzó a interpretar personajes maduros en grandes películas como "Ausencia de malicia" (1981), de Sydney Pollack, o "Veredicto final" (1982), un excelente drama judicial de Sidney Lumet. Por estas dos últimas películas volvió a ser nominado al Oscar, un premio que se le resistió hasta el fin de su carrera. En 1985 fue galardonado con una estatuilla honorífica y un año después logró, por fin,  el Oscar al mejor actor por "El color del dinero(1986), una película dirigida por Martin Scorsese y co-protagonizada por Tom Cruise.
Con posterioridad volvió a ser nominado como mejor actor principal por "Ni un pelo de tonto" (1995) de Robert Benton, con quien también haría Al caer el sol (1998).  En último trabajo para el cine volvió a ser nominado como actor secundario por "Camino a la perdición" (2002) de Sam Mendes.


También produjo y dirigió films como "Raquel, Raquel" (1968), donde dirigió a su esposa Joanne Woodward. La película obtuvo una nominación a los premios Oscar en la categoría Mejor película. Volvería a dirigir a su esposa en la adaptación de Tennessee Williams del año 1987 El zoo de cristal.
 
Saber sujetar su chaqueta sobre la espalda. Sonreir con la mirada azul de un pillo respetable. Bebedor de cerveza. Valeroso, discreto,  sensible. Fielmente casado con la actriz Joanne Woodward, envejeció con la belleza y dignidad de los más grandes.


Lejos de la majestuosidad o el endiosamiento de Brando, un autentico río de magnetismo fluye de su rostro  cuando ríe, cuando sufre, cuando parece que anda perdido,cuando se emborracha, cuando es fuerte, cuando está desvalido, cuando se hace el chulo, cuando bromea. Siempre con una autenticidad cercana al espectador, aportó a sus  personajes la capacidad de fascinar con  limpieza con su cara insultantemente guapa.


Una autentica estrella del cine que nos ha regalado memorables momentos de cine y que en los últimos días de su vida quiso estar alejado de circos y homenajes. Se retiró de este mundo de forma tranquila, rodeado de sus seres más queridos. Elegante hasta la muerte. Siempre quedarán sus miles de imágenes con la irónica sonrisa y la mirada pícara y azul de uno de los rostros masculinos más bellos de nuestra especie.

martes, 29 de noviembre de 2011

Marilyn Monroe


Asomada a la ventana para que la brisa acaricie su piel y el aire puro sonría sobre su rostro.
Por detrás, un hombre con mirada oscura parece acechar como un lobo que controla a su presa esperando el momento de hincar el diente.
En los sueños de medio mundo hubo un instante en que la gloria consistía en rescatar esta gacela herida.

A pesar de su conocida falta de puntualidad y de disciplina en los rodajes, todas las películas en las que participó, mejoraron con su insultante belleza. Su capacidad para crear personajes seductores, y a la vez vulnerables, generaron  turbulencias en el espíritu de la mayoría de los espectadores de varias generaciones.
Las fotografías de este icono del siglo XX han recorrido todos los rincones del mundo. En muchas de ellas, la belleza de su rostro llega a estremecer y uno se descubre con la vista atrapada en la luz que emite su piel. No me importa que fuera mejor o peor actriz ( no tengo muy claro lo que eso significa) o que fuera indisciplinada o neurótica en los rodajes. Porque cuando el rostro de este desafortunado ángel aparece en pantalla o en fotografía, los ojos disfrutan recorriendo los rincones de su cara y el cerebro se lanza a soñar sobre los más profundos impulsos que tiene grabados en los cromosomas de la especie humana. Posiblemente, la mujer más guapa del mundo.

sábado, 29 de octubre de 2011

Cita de Darwin



"Es interesante contemplar una ribera enmarañada, revestida de multitud de plantas de muchas clases, con aves cantando en los matorrales, con insectos diversos revoloteando y con gusanos que se arrastran por entre la tierra húmeda; y reflexionar que estas formas primorosamente construidas, tan distintas entre sí y que dependen unas de otras de manera tan compleja, han sido todas producidas por leyes que actúan en derredor nuestro….Así, de la guerra de la naturaleza, del hambre y de la muerte, se sigue la producción de los objetos más elevados que somos capaces de concebir, a saber, la producción de los animales superiores. Hay grandeza en la concepción de que la vida, con sus diversos poderes, se insufló originalmente en unas pocas formas o en una sola; y mientras este planeta ha ido girando según la ley inmutable de la gravitación, a partir de un comienzo tan sencillo evolucionaron y siguen evolucionando incontables formas, cada vez más bellas y maravillosas."
                 
                   CHARLES DARWIN. El origen de las especies (1859)

domingo, 4 de septiembre de 2011

El amor. Una mirada evolutiva



El ansia por establecer vínculos sexuales es el más poderoso de nuestros deseos. Además, el anhelo por conquistar a la pareja, o el miedo a perderla supone una de las más habituales y profundas angustias que han inspirado a la mayoría de artistas de todos los tiempos y culturas.

Coger su mano, reír juntos, fundir los cuerpos mientras una suave brisa los envuelve son conductas que el enamorado experimenta  acompañado por un rio de moléculas que inunda los centros de placer de su cerebro. Recordar su voz, o su sonrisa basta para derramar un remolino de placer, una tormenta que sube desde el estómago hasta el mismo centro del alma. El amor desata la euforia y la energía y te hace más vitalista, optimista y sociable.  La razón está en que procede de una necesidad evolutiva de nuestros antepasados de hace unos cuantos millones de años.  

Fue el bipedismo el que originó una serie de cambios físicos y mentales que nos separaron de los primates y que ocasionaron la cascada de acontecimientos que permitieron la aparición de nuestra especie y marcaron su naturaleza.
Desarrollamos un pie que permitía sostenernos erguidos, y su pulgar dejó de ser oponible. La pelvis y la cadera cambiaron su forma  y tamaño.
El ritmo respiratorio se independizó del  paso, facilitando la regulación de la respiración y del habla. La lengua y la faringe se hundieron más abajo y los cambios en la laringe favorecieron la gran variedad de sonidos que permitió la aparición del lenguaje.
Manos libres para llevar comida y palos, el pulgar oponible y más largo y con mucha movilidad  permitieron el movimiento de pinza con todos los demás dedos. También se desarrolló una gran sensibilidad en las yemas de los dedos y  una coordinación motora extraordinaria.
Homo habilis hace 2 m.a. ya tuvo las manos plenamente funcionales para el manejo de utensilios que le hizo dominar la caza. Esto trajo consigo el aumento progresivo del cerebro, especialmente de la corteza frontal y una mayor sociabilidad. Esta característica fue determinante, y marcaria la dirección evolutiva que condujo a la aparición de Homo sapiens.
Como el canal del parto era más estrecho a causa del bipedismo, parir se hizo más difícil y los bebes humanos tenían que nacer prematuros e indefensos, por tanto, había que ocuparse de ellos durante mucho tiempo. El cerebro de un bebé es menos de la cuarta parte del cerebro adulto, y tiene un largo proceso de maduración por delante.

Los primeros homínidos se atraían el tiempo suficiente para copular y reproducirse, pero era ventajoso permanecer unidos ayudándose a la hora  de proporcionar alimentos y seguridad frente a los intrusos. Además, enseñar habilidades durante la larga infancia en que el vástago está desprotegido era una adaptación que siguieron los homínidos de los últimos cuatro millones de años para resguardar su ADN.  Por eso tener un fuerte vínculo de apego y cariño entre la pareja de humanos fue esencial en nuestros antepasados de las praderas africanas; y ellos nos transmitieron esa química cerebral que nos apasiona y nos anima a crear parejas estables. Anticipar futuros estados de complicidad y de placer con una pareja fue un imperativo hormonal de los adolescentes durante miles de generaciones. En ellos se encuentran las raíces del amor

También es verdad que la tendencia a desparramar los genes y a aumentar la variabilidad genética impulsa a la infidelidad o a crear nuevas parejas que explican la alta tasa de separaciones y la erosión del amor con los años. Pero esta es otra cuestión.


sábado, 13 de agosto de 2011

Determinismo, libre albedrío y responsabilidad

 Dios no juega a los dados con el Universo
                            A. Einstein









"Las decisiones de la mente no son nada salvo deseos, que varían según varias disposiciones puntuales".
"No hay en la mente un absoluto libre albedrío, pero la mente es determinada por el desear esto o aquello, por una causa determinada a su vez por otra causa, y ésta a su vez por otra causa, y así hasta el infinito."
 "Los Hombres se creen libres porque ellos son conscientes de sus voluntades y deseos, pero son ignorantes de las causas por las cuales ellos son llevados al deseo y a la esperanza
                                                                                                                                   Spinoza

Los seres humanos tenemos una sensación clara del “yo” que nos distingue del resto de seres que nos rodean. Esta  experiencia se acompaña de la sensación de agencia, esto es, nos hacer sentir causantes de gran parte de los  movimientos de nuestros músculos esqueléticos. Por esta razón, los libros de texto presentan con el nombre de sistema nervioso voluntario a los nervios relacionados con estos músculos.
 Junto a esta experiencia del “yo” el ser humano ha desarrollado lo que los científicos llaman Teoria de la Mente, que consiste en que somos capaces de atribuir las mismas sensaciones  que nosotros experimentamos a  nuestros semejantes. Estas experiencias, relacionadas con las “neuronas espejo”, hacen comprensibles los sentimientos de empatía que tenemos con nuestros congéneres. Nuestro cerebro desarrolló a lo largo de la evolución la vivencia de que existen fenómenos naturales que ocurren en nuestro alrededor y  procesos mentales que ocurren en nuestro interior , es decir, procesos físicos y procesos psíquicos  o dicho de otra forma, mundo y mente . Resulta muy complicado la admisión por parte de los humanos de que la mente es el resultado de procesos cerebrales que están formados por materia similar a la del resto del Universo. De ahí que se pueda considerar al ser humano dualista por naturaleza, y por esto el dualismo mente-cuerpo que popularizó Descartes hace unos cuantos siglos continúa instalado en la actualidad en la mayoría de los humanos.
Por tanto, nuestro cerebro experimenta de manera muy clara la vivencia subjetiva de un “yo” que habita en nuestro cuerpo y que elige la conducta que ha de ejecutar en cada momento. Percibimos que cada una de estas decisiones del “yo” no está causada por ningún acontecimiento físico previo, es decir, carece de causa alguna. De esta manera, queda intacta la idea de que el ser humano posee un alma libre y responsable que puede construir su futuro. Esta idea constituye la base más sólida sobre la que se construyen las más diversas ideologías o religiones , y que por tanto,  es muy difícil de erosionar.  Pero el intento de entender la naturaleza humana por parte de las neurociencias cuestiona muchas de nuestras creencias, por mas contrarias que nos parezcan a nuestras intuiciones más básicas.
La comprensión de la naturaleza humana en términos biológicos siempre ha provocado fuertes rechazos porque puede eliminar el concepto de responsabilidad personal en que se basa nuestro sistema judicial. Parece como si atribuir las causas de nuestras conductas  al cerebro, los genes, o  nuestro pasado evolutivo, aparte de  ofrecer  una visión monstruosa de nuestra condición deja al individuo sin  responsabilidad en sus acciones. ¿Cómo podemos culpar a alguien si esta obedeciendo ciegamente a un gen determinado o a una amígdala reducida?. ¿Cómo castigar a alguien cuya conducta está dirigida por la actividad de sus lóbulos frontales, los cuales tienen una pequeña deficiencia que le impiden actuar de otra forma? Incluso la tradición psiquiátrica tiende a distinguir entre enfermedades neurológicas o del cerebro, consideradas como trágicas patologías que corroen la responsabilidad de sus portadores, y enfermedades psicológicas, o mentales, donde las alteraciones emocionales o mentales son errores de los individuos y  culpables de una supuesta falta de fuerza de voluntad. El caso más famoso en este sentido es el de Phineas Gage, pero también están bien documentadas conductas muy violentas relacionadas con pequeños tumores en determinados lugares del cerebro (Antonio Damasio o Eagleman ilustran este y otros casos de manera muy detallada).
Hay que hacer notar que, si estas conductas muy lejanas de la normalidad están determinadas por nuestra química cerebral, no hay razón para suponer que las conductas consideradas más comunes no estén asimismo causadas por nuestro cerebro.
Este determinismo biológico tiene su contrapartida en el determinismo medioambiental. También podemos encontrar un amplio abanico de causas  que pueden llevar a disminuir  la responsabilidad de nuestras conductas.  Si la causa recae en los medios de comunicación, los malos tratos en la infancia, la educación por parte de los padres parece que se exculpe al individuo de sus actos.  Siempre puede uno excusarse en las sustancias que tomó la madre durante el embarazo, las malas compañías, los malos vicios, o en general a la sociedad como máximo responsable de nuestro comportamiento . La lista de atenuantes que los abogados defensores intentan buscar  puede llevar a situaciones graciosas como la que apareció en una viñeta en el New Yorker hace unos años refiriéndose a las declaraciones de una mujer defendiéndose  ante un tribunal : “Es verdad, mi marido me pegaba por la infancia que tuvo; pero yo le maté por la que tuve yo”.
En realidad, podemos decir que nuestros actos tienen una causa, mal si no la tuvieran, que a su vez depende de una gran complejidad de factores biológicos o ambientales en compleja interacción. Lo que no podemos aceptar es que nuestra conducta no tiene ninguna causa, o que la causa es un extraño ente inmaterial que influye sobre los procesos cerebrales y que ningún neurocientífico ha encontrado la mas mínima señal.
En mi opinión, esta contraposición entre determinismos, encuadrada en el  anticuado debate entre naturaleza y educación, o entre biología y cultura quedaría anulado por una postura determinista cosmológica.  Es decir, la conducta de los animales es el resultado de un programa genético que se construye a sí mismo en continua interacción con su entorno, y de acuerdo con las mismas leyes que rigen la materia. Este programa genético puede modificarse a lo largo de la trayectoria vital del organismo por los estímulos procedentes del entorno. De acuerdo con la psicología evolucionista, la conducta humana es el resultado del complejo engranaje molecular de nuestro cerebro, diseñado por la evolución para solucionar los problemas de nuestros ancestros. Para los humanos tener un cerebro muy grande que le permita una flexibilidad y una gran variabilidad en sus  respuestas supone una buena ventaja a la hora de aprovecharse de una desigual distribución de los recursos.
 Pero la diferencia respecto de un gusano o una rana es de grado, no de sustancia, y por esto, actuamos movidos por deseos que regulan nuestro cuerpo y que están sometidos a las mismas leyes deterministas que gobiernan el cosmos.
Por tanto el concepto de libre albedrío es una pura ficción cerebral. Tenemos grados de libertad para hacer lo que queramos (más que una ameba, un ratón o un gorila), pero ninguna libertad para querer lo que queramos. Esto no es contradictorio con que nuestra experiencia de decidir es un proceso real con la función de seleccionar diferentes opciones de acuerdo con las previsibles consecuencias que tienen para el organismo; y por tanto nos debemos comportar “como si” tuviéramos libre albedrio, aunque éste sea una ilusión del cerebro.  Nos sentimos agentes de la conducta aunque tan solo se trata de conocimiento o conciencia de haber realizado dicha conducta. Es decir, el cerebro actúa y luego cree que ha sido su voluntad la impulsora de dicha acción, o lo que es lo mismo, actúa y luego cree que hubiera podido elegir otra opción;  aunque ya no es posible retroceder.  Los defensores de una supuesta libertad humana incondicional rechazan el hecho de que nuestras acciones estén causadas  pero no se me ocurre como puede mejorar la cosa si la causa es el puro azar o no existe ninguna causa.
Esta visión acarrea para algunos el problema de la negación de la responsabilidad personal, pero en mi opinión no quedará reducida sino definitivamente clarificada. La explicación de una conducta no significa la exculpación de la misma.  En la actualidad se intenta evitar la responsabilidad de las conductas muy desviadas bajo una gran diversidad de explicaciones  biológicas o ambientalistas que inundan de confusión el debate. 
La responsabilidad moral se convertiría así en una convención, es decir, en una serie de normas que garanticen y optimicen el bien común. El castigo cumple la función de apartar a los transgresores del resto de la sociedad y de servir de ejemplo para disuadir de conductas similares al resto de ciudadanos. Las conductas que se consideren merecedoras de un castigo, por desviarse de las normas establecidas por la sociedad para mejorar la convivencia,  responsabilizaran, por definición,  a los individuos que realicen dichas conductas.
Así pues, el determinismo cosmológico y la inexistencia del libre albedrío no están reñidos con el concepto de responsabilidad, y el concepto de defensa social es el punto central de esa moralidad basada en convenciones. Es la única salida que se me ocurre a la famosa guillotina de Hume:  o bien nuestros actos están determinados, en cuyo caso no somos responsables de ellos, o bien, son el resultado de sucesos aleatorios, en cuyo caso no somos responsables de ellos”.

domingo, 31 de julio de 2011

libre albedrio (II)

“llamamos libre albedrío al desconocimiento de las causas de nuestro comportamiento”.
                                                                                                   Spinoza

Estoy delante de un delicioso helado de chocolate y tengo que tomar la decisión de comérmelo o no. En mi deliberación compiten el deseo de darle un mordisco –mis mensajeros químicos me indican la sensación de hambre- y unos mensajes cerebrales que indican que debo controlar el colesterol o el sobrepeso. Yo no soy consciente del proceso de deliberación, pero de repente dejo el helado en el congelador, y pienso: “he hecho lo que he querido”.
En realidad, mi cerebro ha actuado de forma inconsciente y después me ha transmitido la sensación de haber actuado de manera voluntaria. No hace falta recurrir a ningún ente imaginario e inmaterial que toma decisiones y que viola las leyes de la física. En todas las conductas actúan mecanismos similares, más o menos complejos, pero igual de determinados. Las causas de las conductas están en las complejas interacciones neurales que dependen del programa genético con el que uno nace y de su continua interacción con el entorno durante toda la trayectoria vital.
La mecánica cuántica no tiene nada que ver en este asunto y las neurociencias  han descartado definitivamente el dualismo entre mente y materia. Todo está causado por una inconmensurable cadena de causas que rigen el destino del Universo. Este determinismo cosmológico elimina el problema del anticuado debate entre determinismos genéticos y ambientales que llenan de confusión el tema de la responsabilidad moral. El problema es que muchos de los llamados científicos sociales deberán descartar el dualismo de su compleja y vacía charlatanería.

miércoles, 27 de julio de 2011

Psicologia evolucionista

Darwin tuvo mucho cuidado de no hablar del hombre en su obra sobre el origen de las especies. Intuía la conmoción que produciría la inclusión del ser humano en el proceso evolutivo. El codescubridor del mecanismo de la selección natural, Alfred Russell-Wallace, se negó a aceptar la idea de que nuestras facultades cognitivas superiores pudieran explicarse por la evolución. Posteriormente, Darwin, convencido de que la diferencia entre los humanos y las demás especies no era de sustancia sino de grado, se atrevió, en “La expresión de las emociones en los animales y en el hombre” y en “El Origen del Hombre”, a proponer explicaciones evolucionistas de nuestras conductas.


Tras el desarrollo del neodarwinismo a lo largo del siglo XX, nadie se atrevía a negar, al menos en ámbitos ilustrados, que nuestro diseño corporal fuera un producto de la selección natural, pero la mente humana  se resistía a ser analizada en términos evolutivos.

El surgimiento de la etología y la sociobiología, a mediados del siglo XX, provocaron encendidos debates  y los ataques se sucedieron contra todo aquel que sugiriese que nuestra mente obedecía los dictados de la naturaleza. Cualquier acercamiento evolutivo al estudio de la psique humana era tachada de reduccionismo y de determinismo genético. La resistencia desde diversas ciencias sociales o biológicas a aceptar las explicaciones evolutivas de la naturaleza humana abrieron acaloradas discusiones teñidas de política donde solo debió haber debate filosófico o científico. Las implicaciones de estos estudios  son muchas y profundas, aunque sea complicado admitirlas porque apuntan directamente a nuestro orgullo.
Fue a finales del siglo pasado (1992), con la publicación de un libro ,The Adapted Mind, de John Tooby, Leda Cosmides y Jerome Barkow, que empezó a postularse la Psicología Evolucionista (PE) como una perspectiva necesaria para el estudio de la mente humana.
Entender al ser humano es entender sus orígenes y la verdadera revolución darwiniana consiste en comprender que no solo sus atributos físicos sino también los mentales y comportamentales se originaron como respuesta a presiones selectivas de supervivencia.
Es en el siglo XXI cuando este nuevo enfoque está tomando fuerza a la hora de explicar no solo nuestros deseos y nuestras pasiones, sino también nuestras relaciones sociales y políticas.
Su punto de partida es sencillo: Nuestros circuitos neurales han sido diseñados por selección natural para resolver los problemas a los que se enfrentaron nuestros ancestros durante su historia evolutiva.
También en este siglo,  las neurociencias han pasado de ser el estudio anatómico y funcional de las neuronas y del cerebro a estudiar la conducta y la condición humana.  Su desarrollo, junto al de la psicología evolucionista  ha penetrado en el mundo de las ciencias sociales y les ha arrebatado su visión ambientalista según la cual el hombre es una tabla rasa en el momento del nacimiento siendo la sociedad la que va configurando su mente.
La resistencia a la PE sigue siendo intensa en círculos intelectuales y políticos, pero su  fusión con las neurociencias en el presente siglo nos arrojará una inesperada  luz sobre el estudio del hombre y su psique. Puede que algunas de las ilusiones más ancladas en nuestro espiritu estén a punto de desmoronarse.

domingo, 17 de julio de 2011

Vía lactea


Entender la vida como fragmentos de materia que extraen orden de su entorno y así se perpetúan en el tiempo. Fragmentos de materia que desde un rincón de la Vía láctea son capaces de reflexionar sobre sí mismos. La única manera de concebir este singular misterio es aceptando un imperativo cósmico. Unificar la armonía del Universo y la naturaleza humana. Entender la vida como un experimento singular de Dios.

martes, 5 de julio de 2011

El conatus o la voluntad de vivir.


¿Como explicar la clara y obstinada insistencia en el crecimiento ordenado de un ser vivo desde las instrucciones genéticas que contiene el núcleo de un zigoto?

¿Qué es, en realidad, la “voluntad de vivir” instintiva que posee un mamífero recién nacido que le impulsa a chupar tras un leve contacto con el pezón de su madre?



Spinoza lo intuyó hace unos cuantos siglos con el concepto de “conatus” (esfuerzo, empeño,  impulso, inclinación, tendencia): “…cada criatura, en la medida que puede por su propio poder, se esfuerza para preservar en su ser…”.   “…el empeño mediante el que cada criatura se esfuerza para preservar en su ser no es otra cosa que la esencia real de la criatura.” (Proposiciones 6, 7 y 8. Ética, parte III)

Esta idea puede considerarse precursora del moderno concepto de “autopoiesis” que hace referencia a la propiedad de los seres vivos de construirse a sí mismos “Los seres vivos son redes de producciones moleculares en las que las moléculas producidas generan con sus interacciones la misma red que las produce” (Maturana).
También en la actualidad Damasio busca a Spinoza en su magnifico libro “En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos” para explicar la tendencia al equilibrio homeostático que cumplen las emociones y los sentimientos intentando conseguir el estado de bienestar.

Así pues, desde la biología actual, el conatus puede entenderse como una serie de circuitos cerebrales y de señales químicas y electroquímicas que gestionan de manera eficaz la regulación de la vida. Los seres vivos nacen con dispositivos neurobiológicos congénitos diseñados para mantenerse en el tiempo y resolver automáticamente los problemas “vitales” (encontrar fuentes de energía que conserven su estructura y autorregulen su medio interno).

Se empeñan, aún sin intervenir la conciencia, en preservarse en el tiempo, en sobrevivir.

miércoles, 8 de junio de 2011

EL CEREBRO Y LAS DOS CULTURAS

El cerebro de los animales, como cualquier otro órgano, ha estado sometido al mecanismo de la selección natural y ha ido ganando complejidad porque favorecía la supervivencia de los organismos que disponían de él. El cerebro ayuda a gestionar mejor la vida porque extrae regularidades del entorno que permite aprovechar los recursos para mantener un estado óptimo del medio interno de los animales. Es,por tanto, un mecanismo eficaz de supervivencia para extraer el orden del mundo real por medio de ensayo y error, y con ello, optimizar las respuestas a una mayor diversidad de circunstancias medioambientales.
En el caso de los humanos, durante miles de generaciones, no solo fueron captando leyes naturales sino que además, con la aparición del lenguaje fueron capaces de transmitir esos conocimientos a los organismos de su especie, logrando así adaptaciones muy eficaces en la lucha por la vida. Estas leyes, con el tiempo se transformarían en leyes científicas.
Como muestra la poco conocida epistemología evolucionista la razón la extrae el cerebro del medio. El origen de la ciencia puede así considerarse como esos primeros experimentos intuitivos que conseguían predecir el comportamiento de los fenómenos naturales y así tener ventajas a la hora de sobrevivir y perpetuar los genes.

Pero junto a esta función del cerebro, el desarrollo del lenguaje condujo a otra capacidad. Los humanos podían utilizar la complejidad neuronal para convencer a los congéneres en beneficio del interés particular y establecerse como líderes de su grupo, obteniendo mayor poder en las relaciones sociales. De esta manera, la razón se utilizó, no para obtener la verdad sino para buscar argumentos que justifiquen sus acciones y poder atraer a los miembros del clan formando grupos sólidos; sin importar la racionalidad de las propuestas y utilizando la confusión como un elemento más. El lenguaje se convierte en un instrumento para confirmar nuestras creencias y nuestro interés. Esta teoría argumentativa de la razón ha sido propuesta recientemente por Sperber y Mercier, y podría estar en la base del arte y de las disciplinas humanísticas. Esta teoría viene excelentemente detallada en este enlace de Tercera Cultura.
La razón no sirve, en este sentido, para buscar la verdad sino para buscar partidarios que confirmen nuestras ideas y mejoren nuestra posición social. Tener una buena inteligencia social también es adaptativa y ayudó a los homínidos a transmitir sus genes en su aventura evolutiva.
Esta función argumentativa de la razón se puede observar en cualquier varón cortejando a una hembra sacando todo un arsenal de argumentos para intentar convencer a su compañera de que se encuentra ante el macho ideal para compartir sus favores sexuales. Pero se puede encontrar en muchas otras situaciones. Escuchen tertulias políticas; discusiones futbolísticas.
Todos intentan argumentar sus posiciones, confirmar sus creencias, aumentar su prestigio en el grupo, independientemente de la conquista de la verdad.

Extraer orden de la naturaleza. Argumentar y defender nuestras ideas. En estas funciones del cerebro estarían las raíces de las dos culturas. De su comprensión y su fusión emerge la Tercera.

jueves, 5 de mayo de 2011

AUDREY HEPBURN.







































Esta bellísima mujer de rostro angelical no solo es un icono de la moda de los últimos cincuenta años sino que fue una excelente actriz con una importante filmografía en su haber. Pero lo verdaderamente importante fue su calidad como ser humano y la extraordinaria clase y elegancia moral que mantuvo durante toda su existencia.

-Fue una niña inocente y alegre que jugueteaba con sus hermanastros en el seno de una familia aristocrática hasta que el abandono de su padre le produjo un profundo trauma.
-Fue una adolescente valiente que sobrevivió a la segunda guerra mundial ayudando a la resistencia holandesa con el dinero ganado por sus clases de baile y como enfermera voluntaria
-Fue una joven actriz dotada de gran talento para la danza y la interpretación hasta que fue descubierta por Hollywood como una autentica cenicienta.
-Fue una elegante y extraordinaria profesional en el mundo del cine, querida por la mayoría de actores y directores con los que trabajó sin aires de neurótico divismo .
-Fue una leal amiga de algunos de los que tuvieron la fortuna de cruzarse en su camino como Gregory Peck o el diseñador de moda Givenchy
-Fue una hermosa y fiel pareja con los tres hombres con los que mantuvo relaciones sentimentales estables.
-Fue una madre entregada con sus dos hijos a los que se dedicó enteramente apartándose durante muchos años de su profesión para dedicarles su tiempo y su inmensa generosidad.
-Fue una mujer adulta que aportó su gran popularidad a la ayuda humanitaria y desinteresada de los niños del tercer mundo realizando una impagable labor solidaria como embajadora de UNICEF hasta el último momento de su vida.

 Cuando uno indaga en su vida personal, descubre mucha más pureza y estilo en su trayectoria vital que la representada en su  impecable y glamourosa imagen, siendo recordada por todos como una mujer inteligente de carácter sencillo y amable, muy lejos de muchos vanidosos y endiosados astros de Hollywood. Dicen que solo la vieron a punto de perder los papeles cuando un jefe de la Paramount quiso quitar de la película Desayuno con diamantes la famosa secuencia en la que canta con una delicada voz de seda la inolvidable Moonriver en una ventana. Le contestó “ será sobre mi cadáver”. Afortunadamente Audrey se salió con la suya. 




sábado, 26 de marzo de 2011

KATHERINE HEPBURN: "Hepburn: Todo sobre mí"

Les recomiendo el documental “Hepburn: todo sobre mí” sobre la vida de Katherine Hepburn que  grabó cuando se retiró del cine. En él se intercalan imágenes de su vida personal y profesional con una entrevista con la sinceridad de quien está de vuelta de todo. Kate, decide desnudar su historia sin miedo a la muerte y dejando una clara y sabia lección:” ESCUCHEN EL CANTO DE LA VIDA. “
Título original
Hepburn: All About Me
USA - 1993 - 71 min.

domingo, 13 de marzo de 2011

Atticus Finch- Gregory Peck. Un hombre con clase

La entrada anterior contenía una imagen perteneciente al film “ Matar a un ruiseñor” de Robert Mulligan, donde Gregory Peck  interpreta uno de los personajes con más categoría y elegancia moral que ha dado el cine.
 Atticus es un abogado viudo que defiende a un negro injustamente acusado de violar a una joven blanca en la America rural y racista de 1932, aún sufriendo la gran depresión. Intentará por encima de todo  defender al acusado pese a las muchas dificultades evitando prejuicios y procurando siempre entender el punto de vista del otro. Pero sobre todo intentará educar a sus hijos transmitiendo esos valores de justicia y de respeto al inocente.
 En la imagen de la entrada anterior, Atticus se balancea dulcemente en el porche de su casa. Su hija Scout, a su lado se siente segura y protegida, y desde la profunda admiración que siente por su padre aprenderá el valor de la transigencia y la tolerancia.
A lo largo del filme, la entrañable y tierna Scout y su hermano,  orgullosos de su padre, recorrerán los misterios de la infancia, crecerán y madurarán iluminados por un padre modélico, sobrio, honrado y sereno. Los dos hermanos aprenderán de su padre los principios que les ayudarán a controlar sus miedos y a comprender a sus semejantes. La protección del inocente se alude en el título y Atticus la defiende así:” los ruiseñores simplemente dan placer con su canto, sólo hacen una cosa y es cantar con todo su corazón para nuestro deleite”

Gregory Peck intento también en su vida tener los valores de honradez  y justicia que representaba en este personaje que fue el mejor de su carrera y le proporcionó su único Óscar.
Hizo campañas contra la guerra de Vietnam.  Fue presidente de la Academia de las Artes Cinematográficas, la Sociedad Americana contra el Cáncer y el Instituto Nacional de las Artes, entre otras instituciones. En 1968, la Academia de Hollywood le concedió un premio especial por su trabajo humanitario. Al respecto dijo:"Me avergonzó que me clasificaran como humanitario", "Me limito a participar en actividades en las que creo".
Unos días antes de fallecer, el American Film Institute confeccionó una lista con los mejores 50 héroes y villanos cinematográficos de todos los tiempos. El Atticus Finch de Gregory Peck  encabezó la lista de héroes,  por delante de Indiana Jones o James Bond.
 Su creación del abogado Atticus Finch en esta absoluta obra maestra es una de las cimas del cine, del cine con mensaje que intenta conquistar auténtica justicia social y libertad. La piel de ese hombre apacible y con mucha clase, en lucha callada contra la destrucción del inocente  y la injusticia debería seguir iluminando la esperanza y el futuro

sábado, 26 de febrero de 2011

TENER CLASE

Llevan la elegancia y la dignidad calada en sus huesos;  emanan sin esfuerzo una  enigmática seducción que procede de la belleza moral que tienen en su naturaleza y que enseñan con la mirada.  Con nobleza y sensatez se dedican a la difícil tarea de respetar a los demás y  hacer bien su trabajo sin mostrar la agresividad que otros  vomitan al entorno. Esta misteriosa fascinación que son capaces de desplegar con cualquier gesto les permite enfrentarse al destino sin contaminar el aire que todos respiramos. Envejecer y sobrevivir embelleciendo el paisaje. En eso consiste tener clase, y no tiene nada que ver con ser un genio, tener dinero, dedicarse a la política o salir en televisión.

jueves, 24 de febrero de 2011

MOMENTOS DE CINE. Cinema paradiso.


CINEMA PARADISO. Guiseppe Tornatore (1988)


"Este pueblo está maldito. ¡Vete!, vete y no vuelvas nunca. Y si algún día te gana la nostalgia y regresas… No me busques. No toques a mi puerta porque no te abriré. Busca algo que te guste y hazlo, ámalo como amabas de niño la cabina del Cinema Paradiso. Desde hoy, ya no quiero oírte hablar; ahora, quiero oír hablar de ti…".

Dentro del cine italiano se encuentran muchos de los títulos memorables del séptimo arte; pero voy a destacar éste que rodó en 1988 Giuseppe Tornatore: Cinema Paradiso, ganador del Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
Todo un esplendido y maravilloso homenaje al cine. Al cine y a las salas de cine de otros tiempos. A unas desaparecidas salas de cine de la época del Hollywood dorado que alimentaron los sueños de varias generaciones de todo el mundo.

Totó es un niño de un pequeño pueblo de Italia que perdió a su padre en cualquier batalla. Alfredo (inmenso Philippe Noiret) es el proyeccionista de la sala de cine. No tiene hijos, pero sí bondad y humanidad para ayudar y enseñar a Totó sobre su oficio y sobre la vida.
El travieso y despierto muchacho irá creciendo y se enamorará del cine, de la vida y de Elena.


El tiempo fluye y se desplaza desde la inocencia del niño a la fuerza de las pasiones adolescentes, desde la búsqueda de felicidad de la juventud a la serenidad nostálgica de la madurez.

La sala Paradiso es testigo de la vida social y del sentir de todo el pueblo, de sus inquietudes y sus miserias. La realidad y la ficción juntas en esta sala rebosante de humanidad fascinada por la ilusión del cine. Silvana Mangano, Vittorio Gasman, Brigitte Bardot, Charlot, Clark Gable….. Un cura, unos adolescentes con granos, un señor que ronca, un bromista pesado, unas madres italianas que sobreviven a la pobreza con la mayor dignidad posible……. .

Es un canto a la capacidad de soñar de los niños, un viaje a las emociones que uno alberga cuando es un inocente. Un recorrido por las esperanzas que uno abraza para intentar escapar de su entorno y volar con su imaginación hacia lugares preñados de felicidad. El amor sin condiciones, la amistad, la capacidad de algunos seres humanos para ayudar a alguien a que aproveche las oportunidades que uno no tuvo… la nostalgia de un pasado irrecuperable…..,

Y….. todo esto con una banda sonora de Ennio y Andrea Morricone imposible de mejorar. No tengo palabras para expresar el torrente de emociones que despiertan estas melodías unidas a las imágenes de Tornatore. En opinión de quien les escribe, estamos ante una de las mejores bandas sonoras de todos los tiempos. Por esto merece hablar de ella más adelante.

Si alguien no ha visto esta película y decide verla por lo que está leyendo en estos momentos, ya habrá valido la pena escribir estas líneas. A ese alguien le sugiero que vea la película y disfrute, con un pañuelo, el final del film; uno de los momentos mas brillantes, entrañables y tiernos que se han visto nunca. Un autentico prodigio de magia y emoción pura, una muestra sorprendente de lo que es capaz de provocar este maravilloso regalo que es el cine.

sábado, 19 de febrero de 2011

2001 UNA ODISEA EN EL ESPACIO. MÚSICA Y CINE



2001 Una odisea del espacio. Stanley Kubrick

La pantalla está oscura. Un circulo luminoso se abre paso entre la inmensidad del cosmos y suena la obertura Así habló Zarathustra de Richard Strauss.
Cielo rojo africano. Espacios muy abiertos... Sol.... tiempo, silencio. 
Unos australopitecos comen hierba en paz junto a otros mamíferos. Un felino se abalanza sobre un miembro de la manada rompiendo la calma. Sobrevivir es difícil. Fundido en negro.
El mismo grupo bebe en un charco, llega un clan rival y los intimida obligándolos a marchar, los primeros se quedan sin agua. De nuevo silencio. Un leopardo de ojos brillantes vigila el paisaje y la comida. El grupo de simios espera en la oscuridad de la noche en una cueva. 
Miedo. Frío. Hambre. Incertidumbre,

Una soleada mañana aparece un extraño objeto junto a la cueva, posiblemente el más enigmático símbolo que haya dado el cine.  Un misterioso bloque rectangular de varios metros de altura. Los simios, curiosos, se acercan y lo tocan. Dios.... La inteligencia... La conciencia.... El amanecer del hombre. Oímos una música religiosa y difusa: el “Requiem “ de Ligeti. 
Una experiencia visual y filosófica invade la pantalla. Poesía sin palabras. 

De lejos se vuelven a oír los metales de los primeros compases de”Así habló Zarathustra”.   La música se acerca al simio que tenemos ahora en pantalla presagiando un grito de triunfo. Los timbales suenan secos y enérgicos en uno de los crescendos más famosos de la música; los sonidos van cobrando fuerza mientras el mono encuentra sentido a lo que tiene entre manos. Con una mano ase un hueso que le servirá de herramienta, o de arma. Golpea otros huesos y se siente poderoso. La caza y la vida ya no serán tan difíciles. Ya no habrá más hambre ni miedo.Tiene las manos libres y el cerebro preparado. Dispone de armas, de inteligencia, de razón…… Sabe como matar animales; ahora nadie le quitará el agua; nadie  lo asustará. 

Este nuevo hombre-mono evolucionará hasta llegar a ser el dominador del planeta. Lanza el hueso al aire, y en la elipsis más larga de la historia del cine el hueso se convierte en una nave espacial que surca serenamente los cielos en un ballet cósmico. Suena ahora “El Danubio azul” de Johann Strauss (hijo). Se han suprimido varios millones de años en la historia del género humano. El hombre pasa de dominar la tierra a querer dominar el cosmos. 




martes, 1 de febrero de 2011

MOMENTOS DE CINE. La lista de Schindler. Steven Spielberg.

La lista de Schlinder. Steven Spielberg. (1993)
El Holocausto judío es, junto con el Vietnam,  uno de los temas más tratados por la industria del cine.  Acerca del genocidio nazi, ninguna película me caló tan hondo como este poderosísimo y estremecedor film  de Spielberg rodado en blanco y negro basado en la  historia real  de Oskar Schlinder.
Nos cuenta la historia de este astuto y ambicioso empresario de origen checo afiliado al partido nazi ( Liam Neeson), que aprovecha  sus contactos para apropiarse de una fabrica  de utensilios de cocina en Cracovia, que acaba de ser invadida por el ejercito alemán. Ayudado por un contable judío tranquilo y sensato (Ben Kingsley) usará mano de obra judía barata y logrará enriquecerse y  prosperar en la sociedad polaca dominada por los nazis.
Oscar Schlinder, ante la crueldad que va observando, sufrirá una transformación psicológica que le llevará de ser un egoísta ambicioso a utilizar la empresa como instrumento para salvar la vida de mas de 1000 judíos, aun a costa de dilapidar la fortuna que había cosechado años atrás. De estos judíos hay en la actualidad mas de 6000 descendientes, algunos de los cuales colocan piedras en la tumba de Schlinder acompañados por el actor que protagoniza la película en un emotivo epílogo en color. 




Uno de los momentos más justamente famosos es la escena donde Oskar y su amante, desde una colina y subidos en sus caballos observan saqueos y fusilamientos, mientras, una niña corre desapercibida entre los soldados. La niña lleva un abrigo rojo sucio que destaca entre el blanco y negro de la escena. La inocente niña correrá, entre tiros y muertos, a esconderse debajo de una cama huyendo del miedo y del horror que le rodea. El mismo director lo justificó así:
 Para el resto de los aliados, la matanza que se lleva a cabo en Alemania es tan visible como una niña caminando en medio de una matanza"

La angustia en el rostro de Oskar Schindler va apoderándose de su figura. Como es posible que nadie haga nada por evitar tanta crueldad. Como los peores instintos humanos van derramando sangre y terror ante la pasividad del resto de humanos. Oskar cambiará de actitud a partir de aquí. Un rayo de esperanza aparece en su interior. La niña con el abrigo de color representará también esa inocencia que se desliza silenciosa entre la condición humana y que está escondida y dominada por la maldad y el odio. Una pequeña luz esperanzadora entre el horror. La amante de Oskar le pide que se vayan porqué no puede soportar lo que está viendo.  El cambio en la conciencia del protagonista se esta produciendo y el espectador lo detecta perfectamente. 

La emoción se adueña de la pantalla que, sin apenas diálogos, solo necesita  una delicada música de voces infantiles. Con un nudo en la garganta, uno entiende perfectamente todo lo que está viendo. Creo que es, sin duda, un momento de cine en mayúsculas, de autentico y puro cine. Pueden juzgar ustedes mismos estos dos minutos de cine: 




Mas adelante, la niña morirá. El cartel del film, de hecho, representa una mano gris de Oskar Schindler  agarrando el pequeño brazo rojo de la niña a la que no pudo salvar.

Tanto los actores, como la fotografía, como el guión de Steven Zaillian, como la conmovedora banda sonora de John Williams o la ambientación brillan a la altura de las obras maestras absolutas.
La película obtuvo un considerable éxito de crítica y recogió gran cantidad de premios, entre ellos 7 Oscars que la Academia le había negado en anteriores ocasiones y varios Globos de Oro. Pero el gran mérito de Steven Spielberg fue utilizar su talento y su fama como director para lograr un merecido éxito de publico y hacer ver a las generaciones que no vivieron la Segunda Guerra Mundial las atrocidades que se cometieron. Es por esto, que creo que estamos ante un film necesario. Ante una de las mejores películas de la historia del cine.