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jueves, 16 de diciembre de 2010

El amor. Una mirada bioquímica


El tema de las pasiones amorosas ha estado tradicionalmente alejado del dominio de los científicos o de los filósofos, mucho más racionales y fríos  para un asunto tan irracional y caliente. Emociones tan complejas y sublimes podían ser despojadas de su magia y encanto si no eran tratados por poetas y artistas.
Pero las neurociencias de los últimos años han avanzado y se han atrevido con el mundo de las emociones.

A mediados de los ochenta, la oxitocina y la vasopresina eran dos neuropéptidos: proteínas pequeñas secretadas por el hipotálamo (estructura situada en la parte inferior del cerebro). La primera se ocupaba de las contracciones durante el parto y estimulaba las glándulas mamarias durante la lactancia. Poco después se supo que se  liberaban grandes cantidades durante las relaciones sexuales, especialmente en el momento del orgasmo y también tenia que ver con el apego de la madre y las crías. La segunda actuaba en los riñones regulando la orina. Pocas noticias más.

Hace poco más de veinte años, un grupo de científicos fijó su atención en unos topillos de campo Microtus ochrogaster, que tenían una vida monógama y fiel (algo no muy común entre los mamíferos) mientras que una especie muy parecida, los topillos de pradera Microtus pennsylvanicus  eran muy promiscuos e infieles. Pues bien, inyectando oxitocina en los cerebros de los ratones promiscuos, éstos se volvían fieles a sus parejas formando enlaces estables y ayudando en el cuidado de las crías. Luego bloquearon el efecto químico de la oxitocina en los ratones monógamos, y éstos dejaron de ser fieles a sus parejas
 Por tanto, en los primeros la oxitocina liberada en el cerebro de la hembra durante la actividad sexual es importante para el establecimiento de lazos de pareja monogámica con su pareja sexual.
La vasopresina parece tener un efecto similar en machos.

La oxitocina tiene un papel en conductas de apego en múltiples especies, pero, ¿y en humanos?
Ya se conoce a la oxitocina como la “hormona del amor”. Los humanos en plena fase de enamoramiento tienen  una concentración de oxitocina en plasma superior al resto de humanos. Incluso algunos estudios aportan datos de que puede tener algo que ver en el resto de relaciones sociales. ¿Dónde iremos a parar…….?
Como no quiero hacer las entradas muy largas, el lector curioso por saber si existen perfumes afrodisíacos que contengan esta sustancia, así como más detalles sobre estos estudios y otros puede seguir con el enlace que les dejo al final. Pero no crea que estamos ante el último grito en ciencia. Este enlace es de hace casi dos años y los experimentos los puede consultar en cualquier libro sobre la naturaleza humana aparecido en los últimos años.

Y para despedirme, y compensar, un fragmento dedicado a un romántico, sentimental y “golfo” al que no le gustaría que estas cosas del amor tuvieran nada que ver con la bioquímica. Que ustedes lo disfruten.

Dos amantes dichosos no tienen ni fin ni muerte,
nacen y mueren muchas veces mientras viven,
tienen la eternidad de la naturaleza.

                                                                    Pablo Neruda



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