¿Quién eligió al espermatozoide
y al óvulo que nos proporcionaron nuestra información genética? ¿Y la época en
que nos tocó nacer? ¿Decidieron nuestros padres el colegio donde realizamos
nuestros primeros estudios, o dependía del lugar de trabajo que, a su vez,
dependía de un jefe y de muchas casualidades más? ¿Eligió usted, querido
lector, el barrio donde creció y los vecinos que luego se convirtieron en sus
amigos? ¿Y la ciudad donde creció?
Los profesores que hemos tenido
en nuestra etapa educativa, y que en muchas ocasiones marcaron nuestras
preferencias profesionales dependían de unas oposiciones que aprobaron al sacar
una bola al azar, una bolita de un bingo de juguete metida dentro de un
saco. ¿De cuantas rocambolescas
casualidades dependió aquel trabajo que tuvimos en una época, que nos permitió
conocer a alguien muy importante que determinó el curso de los acontecimientos
posteriores? ¿Qué casualidad nos llevó a cruzarnos con un vendedor de pisos que
nos convenció y que hizo que nuestra vida transcurriera en un lugar determinado?
¿Cuánto habrían cambiado las cosas si aquella noche del sábado no hubiéramos
estado allí?
Una jeringuilla contaminada con
un virus maligno en un hospital de otras épocas se cruza con un paciente y ya
nada será igual. La vida del desafortunado inocente, y la de todos sus
allegados estará trágicamente marcada por ese casual contagio.
Coger el vagón de metro que
será objeto de un atentado terrorista depende de pocos segundos. Atarse el
cordón de los zapatos, o pararse a comprar el periódico puede permitirnos coger
este metro o el siguiente. Pero nada será igual.
Un simple resfriado le permitió
a Marta conocer a Luis, su médico y posteriormente su esposo. Marta se resfrió
porque fue contagiado por un desconocido niño que viajaba a su lado en el
autobús y al que nunca volvió a ver. Sin
ese virus no existiría Laura, la hija de Luis y de Marta.
Algunos segundos parecen
determinantes para provocar cambios drásticos en nuestras vidas, pero ¿tienen
más importancia unos segundos que otros en el devenir de los acontecimientos?
¿Por qué?
Claro, existen casualidades.
Pero hay algún momento en tu vida que no esté marcado por la casualidad. Nada
de lo que estás haciendo ahora hubiera ocurrido si el número agraciado con el
gordo de la lotería en las últimas navidades hubiera sido el tuyo. ¿Por qué
nuestras vidas dependen tantas veces de lo que ocurre con el azar?
¿De qué depende todo? ¿Está todo ligado al
azar? ¿O, simplemente, no existe?