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lunes, 10 de agosto de 2020

LÁGRIMAS DE AGOSTO






Este año las lágrimas de agosto van a ser más abundantes que otros años. También las de San Lorenzo. También las lágrimas víricas que se esconden detrás de las mascarillas de este agosto enfermo.

Vuelvo, como cada año, a los mismos lugares donde contemplaba el espectáculo de las estrellas fugaces de mediados de agosto. Ya no es el mismo cielo Ya no están las esperanzas. Ya no están los deseos o las promesas. Lo que pudo haber sido y no fue. Ya no hay lugar para la inocencia. Ni siquiera para el futuro.

Agosto es un mes intenso, y puedes disfrutar con todos los sentidos de algunos días redondos y completos en estas playas mediterráneas si hay un oleaje en calma. Puedes exponerte al sol como un reptil y notar su fuego lejano. Sus atardeceres, largos y salados tienen todavía un sabor rojo a yodo marino, pero,  como en la alegría de un pre-jubilado, se intuye que la senda ya va en descenso. Despojado de tus sueños, la realidad te envuelve y sabes que solo puedes perder. Nunca fueron igual los viajes de ida que los de vuelta.

Por esto agosto es un mes muy emocionante, muy sentimental y de lágrima fácil, consciente de la liquidez del tiempo. Por esto, cada día, y con la música como compañera de paseo, dejo que fluya la memoria, que la emoción lo envuelva todo, que broten las lágrimas. No diré más.


martes, 14 de julio de 2020

ATARDECERES

Julio es el mes perfecto. Sus largas tardes en estas playas son incomparables con cualquier otra oferta meteorológica del planeta. 
Quiero escribir sobre el tiempo y sobre la memoria pero no puedo, es como escribir en el agua. No puedo atrapar la esencia de cada atardecer, no puedo retener la textura del aire en cada reencuentro con estas tardes mediterráneas y no puedo impedir la nostalgia de los juegos en este mismo mar cuando aquel cuerpo juvenil, con el aroma a salitre incrustado en la piel, se creía inmortal, libre y dispuesto a pelear con cada ola para conquistar el paraíso en cualquier puerto. He vivido muchos atardeceres como éste, pero todavía no sabía que la guerra estaba perdida de antemano. 
De momento, aun puedo disfrutar contemplando cómo los niños exhiben con inocente entusiasmo su euforia y su alegría en estos atardeceres que representan la gloria del verano.

martes, 2 de junio de 2020

DE NUEVO, EL MAR

Sigue el estado de alarma, pero sin confinamiento. El baile de cifras de los últimos días hace absurdo seguir el conteo de muertos. Parece que las estadísticas ya han perdido interés, ahora lo importante está en las fases y lo que se puede hacer con ellas. Aquí, desde ayer se puede ir a la playa y bañarse. Comenzó el mes de junio con sus días azules, y volví a oler el mar mientras mis hijos gritaban y celebraban en una playa solitaria la alegría de vivir.
Hice unas fotos, pero mientras otros verían la necesidad de publicarlas en instagram o en Facebook, donde intentan acaparar seguidores yo tengo el gusto de contarlo aquí, aunque haya poca gente que lea estas entradas. Ahí dejo algunas fotos de uno de mis paisajes preferidos y de unos momentos que quedarán grabados en la mente de estos niños, al menos durante algunas décadas.














miércoles, 20 de mayo de 2020

VIRUS Y CAOS



Día 20 de mayo. Día 68 del estado de alarma.

Los biólogos sitúan a los virus en la frontera de la vida porque no son células, y además, solo realizan una de las tres  funciones de los seres vivos. No se nutren ni se relacionan, pero son capaces de reproducirse eficazmente cuando penetran en una célula huésped. Así, como cualquier ser vivo, los virus se replican y esparcen sus copias por este mundo; y también como cualquier ser vivo, siguen la implacable lógica darwiniana de que cualquier cosa que se reproduce con éxito en un determinado contexto, es capaz de permanecer en el tiempo. Si este coronavirus no hubiera tenido este éxito reproductor, habría pasado desapercibido como pasó con otros virus que fueron abortados por la comunidad científica en tiempos recientes. Nada nuevo.
Creced y multiplicaos, he ahí uno de los primeros mandatos del Génesis después de que se haya hecho la luz. Y eso hacen todos los seres vivos. Vivir es atrapar orden a partir del exterior, generar entropía – por cierto, uno de los conceptos clave para entender el fenómeno de la vida- creando desorden en el entorno. Los humanos, con nuestra complejidad biológica y social, creamos mucho orden a costa de generar mucho deterioro ambiental. Pues bien, este virus también ha sido capaz de vencer a toda la biotecnología del planeta y replicarse con facilidad, a costa de los demás, dejando todo su entorno completamente deteriorado. Junto a la crisis sanitaria, ha provocado un caos en nuestra vida económica, social y política. Siguen los científicos, pero también los políticos, y los economistas y los sociólogos, y los comunicadores, y los tertulianos de cualquier pelaje, lanzando proclamas de los que nos viene cuando en realidad solo sabemos que no sabemos prácticamente nada sobre cómo será el futuro del covid-2, o covid19. Continuamos sin saber exactamente como este virus ha podido generar tanto caos en todo el planeta en el siglo XXI.
Las comunidades ahora están en un proceso de desescalada en distintas fases: fase 0, fase 1, pero también fase 0,5. También he oído fase 1.5. Los horarios, por edades, por deportes, por número de habitantes, por zonas sanitarias, uff. Aforos al 30%, al 40%, o al 50%. Vacunas y antivirales por todos lados y a todas horas. Los imprescindibles test, que deberían haber sido la clave desde el principio, continúan sin ser habituales en un centro médico, ni siquiera en las personas con altas probabilidades de estar contagiadas. Compras de mascarillas que no funcionan. Estafas de chinos. Muchas normas para las mascarillas, pero mucha gente circula sin ellas. El estado de alarma, o se debería llamar de excepción, es constitucional, o no lo es. Rebajas no, o si pero sin aglomeraciones. Las terrazas, si pero no. Las playas, he leído que en fase dos, cita previa, drones, parcelas de edad, sin juegos y sin boca a boca. Mi añorada playa de Canet aparecía hoy cuadriculada. Economía frente a sanidad. Manifestaciones, escraches, caceroladas, ira política, bandos. 
Veo mucha gente saliendo sin miedo, intenta vivir con cierta despreocupación. Pero el virus ha dejado a todo el planeta inmerso en la incertidumbre y el caos.


sábado, 2 de mayo de 2020

DESPERTAR SIN PRISAS


Día 2 de mayo. Día 50 de confinamiento

Los niños ya pueden salir a la calle, aunque solo una hora. Mis hijos, ajenos a la excepcionalidad del momento que están viviendo, agradecen que su sueño no sea interrumpido cada mañana, y yo procuro que nada perturbe su tranquilidad, su nueva rutina. Me gusta observarlos cuando duermen mientras la luz ya asoma por la ventana.
Siguen cayendo los días. Todos comienzan con un momento que resume la esencia de todas las cosas, el vínculo más natural, el amor más sencillo y puro.
Percibir de cerca el olor intenso que únicamente hacen los hijos cuando se acaban de despertar. Mirarles la cara desde muy cerca. Besarles mucho, besos largos y hondos que solo se hacen a los hijos cuando están medio dormidos. Despertar cuando la naturaleza que llevas dentro te indica que ya has soñado bastante. Sin despertador, sin prisas.

lunes, 20 de abril de 2020

PANDEMIA. PROGRESO DEL CONOCIMIENTO Y CARÁCTER GLOBAL


Dia 20 de abril. Dia 38 de confinamiento. 

Los de mi generación nunca habíamos visto nada igual. Creíamos tener controlada a la naturaleza. Nos sentíamos, desde nuestra cómoda sociedad del bienestar, invulnerables frente a catástrofes gracias al progreso tecnológico. Ahora, muchos han aprovechado la pandemia para mantener que el coronavirus es producto de nuestro modo de vivir globalizado y capitalista, y que por tanto, deberemos cambiar nuestro modo de vida consumista e insostenible. Se proclama que ya nada será igual, que la humanidad puede desaparecer ante esta o cualquier otra catástrofe que hasta ahora, solo creíamos reservadas a la ficción.

Pero las epidemias han existido siempre, incluso desde la aparición de nuestra especie. Algunos autores sostienen que alguna enfermedad vírica fue una de las principales causas de la desaparición de los neandertales, en cambio, Homo sapiens prosperó con un fuerte sistema inmune. Sin ir tan lejos, en el siglo XIV, la peste se propagó por Asia y Europa causando en algunos lugares, como Florencia, el fallecimiento de casi la mitad de sus habitantes. La conocida gripe española de 1918 provocó una pandemia que causó la muerte de varias decenas de millones en un año, llegando a infectar a la cuarta parte de la población humana.

El desarrollo tecnológico de los últimos decenios, con los avances en transportes de todo tipo, ofrece, sin duda, a los microbios una posibilidad de difusión extraordinaria. Sin embargo, a excepción del SIDA, prácticamente todo el mundo occidental ha vivido durante muchas décadas, despreocupado de cualquier amenaza infecciosa, y las epidemias matan a menos personas que nunca. Y esto ocurre gracias al progreso de la ciencia y la tecnología. Son ellas las que nos salvan de las epidemias, no las que nos conducen a ellas. Es la información lo que les faltó a los neandertales, a los habitantes de Florencia del siglo XIV o a los de principios del siglo XX. La falta de conocimiento y tener explicaciones falsas sobre las enfermedades infecciosas provocaron la mala defensa frente a los patógenos. La simple idea de que las enfermedades contagiosas están provocadas por un microbio y no por dioses o demonios enfadados, y por tanto, que había que prevenir el contacto y no rezar en grupo, es la que inicio el avance de la medicina para el control de pandemias y la que condujo al progreso y a la tecnología de las vacunas, los antibióticos y otras formas de combatir la muerte.

El  principal éxito en la lucha contra los patógenos se produjo con la vacunación global de viruela que llevó a que en 1979, la OMS declarara la erradicación total de la enfermedad. Sin cerrar fronteras ni ceder a nuestros avances tecnológicos, sino con la cooperación científica entre todos los países para una causa común como era la lucha contra la viruela. El progreso del conocimiento y el carácter global del problema son los dos aspectos importantes en la lucha contra cualquier enfermedad infecciosa que puede convertirse en pandemia, que por definición, se trata de una cuestión global. Y son estos mismos aspectos los que serán importantes en nuevos problemas mundiales que pueden suceder en este mismo siglo como la lucha contra la resistencia bacteriana a los antibióticos, el cambio climático, los flujos migratorios o una guerra nuclear.

Estamos pues, ante un problema global que necesita una respuesta global coordinada. Es toda la especie humana la que se enfrenta a un enemigo común: si un virus, con toda su capacidad para replicarse y mutar, infecta a un humano de un rincón del mundo, pone en peligro a cualquier ser humano del planeta. La trinchera que separa a los dos bandos es la piel de cualquier ser humano. Los virus están al otro lado y es el enemigo común a todos los humanos. Por consiguiente, hay que estar preparado científicamente para este escenario con una respuesta sanitaria que afecte a toda la especie. También hay que estar preparado con sociedades con más humildad, libertad y democracia, menos dictatoriales, arrogantes, egoístas y oscuras.

La cuestión clave puede ser la gestión sanitaria, política y económica que coordine a todos los países. La OMS debería jugar un papel crucial en el plano sanitario, pero no sé si es el caso. Pero los Estados Unidos, Europa, China, Rusia o los Países Árabes son los principales actores que deberán proponer autoridades que lideren esta crisis global sin precedentes. En estos líderes está la clave.  No digo en ningún momento que sea fácil.

jueves, 16 de abril de 2020

PRIVACIDAD


Día 16 de abril. Día 34 de confinamiento.

Continúan cayendo los días. Se habla de geolocalización a través de los móviles cuando nos volvamos a desplazar por el exterior. Se intentará conocer las vías de contagio. Hay quien se queja. En realidad, ahora estamos encerrados en casa, y cualquier sitio al que vayamos desde internet puede ser capturado, contabilizado y tratado como un dato más del que disponen para conocernos mejor. Se habla de control de los individuos por parte del Estado. Cualquier cosa que yo haga con este teclado, cualquier página a la que acuda desde la silla en la que estoy sentado puede ser computarizado y pasado por un algoritmo y adivinará muchas cosas sobre mis gustos al consumir, también sobre mi personalidad, mi inteligencia o mis valores morales.

Pero de momento, en estos días de reposo casero encuentro tiempo para escuchar tranquilamente mi música de siempre, y no hay forma de que ningún algoritmo calcule por qué  con cada canción salga un torrente bioquímico en mi cerebro que me lleva a tiempos y lugares que son parte de mi yo más profundo. Últimamente viajo con el pop de hace algunos años: Morrisey, James, Keane y alguno más.  Solo yo sé por qué estos. Y nadie más sería capaz de situar el paisaje sentimental donde se sitúan los acordes de cada canción que escucho mientras unos suaves rayos de sol de primavera reposan con quietud sobre mi piel. Son secretos guardados en misteriosos e inexpugnables rincones de mi cerebro. Esta privacidad es infranqueable, de momento.