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lunes, 27 de diciembre de 2010

MOMENTOS DE CINE. LOS PUENTES DE MADISON. CLINT EASTWOOD

LOS PUENTES DE MADISON. Clint Eastwood. (1995)


Hay en el cine de principios de este siglo una exagerada tendencia al abuso de sofisticadas tecnologías informáticas dando  como resultado productos de circo visual y sonoro vacíos de contenido. Para que se produzca cine, ha de haber junto a la parafernalia informática, una mirada humana que complemente la mirada mecánica y artificiosa  de muchos films que inundan las pantallas actuales.
Esta mirada humana y húmeda es la que nos viene regalando desde hace años Clin Eastwood que es, sin ninguna duda, uno de los mayores creadores de cine de las ultimas décadas, y tiene en su haber unas cuantas absolutas obras maestras. Una de ellas es este film magistral y profundo, una sabia  exploración de las leyes del corazón hasta llegar a la sustancia misma del sentimiento.
Es además un ejercicio arriesgado del actor-director al ofrecer un registro muy distinto al que nos tenía acostumbrado- era impensable ver llorar de amor a este hombre duro- y moverse al borde del sentimentalismo cursi sin caer en él.
Sin grandes giros argumentales, ni escenas apasionadas de amor-sexo.
Sin estridencias ni brusquedades. Sin ruidos. Con roces y caricias, desde la sencillez, todo va sucediendo pausadamente, progresivamente. Una mirada, un gesto, unas palabras justas.
Con enorme talento el director y los actores hacen que la emoción vaya aumentando como una suave pero incesante lluvia que acaba humedeciendo tu alma. El argumento ya lo saben, (si no es así, no sigan leyendo y vean la película).

El momento decisivo del film:
 Día lluvioso. Francesca entra en su camioneta y suena una delicada melodía. Robert, su amante, se acerca desolado y empapado de incertidumbre y  angustia. Sus miradas se cruzan y se entienden. No se exigen nada, no se reprochan nada. Entra en la furgoneta el marido de Francesca y Robert emprende la marcha. El coche de Francesca detrás. Llueve contra los cristales y contra sus corazones. El cerebro de Francesca vibra en dos direcciones, pero tiene que decidir. Por un lado un amor único y verdadero:” Esta certeza sólo se siente una vez en la vida” . Por otro el dolor que puede hacer a otros seres queridos, amados de otra forma durante muchos años, y unos frenos sociales instalados en el fondo de  su conciencia . Los coches se paran. Los dos caminos se separan para siempre.El cerebro de Francesca decide...aceptar el riesgo de lo nuevo o quedarse quieta.

Les dejo con este fragmento de una monumental película sobre el amor maduro, sobre sentimientos, sobre seres humanos.

4 comentarios:

  1. mmmm...una obra cinematografica magistral... hace que sientas que algo te aprieta el pecho...clint eastwood es un genio, sabe como darle el final perfecto a sus peliculas, sino veamos million dollar babe o gran torino

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  2. El amor es una Locura, es una sensación única que como en esta trama, cuando no es posible seguirlo sólo nos deja un recuerdo dulce y hermoso con el que podrías ser feliz toda la vida aún sin tener al ser amado cerca. Te amo Albert.

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