Buscar este blog

viernes, 20 de abril de 2012

Humphrey Bogart



 Hijo de una familia acomodada del Nueva York de principios del siglo XX,  fue una de las estrellas que sobre el papel tenía pocas oportunidades de triunfar en Hollywood, dada su pequeña talla, su aire triste y gastado y su cicatriz en el labio producida en la I Guerra Mundial que le hacía emitir una voz extraña. Tras fracasar en sus estudios, pasó por la marina y posteriormente por el teatro y el cine pero no consiguió triunfar hasta prácticamente los 40 años. Pero el cine de las dos décadas posteriores no se entiende sin su presencia. ¿Donde residió la clave de su éxito? ¿Qué misterioso encanto logró impregnar a sus personajes  este tipo que se interpretó casi siempre a sí mismo con mucha determinación en su rostro?

Tenía el encanto del que tiene un pasado difícil y ha sabido salir de todas las turbulencias con la dignidad pegada en la piel. Representó al que junto a la barra de un bar es capaz de asimilar o diluir un desgarro amoroso con un buen trago de whisky, sin que la sonrisa gastada le quite un ápice de integridad moral; al que no huye de su última derrota y permanece imperturbable ante un nuevo reto. Era el duro con ternura, el cínico con clase; el individualista que se implica  en el momento justo con entereza. Supo llevar como nadie, una gabardina, un sombrero y un cigarrillo colgado de su sonrisa triste pero no vencida.

Por eso compartió la pantalla con los mejores directores y las mejores actrices en un buen número de películas míticas de los años 40 y 50.   El halcón maltés, El último refugio, Casablanca, Cayo largo, Tener y no tener, El sueño eterno, Sabrina, La reina de África, El tesoro de sierra madre, Llamad a cualquier puerta,  Más dura será la caída. Todo son grandes películas pero son mas grandes por su presencia.

Muchos años de secundario y muchas derrotas lo llevaron a abandonar cualquier ingenuidad, y sus  tres matrimonios fracasados acabaron por conducirlo ante la mirada de la flaca Lauren Bacall, de la que no  se separaría. En su boda, le regaló un silbato de oro con la famosa frase “si me necesitas, silba”. Con ella, puede que alcanzara la paz y puede que incluso la felicidad. Por desgracia, no iba a durarle mucho: en enero de 1957, un cáncer de esófago acababa con su vida. Fue enterrado junto a su silbato.



Su imagen representa el que lucha en secreto por los justos, por  los idealistas, el  enamorado de una mujer y de un recuerdo, de una ciudad  y de un sueño. Sabía qué era la lealtad, y no necesitaba medallas ni  reconocimientos, a él le quedaba París. A la memoria del siglo XX le quedará la figura de su gabardina  entre las brumas.

1 comentario:

  1. Excelente radiografia de lo que fue el personaje Bogart. Uno de los íconos del siglo XX. Definitivamente, el cine ya no es lo que era. Enhorabuena por tu blog

    ResponderEliminar